Está circulando estos días la espeluznante noticia de la muerte de un menor en Getafe, que fue apuñalado por una banda de atacantes que al parecer procedían de Villaverde. Según la información disponible, la víctima y sus amigos habían tenido una discusión con los agresores o parte de ellos en un botellón y días después estos fueron a su lugar de residencia para asesinarla. Escandaliza una conducta tan salvaje y criminal y produce perplejidad el hecho de que se desplazaran desde Villaverde hasta Getafe y buscaran por allí al pobre muchacho para matarlo. Mucha sed de venganza hay que tener, muy soberbio y sanguinario hay que ser, y muy sensible a la ofensa también, para tomarse tanta molestia y llegar a tan trágicos extremos por tan inconsistentes motivos: todo esto, además de indignación, produce perplejidad. Llamo la atención sobre el escenario en que brotó la chispa: uno de esos botellones, abominables por tantos motivos y que nuestros gobernantes no han podido o no han querido extinguir; solo faltaba que ahora fueran el germen de asesinatos. Por cierto: ¿no estaban prohibidos por motivos epidemiológicos? Y subrayo, por supuesto, la palabra que más alarma: banda. Banda supongo que juvenil responsable de actos criminales, incluidos asesinatos: muy mal asunto.
Por otra parte, durante todo el verano, con el ominoso y esperable silencio de los medios complacientes con el Gobierno y/o (aunque más y que o) "progresistas", se han estado produciendo en la Casa de Campo de Madrid y zonas cercanas, tales como Batán y la ribera del Manzanares, una serie de actos delictivos que incluían robos, abusos sexuales y agresiones físicas, algunas, muy graves, como botellazos, mataleones (que te pueden matar de verdad aunque no seas un león) y palizas en grupo. La inmensa mayoría, por no decir todos, procedían de los acogidos en un albergue de la fundación Diagrama. Han salido multitud de noticias en los medios, porque los ataques se cuentan por decenas. Os dejo aquí unas cuantas a elegir, de ABC, El Mundo, Mediterráneo, La Razón o eldiario.es.
Venciendo mi miedo a que me llamen facha, os diré algo que los más sagaces habréis descubierto: los asesinos de la primera noticia, según circula por los medios, podrían pertenecer a bandas latinas, mientras que los maleantes de la segunda son con toda seguridad menas. Siento decirlo aunque atraiga sobre mi cabeza la sospecha de xenofobia, pero es que es la verdad.
Violencia, delincuencia y agresiones ha habido siempre, pero yo llevo cincuenta y cinco (55) años en Madrid y me siento en condiciones de afirmar que este panorama me recuerda lamentablemente a un estado de cosas de hace décadas que yo, iluso de mí, creí que habíamos superado hace bastantes años, pero observo con inquietud que está volviendo. Y no me gusta, creedme, porque lo he vivido y sé lo malo y dañino que es. No hablo solo de lo más grave, es decir, de los actos delictivos que real y efectivamente cometen las bandas grandes o los delincuentes callejeros que actúan solos o en pequeños grupos, sino del miedo y la sensación de inseguridad, que es algo que estropea mucho la vida diaria. Sé lo que es andar con temor hacia ese que se acerca y que te da mala espina, o ponerte en guardia (o dar media vuelta, o cambiarte de acera) porque no vas a tener más remedio que pasar por delante de aquellos tres que ya te están mirando de un modo que no te gusta, o llegar a tu casa y que tu madre te diga que un energúmeno le ha arrancado el monedero de la mano, o enterarte de que a un amigo le han atracado a punta de navaja. Sé lo que es y no tiene gracia, por mucho que pontifiquen cuatro imbéciles hipócritas que se las dan de redentores sociales.
En los años sesenta, viví en un barrio donde la sola mención de los chicos del por fortuna desaparecido núcleo de la Cruz del Cura nos ponía la piel de gallina; en los setenta, viví en otro donde producía pavor la banda de un sujeto apodado el Chocolate; a finales de esa década y principios de la siguiente se produjo el esplendor (y también la traca final, por suerte) de las pandillas callejeras de los extrarradios de Madrid, a cuyos jefecillos ciertos cineastas oportunistas y ciertos músicos que iban de rompedores convirtieron o quisieron convertir en una especie de mitos, cuando no eran más que unos miserables violentos y sin escrúpulos. También sé lo que inspiraban estos en la gente normal, en la gente buena como usted o como yo que lo único que quiere es vivir tranquila y sin meterse con nadie (que, por cierto, es la que mayoritariamente padece las gracias de este rebaño): miedo, lo sé porque trabajé en un centro pegado a Villaverde, el barrio del que procedían algunos de los más floridos, y lo pude ver con mis propios ojos. Unos familiares míos vivían en un barrio donde abundaban las pandillas de macarras setenteros (fauna de cuyo trato era mejor mantenerse alejado); en cierta ocasión, en el año 72 o 73, vi desde su terraza pasar una banda de al menos cincuenta moteros: os aseguro que no hubiera querido estar en el sitio donde finalmente se les ocurriese aterrizar. En ese mismo barrio tenía yo algunos amigos. Un día, uno de ellos, a la salida de un cine, vio una pelea ente dos miembros de la misma pandilla o de pandillas distintas, ya no lo recuerdo, y cómo uno quedaba por encima del otro y lo tenía sujeto. Como conocía al que llevaba la peor parte, fue a separarlos, y entonces el otro se revolvió y lo mató de un navajazo. Allí quedó muerto un chico extraordinario, a manos de un descerebrado hijo de _ _ _ _. Añado, para colmo, una cosa: el otro gallito, el que ese día llevó la peor parte en la riña, no era mucho mejor que el que le estaba zumbando, lo sé porque lo conocía.
¿Pandillas? ¿Delincuentes juveniles cometiendo sus desmanes callejeros? No, gracias. Tengo el gusto de conocerlos y no los quiero para nada, son una hierba que tenemos que hacer todo lo posible por que no rebrote: no es que sea mala, es que es destructiva, así que hay que buscar soluciones efectivas contra ella. El poder andar tranquilos por la calle es un bien muy valioso, así que nuestros gobernantes deberían esmerarse en cumplir su obligación de protegerlo.
En Barcelona la misma canción, botellón y desmadre de drogas en los parques y plazas. Aquí los moretes son los que mas follones montan. También los dominicanos, pero mucho y muchos menos
ResponderEliminar¿En qué momento se jodió Barcelona? Hace ya bastante, creo. En el 97 o como mucho en el 98, fui allí con la familia y recuerdo que a mi mujer y a mí nos sorprendió desagradablemente el deterioro de la plaza Real (habíamos estado en el 86 y era un sitio normal), porque estaba llena de yonkis, borrachos tirados por los suelos y gente de esa que asusta, por no hablar de la suciedad. Nos recordó lo que había sido la plaza Mayor de Madrid a finales de los 70 y pensamos que ojalá también en Barcelona se pudiera resolver, pero ya ves: ha ido a mucho peor. Barcelona ha sido muy perjudicada por una serie de malos o pésimos alcaldes y por una cierta mentalidad demasiado extendida allí, medio ácrata y antisistema, favorecida por un sesentaiochismo decrépito de la izquierda y el permanente estado de protesta política del nacionalismo, una mezcla letal.
EliminarLo ha clavado, así es, en efecto
EliminarYo nací en Barcelona (en la calle Cambios Viejos), así que, aunque salí de allí muy pequeño, soy catalán y he seguido siempre de cerca y con interés las cosas de Cataluña.
EliminarMe temo que la seguridad va a ir incluso a peor por la conjunción de muchas circunstancias: la crisis económica generada por el maldito virus, la demagogia buenista ante determinados fenómenos y la incompetencia de algunas autoridades. No entra dentro de las prioridades mientras se pueda tapar de las primeras planas de los telediarios.
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo, pero, con lo que ya hay, es cada vez más complicado para los medios benévolos con el Gobierno tapar cosas. Un ejemplo: hasta "El País" ha tenido ya que darse por enterado del asunto de los okupas, siquiera para hacer un artículo tranquilizador, tan lleno de medias verdades que daba vergüenza. Si de verdad, la inseguridad aumenta, no sé qué va a ser. Nota aparte: es vergonzoso lo de la derecha y los medios de comunicación en general, porque se están dedicando a echarse las manos a la cabeza por cosas que llevan años sucediendo. Que ahora reaccionen por conveniencia tampoco ayuda.
EliminarEl 20 de agosto escribía esto Miquel Giménez en Voxpopuli https://www.vozpopuli.com/opinion/delincuencia-okupas_0_1384062507.html.
ResponderEliminarCosas que nos preguntamos todos. Es significativo que el artículo esté ilustrado con una foto de la plaza Real (no sé si habrás leído lo que le comento a Paco más arriba), que lleva años convertida en un sumidero, como pudimos ver tú y yo hace unos años.
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