Hoy me encuentro con la noticia de que Nadia Calviño, la que fue vicepresidenta y ministra con Sánchez entre junio de 2018 y diciembre de 2023, ha escrito un libro titulado Dos mil días en el Gobierno. Por lo que he podido ver, parece ser un escrito de autobombo y autojustificación, ya que, si por un lado la señora Calviño se muestra muy satisfecha recalcando que siempre se sintió muy apoyada por el presidente, por otro nos relata los épicos desvelos que padeció por sus diferencias con Yolanda Díaz, con Pablo Iglesias o en un momento en que Sánchez pactó no sé qué con Bildu, allá por 2020.
La imagen que yo conservo de la gestión de la señora Calviño no justificaría su autosatisfacción. Uncidas a los vaivenes y las mentiras del Gobierno al que perteneció durante esos dos mil días, sus políticas no fueron mejores que las del conjuto, como no podía ser de otro modo, y no debemos olvidar que una de las primeras medidas que tomó, cuando vio que las cifras sobre el PIB no le eran muy favorables, fue cambiar el modo de calcularlas que se había utilizado siempre por otro que le resultaba más benigno: ¿se diferencia esto en algo de las trampitas que hace su feroz enemiga Yolanda Díaz con el cómputo de los fijos discontinuos para maquillar falsear las estadísticas sobre el paro? NO. Por otra parte, si no recuerdo mal, la señora Calviño intentó trabajarse un empleíllo fantasma para su marido, una cosilla de 80.000 euracos al mes, plenamente prescindible, creo que en Patrimonio Nacional. ¿Y recordáis sus risitas cómplices con Sánchez en el Congreso? ¿O aquellos numeritos de salirse de las fotos en las que ella era la única mujer? Y al final, esa fuga dorada hacia el BEI, con un sueldazo de casi 400.000 euros, un gran logro, sobre todo para ella, pero tal vez al precio de que España perdiera el convertirse en sede de la Agencia Europea del Medicamento, algo que hubiera sido más positivo para todo el país. ¿Y aquella frase de Sánchez: “Ellos no tienen a nadie, nosotros tenemos a Nadia”?
No parece que le fuera tan mal, se la veía muy contenta, y ella es la primera en reconocerlo y enorgullecerse, así que ¿a qué vienen los lloriqueos a cuenta de los horrores que padeció con la Yoli, con Iglesias o con los pactos de Sánchez con Bildu? Suenan a excusa, a querer nadar y guardar la ropa (¿se ve venir doña Nadia la caída de Sánchez?), y eso está muy feo. Si tan malos eran, ¿por qué compartió con ellos DOS MIL DÍAS?
Juzgo por completo innecesario leer este libro, pues no estoy para autobombos/autoexcusas de nadie ni de Nadia, y ya el título lo dice todo: dos mil días colaborando con el gobernante más nefasto de la democracia española, no es precisamente para tirar cohetes.
De casta le viene al galgo....
ResponderEliminarClaro, claro, y no creas que papá galgo se ha retirado: https://www.eldebate.com/espana/20231226/padre-calvino-dueno-hotel-cuya-firma-explotadora-recibio-135-millones-ico_160873.html
EliminarPero... ¡no puede ser! El socialista –y la socialista– es austero –o austera–, no vive como un burgués –o una burguesa–, defiende el principio de que ‘‘todo es de todos’’ (y de todas). :-/
ResponderEliminarO le da el giro surrealista que le dio la colosal Carmen Calvo: lo que es de todos no es de nadie, con los catastróficos resultados que esto ha tenido en manos del sanchismo. Pero, sobre esta cínica de Calviño, ayer Jesús Cacho enriquecía el retrato en este artículo: https://www.vozpopuli.com/opinion/las-memorias-de-nadia-nepote.html. Al final la banda de Sánchez ha simplificado la fórmula: todo es de ellos.
EliminarControl gubernamental absoluto de todas las instituciones públicas = Totalitarismo. 🦉
EliminarPues hay uno que nos está metiendo en eso a patada limpia y ya tenemos un pie dentro.
EliminarEl fiscal condenado, y aquí nadie ha dimitido.... ¡Vaya ripio! Sería risible, si no fuera espantoso...
ResponderEliminarLo decente y lo democrático sería que el presidente del Gobierno dimitiera, pero eso en Sánchez sabemos que es imposible, porque empieza por tener una falta de decencia similar a la de Al Capone (su historial político es vomitivo). Ahora bien: ¿qué hace la derecha que no visualiza la indignación ciudadana? Ante el actual estado de cosas, ¿no deberían el PP, Vox y toda fuerza antisanchista conjurarse para movilizar a la ciudadanía hasta sacar del poder a este impresentable?
Eliminar