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sábado, 28 de julio de 2018

Si hubiera sido Juan Rivas...

   Cuando el verano pasado estalló el asunto de Juana Rivas, me pronuncié en un artículo en el cual expresaba mi perplejidad ante el hecho de que una persona cometiera el delito de retener a sus hijos y que por ello tanto los habitantes de su pueblo como la práctica totalidad de nuestros medios de comunicación se volcaran en su favor en una reacción histérica que dejaba de lado lo esencial: que esta señora no solo estaba incumpliendo las leyes, sino que además estaba desoyendo olímpicamente los reiterados llamamientos de la Justicia para abandonar su desafío. También expresaba mi condena de lo que me parecía una manipulación de un tema tan delicado como la violencia de género, manipulación ejercida por la señora Rivas y por el entorno radicalizado que la jaleaba, compuesto principalmente por Maracena (su pueblo), diversas asociaciones de un feminismo bélico y, muy en especial, doña Francisca Granados, una persona que no pudo entender su oficio de asesora de una forma más desafortunada.
   Como no podía ser de otra manera, la señora Rivas acabó encausada y como, le pese a quien le pese, en España hay una Justicia y la Justicia lo que juzga son hechos por los que condena o absuelve, dado que los que ella se permitió violaban las leyes, ha sido condenada. Pero, si el año pasado nos tocó contemplar el insólito motín que se produjo en favor de alguien que se saltó un buen puñado de normas, este año nos toca la segunda entrega de ese mismo espectáculo y con parecidos actores: manifestaciones de feministas y paisanos de Juana protestando por la condena y medios de comunicación haciendo lo mismo, a través de artículos que llegan a ser tan sesgados como este de "La Vanguardia" o este otro de eldiario.es, que hacen ambos algo muy parecido: una condena del juez, de la sentencia y de Francesco Arcuri (que era la parte agraviada, no el acusado), omitiendo por completo lo que se juzgaba: los hechos de Juana. Y los hechos de Juana son indiscutibles: sustraer a sus hijos y negarse reiteradamente a devolverlos; es indiscutible también que promovió el desorden social en beneficio propio y, por último, el juez tiene razones más que suficientes para pensar (como pensamos otros) que explotó el argumento del maltrato. En consecuencia, teniendo en cuenta que, como es lógico y ya he dicho, la Justicia juzga hechos, nadie que pretenda hablar de esto con objetividad puede decir que no había muy poderosas razones para condenar a Juana Rivas. Las mujeres también están sometidas a las leyes, aunque exista la dolorosa realidad del maltrato, y Juana Rivas las ha violado, a decir de un juez, que es persona capacitada y señalada para hacerlo.
   Está cada vez más de moda montar circos en airada protesta por las decisiones judiciales, por desgracia, con el propósito de torcer las que no gustan a los montadores de bronca, pero quiera Dios que no llegue el día en que las condenas o absoluciones dependan de las manifestaciones de grupos radicales (feministas o del ismo que sea), de las concentraciones en la plaza de Maracena, Ribadesella o San Sebastián de los Reyes, ni de las monsergas sesgadas de periodistas con intereses de partido o con ganas de crear confusión. Ni, por supuesto, de las convicciones particulares de nadie, por muy ministro que sea, así que inquieta que, desde sectores del Gobierno, estén empezando ya a sonar aires de indulto para Juana Rivas. ¿Por qué? ¿Por ser mujer? ¿Aun habiendo hecho las cosas que ha hecho? ¿Les dolería lo mismo esta sentencia a las señoras Calvo y Celaá si hubiera recaído sobre alguien llamado Juan Rivas? La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es una cosa muy seria, conviene no jugar con ella ni aun siendo ministro.  

4 comentarios:

  1. El milenarismo iba a llegar.... Ya está aquí....

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    1. La verdad es que un poquito revueltos sí que andan los tiempos, sí.

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    2. Se empieza con la LOGSE y se progresa adecuadamente...

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    3. Ciertamente. Yo estoy convencido de que el desastre de la LOGSE va mucho más allá de cosas de institutos, notas y asignaturas. Forma parte del disparatado concepto del derecho que tienen muchos españoles y está detrás de lo cavernícolas que son algunos en la convivencia. Y algunas cosas más, pero sería demasiado largo de explicar.

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