La Sibila de Cumas fue una célebre adivina de la Antigüedad que vivió cerca de mil años. Durante todo ese tiempo, esta sacerdotisa de Apolo suministró a los mortales un sinfín de profecías y claves que les sirvieron para desentrañar los más enconados enigmas, si bien bajo unos mensajes tan alambicados que a veces eran igual de abstrusos que los propios enigmas o más. Lamentablemente para la humanidad, tan imprescindible personaje acabó como es ley de vida doblando la servilleta, lo que no debe preocuparnos, especialmente, a los españoles, y más si somos docentes, porque en Albacete le ha surgido un digno sucesor bajo la figura de don José Bono, Presidente del Congreso.
Han causado cierto revuelo unas declaraciones suyas en las que consideraba denigrante para todo el cuerpo docente que tuvieran la misma consideración los que son ociosos y gandules que aquellos que son trabajadores y aplicados. Como profesor trabajador y aplicado que soy, no puedo estar más de acuerdo con don José Bono, pero querría llamarle la atención sobre un par de pequeños detalles:
1.- ¿No valdría esa reflexión suya absoutamente para todos los colectivos profesionales? Si es así, deberíamos andar con tiento al decir determinadas cosas en público, porque tal vez el aplicar esta reflexión sólo a los docentes induciría a más de uno a pensar que son los únicos que tienen ociosos y gandules entre sus filas, lo que sería una tremenda injusticia.
2.- ¿No tendría José Bono, como Presidente del Congreso, que estar más preocupado de los diputados absentistas y de los que van sólo a pulsar el botón que les mandan, o de esa penosa imagen que hemos visto tantas veces por televisión, la de un ponente hablando y el hemiciclo ocupado por diez o quince parlamentarios que bostezan o leen el periódico sin hacerle caso? Eso, además de ser antiejemplar, nos tiene perplejos y preocupados a los contribuyentes españoles, a quienes nos surgen dudas acerca de cómo se ganan nuestros representantes los sueldos que les pagamos entre todos. Digo con toda sinceridad que coincido con Bono en que se deberían buscar fórmulas para premiar el esfuerzo y penalizar la vagancia entre los profesores, pero, visto cómo tiene él su casa, sus palabras se vuelven poco creíbles.
Finalizo volviendo al título de este artículo. En la misma conferencia donde hizo esas declaraciones, Bono dijo también que es bueno que quienes enseñan "se reúnan y busquen nuevas verdades y las busquen en otros, y las busquen en los que discrepan, porque quien discrepa puede tener razón". Estoy convencido de que con estas palabras la tercera autoridad de nuestra nación quiso decir algo, y es más, sospecho que algo importante, pero el asunto es que no se sabe muy bien qué. ¿No podría haber sido más claro? La Sibila de Cumas fue una adivina de la Antigüedad, época en la que se llevaban los oráculos y enigmas; en un político del siglo XXI, quizás sería más deseable un machadiano hablar claro.
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