Quiero pediros disculpas por empezar el año con un artículo sobre personajillos tan inanes como estos Broncano y Lalachús, pero me parece pertinente hacer una reflexión sobre lo ocurrido en la retransmisión de las campanadas de fin de año de 2024.
Si por algo se han distinguido siempre las fiestas navideñas es por los buenos deseos, pues siempre se han identificado con la paz, la felicidad, la concorcodia y las manifestaciones de buena voluntad. Las expresiones más repetidas -y con generosa insistencia- en estas fechas son "felices fiestas", "felices Pascuas", "feliz Navidad" o "feliz año nuevo" y hasta para detener la guerra, aunque sea de forma momentánea, tienen las fiestas navideñas una varita mágica tan poderosa que lograron hacerlo incluso en la Primera Guerra Mundial, una de las mayores carnicerías perpetradas por el ser humano.
Las Navidades son el momento más ajeno a la disputa, el conflicto y la mala leche, así que han rayado a mucha altura en estas aborrecibles especialidades Broncano y Lalachús cuando se han atrevido a meter su fétida pezuña cizañosa nada menos que en las campanadas de fin de año, con un aguijonazo envenenado que les retrata a la perfección: el muy desafortunado ultraje al Sagrado Corazón de Jesús. Viene muy a cuento que señale que yo no tengo creencias religiosas, pero, aun así, me parece deplorable este ataque alevoso, esta chabacana ridiculización de las creencias de millones de personas en un medio de comunicación de alcance mundial y en el que probablemente sea el momento de mayor audiencia del año. Lo de esta pareja de trogloditas no tiene nombre, y, para mayor indecencia, lo han hecho escudándose en el manoseado y perverso pretexto de la broma: NO, penosa parejita, esto no es una broma, no intentéis engañarnos, es una injuria, y ni que decir tiene que no le gastaríais una "broma" parecida a la religión musulmana, ni por supuesto a ese que ha puesto en TVE al señor Broncano para que le haga el trabajo sucio en los medios, o parte del mucho que hace su legión de lacayos en esa parcela. Aún más: ¿les tocaríais siquiera un pelo a Puigdemont, Otegui, ERC o el PNV? Ya lo dudo.
Así que en el tránsito de 2024 a 2025 España ha inaugurado un nuevo género: las campanadas de Sánchez, porque nadie debe olvidar a qué amo sirven estos dos "cómicos": la mala leche que han tenido el atrevimiento de introducir en la sagrada tregua navideña es una mala leche vicaria, la del personaje que los ha puesto ahí para embarrar y destruir, y, si alguien lo duda, le formularé estas preguntas: ¿desconoce la usurpación que Sánchez ha hecho de los medios de comunicación públicos, que ha sometido a sus intereses, siempre abyectos? ¿Ignora que la mamarrachada de Lalachús ha sido defendida por el Gobierno? ¿Le parece aceptable que un presidente del gobierno se dedique a fomentar la discordia de manera sistemática? Desde que Pedro Sánchez llegó al poder, estamos retrocediendo de una forma alarmante: es alarmante un ataque grosero a millones de españoles como el que ha perpetrado Lalachús; es alarmante que haya elegido -creo que muy a propósito- un momento tan señalado; es alarmente que también las campanadas de Nochevieja se utilicen como instrumento bélico; es alarmante el vomitivo sectarismo de los medios de comunicación pública, pagados, encima, con dinero de todos; es alarmante que una petarda a la que pusieron a retransmitir las camapanadas porque ni es guapa ni es brillante ni es lista ni es buena suelte una coz en tan delicado momento y el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes -nada menos- la justifique, la defienda y arremeta contra los perjudicados por el porcino regüeldo televisivo de la torpe presentadora: estamos yendo muy muy para atrás. También en lo personal: ¿de verdad que para la televisión oficial de un país como España dan la talla unos "profesionales" como Lalachús y Broncano? ¡Vaya tropa!, no nos merecemos este castigo, por no hablar de la imagen de nosotros que arrojan. A mí me preocupa mucho la deriva que estamos tomando.
¿A qué España se nos quiere llevar? A la de Pedro Sánchez, un gobernante que está poniendo los cinco sentidos en destruir nuestra nación, nuestra democracia y nuestra convivencia. Y mucho ojo, porque ya estamos bien metiditos en ella. Hay una cosa que no deja de sorprenderme: ¿cómo es posible que este embustero cobarde, el más aborrecido de todos los presidentes desde 1978 para acá (pondré dos ejemplos de mil: EJ1, EJ2), siga recibiendo la cantidad de votos que recibe, que en julio de 2023 fueron 7.760.970? Para entender tan formidable misterio, tuve que acudir a una hipótesis, la del pucherazo, que desarrollé aquí y aquí. Sé que es tan solo mi propia explicación, pero doy mucho crédito a los datos sobre los que la edifico, así que soy muy pesimista acerca de los planes que Pedro Sánchez nos tenga preparados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario