Hace un par de días, me llevé una agradable sorpresa: abrí el buzón y me encontré una carta que me comunicaba que mi relato Insumisión, que había mandado al XI Concurso de Relatos para Leer en Tres minutos "Luis del Val", convocado por el Ayuntamiento de Sallent de Gállego, ha sido elegido por la organización para formar parte de una selección de relatos presentados a este certamen, la cual se publicará el año que viene. Aquí lo tenéis:
INSUMISIÓN
Cuando
Silvino Estrada vio el sobre del Ministerio de Imagen Personal, sintió una
punzada en el estómago. Al abrirlo en casa y leer el mensaje que contenía, sus
temores se confirmaron:
Usted debería cortarse las patillas
Las
patillas, precisamente. Después de ducharse, se miró en un espejo, ladeando
primero una mejilla, luego, la otra. Las patillas le descendían hasta un dedo
más abajo del lóbulo de la oreja, negras, igualadas. Le sentaban muy bien, ¿a
quién molestaban? Y luego estaba Gloria; a Gloria le encantaban, siempre se lo
decía, y Silvino no estaba dispuesto a disgustar a Gloria. Una novia como
Gloria, angelical, seductora, dulce, maravillosa, era una bendición: debía
mimarla, no podía arriesgarse a perderla, y menos, un hombre como él, al que
las mujeres siempre habían sido esquivas.
No
podía cortarse las patillas, no iba a hacerlo. Volvió a leer la notificación:
“Usted debería…”; “debería”: eso no era un mandato, parecía una recomendación.
Pero no: se trataba simplemente del lenguaje oblicuo del Gobierno, no debía
engañarse. Un año atrás, un compañero de trabajo había recibido una nota que
decía:
No le favorecen nada esos pantalones ajustados que
me lleva
Su
compañero lo interpretó al pie de la letra, como una simple valoración, no como
una orden, así que siguió llevando pantalones estrechos: acabó en la cárcel,
con una condena de veinte años. Y ahora a él le estaban mandando que se cortase
las patillas: ¿qué iba a hacer? Volvió a contemplarse en el espejo: famélico,
desgarbado, con unos rasgos insípidos. Y sin embargo, su rostro desprendía un
alegre vigor, que fluía milagrosamente de sus oscuras patillas. Le daban la vida:
no pensaba cortárselas. Pero ¿qué podía hacer?
Dos
horas después, dio con algo que tal vez fuera una solución y el mundo le volvió
a parecer un lugar alegre.
Aquella
mañana de mayo, mientras paseaba con Gloria valiéndose de unas muletas, pensó
que no echaba de menos sus piernecillas canijas y débiles. Ahora, en cambio, gracias
a las muletas, tenía unos brazos tan poderosos como no había tenido nunca y le
bastaba rodear la cintura de su amada con uno de ellos para llevarla al
éxtasis. Era una primavera esplendorosa; el sol brillaba, cantaban los pájaros
y la brisa hacía que las hojas se balanceasen juguetonas de un lado a otro. Se
sentaron a charlar en un banco. Gloria le acariciaba suavemente la nuca, o le
recorría muy despacio el rostro con las yemas de los dedos índice y corazón.
Y
es que hay cosas contra las que nada pueden ni las peores tiranías.
Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Patricia. Lo mío no es el relato breve, por eso no me presento a los concursos de tu revista. Este se me ocurrió por casualidad y me animé. No pude adaptarlo de ningún modo a solo 200 palabras, pero sí ajustaba en los requisitos del concurso de Sallent.
Eliminar¡¡¡ENHORABUENA PABLO!!! Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco. Otro para ti.
EliminarEnhorabuena, Sr. Guachimán. Sin duda, tu relato lo merece. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Manuel.
ResponderEliminarEnhorabuena por el relato y por el premio, Pablo.
ResponderEliminarGracias, Alberto.
ResponderEliminarImpresionante. ¡Cómo, en tan poco espacio, se puede decir tanto! Eso se puede aplicar a tantas cosas. ¿Cuántas veces nos cortamos las patillas importantes para hacernos la ilusión de que no claudicamos?
ResponderEliminarMuchas gracias, Molina.
ResponderEliminarCiertamente una defensa extrema de la dignidad. Enhorabuena, Pablo.
ResponderEliminarGracias, Pepe.
ResponderEliminarFelicitaciones, Sr. Guachimán, me ha gustado su relato. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Vega.
ResponderEliminarMuy bueno, me encantó. Tan cortito y tan potente.
ResponderEliminarNada peor que un "consejo" del gobierno.
Encantada de leerte.
Un saludo,
Paloma
Muchas gracias, Paloma, me alegro de que te haya gustado. Un saludo para ti.
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