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jueves, 6 de abril de 2023

Elías Ahúja: el Movimiento contra la intolerancia debería pedir perdón

     Leo con satisfacción que la Fiscalía de Madrid ha archivado la denuncia contra los gamberriles cánticos de los alumnos del colegio mayor "Elías Ahúja" que tanto dieron que hablar en octubre del año pasado. Era la única solución razonable posible, así que lo celebro por la racionalidad, la justicia, los alumnos que fueron sometidos a un repugnante acoso inquisitorial por una broma inocente y, muy en especial, por uno de ellos, sobre el que se focalizó toda la acusación, porque no creo que lo haya pasado bien con la lupa de la Fiscalía encima todos estos meses. En su momento, hice un análisis sobre este esperpéntico asunto, que podéis ver aquí. Ese artículo lo dediqué especialmente a demostrar que la campaña que se había desatado contra los chicos del "Elías Ahúja" era aberrante y a criticar el ensañamiento, el fanatismo, la majadería y la hipocresía de quienes se habían lanzado contra ellos, algunos, con un furor descomunal, a la altura solo de su estupidez. Todos esos deberían hacer cola para PEDIR PERDÓN, y con la diligencia con que se apuntaron al apedreo.

    Debería pedir perdón antes que nadie el Movimiento contra la intolerancia, autor de la denuncia que ahora se archiva, primero, al joven absuelto, por haberlo sometido a una tortura infundada; segundo, a la Fiscalía de Madrid, a la que ha hecho perder con sus santos fervores un tiempo que seguro que no le sobra; tercero, a todos los españoles, que pagamos con nuestros impuestos ese servicio público al que ellos han sometido a un mal uso. Me temo que este movimiento, si tan preocupado está por la intolerancia, debería mirar un poquito hacia sí mismo. Deberían pedir perdón los directivos del "Elías Ahúja", que en este asunto han demostrado una incompetencia y un oportunismo muy poco edificantes; si yo fuera uno de sus alumnos, estaría ya meditando muy seriamente salir de ese centro. Deberían pedir perdón todos esos espontáneos que se acercaron a la pira con una antorcha en la mano sin que nadie se lo pidiera, solo por ganar puntos ante los Torquemadas de hoy; cuidado con esta tropa, que en los episodios de locura fanática de la historia aparece siempre como un elemento capital. Debería pedir perdón Pedro Sánchez, que, en lugar de responder con prudencia, como le hubiera correspondido a alguien que ocupa la dignidad que tantas veces ha demostrado no merecer, se limitó a sumarse borreguilmente a la condena que ahora se ha mostrado infundada, pero que ya lo parecía entonces a cualquiera que mirase los hechos con frialdad y sensatez. Y, naturalmente, debería pedir perdón Irene Montero, porque es un personaje que nos ha hecho ya demasiado daño con sus leyes y sus camapañas, destinadas todas a lo mismo que hizo en esta ocasión: perseguir hasta los actos más inocentes con su furia totalitaria y convertirlos en los pecados que no son o en problemas que no existen, para venir ella a resolverlos con sus soluciones represivas. Vive de esto, y no parece que le vaya mal, solo hay que ver el desproporcionado poder que tiene sobre nuestra sociedad el chiringuito de privilegios y vigilancia que regenta.

    ¿Pedirán perdón? ¿Lo harán en público, puesto que público, desmesurado y notorio fue el linchamiento al que sometieron a los estudiantes del "Elías Ahúja"? Recomiendo esperar sentados. 

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