Siempre he considerado que a las personas hay que valorarlas por sus capacidades y sus virtudes morales, de ahí que generalmente me abstenga en mis artículos de hacer consideraciones en torno a la apariencia física, a no ser que haya razones que lo hagan adecuado. Y, mirad por dónde, hoy viene en la prensa una noticia que lo hace muy adecuado. Según leo en "El Confidencial", Núria de Gispert, que en su día fue presidenta del Parlamento catalán y a la que Torra acaba de conceder la Cruz de Sant Jordi, un importantísimo galardón oficial catalán, se ha despachado llamando cerdos a Juan Carlos Girauta, Enric Millo, Dolors Montserrat e Inés Arrimadas. Estilazo el de la señora Gispert: del "ganao" al que se condecora hoy en día en Cataluña, podemos deducir a qué nivel de desquiciamiento han llegado las cosas por allí.
Si he empezado el artículo con unas consideraciones acerca de la imagen física, es porque esta señora parece tener una especial fijación con Inés Arrimadas, contra quien ya ha arremetido en más de una ocasión, e incluso hubo una famosa en la que la conminó a volverse a Cádiz (se menciona en la noticia que enlazo). ¿Cuál puede ser la razón de tal ensañamiento? Creo que se puede decir alto, claro y negro sobre blanco, pues salta a la vista: la envidia recocida que un callo malayo como Nuria de Gispert siente hacia una mujer como Arrimadas, que une a su talento una belleza celebrada por propios y extraños. Y parece que entre las filas femeninas del totalitarismo separatista está muy extendido este sentimiento hacia Arrimadas, basta con recordar a Rosa María Miras, la mujer que le deseó una violación en grupo. Dejo aquí una imagen suya, por si no la conocíais:
Estas solo son las muestras más notorias de lo que ha tenido que aguantar Inés Arrimadas en este capítulo, pero hay bastante más, tanto que podría considerarse representativo y simbólico de la suciedad que se esconde en lo más profundo del alma separatista. Y es que la envidia es muy fea, más aún que las señoras Miras y Gispert, que ya es decir. No podría acabar este artículo sin imitar a aquella genial sección final de la revista "Hermano lobo", la que se titulaba Siete preguntas al lobo:
Pregunta: ¿Cuándo condenará el feminismo radical y mayormente izquierdista el acoso a que es sometida Inés Arrimadas?
Respuesta del lobo: Auuuuuuuuuuuuuuu.
La violencia (verbal, física, psicológica) contra Inés Arrimadas es simplemente una vergüenza, del más puro estilo fascista. Y el silencio cómplice, cuando no la comprensión con la turba debería repugnar a cualquier demócrata.
ResponderEliminarEs un capítulo bastante penoso de todo lo que está ocurriendo.
ResponderEliminarQué miedo esta gente acomplejada y llena de frustraciones.
ResponderEliminarLa única defensa contra ellos es la firmeza, esa a la que han estado renunciando el PSOE y el PP durante décadas. Si se les deja crecer, ya estamos viendo muy claramente de lo que son capaces.
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