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-2028. ¿Cómo será la Tercera República? -LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
repmejor@gmail.com

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jueves, 30 de enero de 2025

Bizarro - bizarre

     Siempre que tengo la desdicha o el descuido de ver una película mala, me compenso después entrando a ver las críticas que los lectores le hacen en Filmaffinity, porque con algunas de ellas me doy verdaderos jartones de reír, y hoy se ha dado el caso de que he caído en la trampa de La bala de Dios, un bodrio que he dejado a medio ver, así que allí que me he metido para resarcirme. Mirando los extractos de las valoraciones de los críticos periodísticos, me he encontrado con esta frase:

    Es un collage tan bizarro como pomposo, filmado con la (falsa) intensidad de alguien que está convencido de que tiene algo importante que decir.

    ¿Qué pinta ahí la palabra "bizarro"? Intentaré aclararlo con un pequeño viaje a través de tres diccionarios.

    1.- Según el Diccionario de la Real Academia Española (edición de 2014), la palabra "bizarro" significa en primer lugar "valiente", en el sentido de "arriesgado", y, en segundo lugar, "generoso", "lucido" o "espléndido".

    2.- Si nos vamos al diccionario de Oxford de la lengua inglesa (edición de 1974), nos encontramos con esto: bizarre: grotesque; odd, lo que vendría a ser "grotesco" y "extraño". 

    3.- Para afinar un poco más, si consultamos el diccionario Español - Inglés de la editorial Larousse (edición de 1976), hallaremos que para la palabra inglesa "bizarre" da las siguientes equivalencias españolas: "extraño", "curioso" (en el sentido de "raro") y "estrafalario".

    He recurrido a dos diccionarios de inglés porque "bizarre" es lo que, cuando yo estudiaba esta lengua (de las ediciones que cito deduciréis que hace ya bastante de ello), llamábamos un false friend (uno de los ejemplos más citados, por cierto), es decir, un falso amigo, o sea, una palabra que nos podía parecer fácil por su semejanza con otra de nuestra lengua (de ahí lo de amigo), pero que en realidad nos engañaba, porque sus significados en inglés y en español diferían notablemente (de ahí lo de falso).

    Ahora lo entendemos mejor: si a la frase que cito le quitamos "bizarro" y le ponemos "grotesco" (de las traducciones que se nos ofrecen, es la más acorde con la infumable La bala de Dios), pasa de ser un tanto incomprensible a tener un sentido muy claro e instructivo. 

    Es curioso lo que está ocurriendo últimamente con la palabra "bizarro", que era ya desde hace décadas un término caído en total desuso, un auténtico arcaísmo, pero algunos la han resucitado... con un significado que le es ajeno y se corresponde con el que tiene en la lengua inglesa, de donde hay que deducir que esos "revividores" deberían ser más cuidadosos con su comprensión del inglés y más respetuosos con su expresión en español. Los profesores de mis lejanos tiempos nos aconsejaban que tuviérmos cuidado con los false friends y que, tan pronto como un término presentara síntomas de serlo, acudiéramos a un buen diccionario o cualquier otra fuente autorizada para salir de dudas. Han pasado muchos años, pero el rigor y la atención siguen siendo unas prácticas excelentes.

domingo, 19 de enero de 2025

Solo uno de cada cinco mil españoles es asesinado

     Así que podéis estar tranquilos, porque, a un asesinado por cada cinco mil, ¡ya sería mala suerte que os tocase a vosotros! Este artículo trata sobre la okupación de viviendas y la barbaridad que tiene por título está destinada a desenmascarar los retorcidos embustes con que los sectores izquierdistas intentan restar importancia a este problema, gravísimo y muy a menudo dramático, y, de paso y como es habitual en ellos, reducirlo a un interesado alarmismo de la fachosfera, el complot judeomasónico y demás descontentos con el Paraíso que nos han traído Sánchez y sus aliados, muy especialmente en este caso, los podemitas, los sumaritanos y restantes tribus antisistema. El punto de partida es un artículo de 2020 publicado en una página que se llama El Faradio. Diréis, con razón, que el artículo es un poco viejo, pero, como lo que me importa es el modo de razonar, que sigue siendo el mismo entre los sectores de los que hablo, podemos considerar que su vigencia es absoluta, porque, por otra parte, los datos de aquellos años eran muy parecidos a los de hoy. Lo que ese artículo pretendía era demostrar, como ya he adelantado, que el número de viviendas okupadas era en realidad muy pequeño y que no había razones para la inquietud social, sino que esta era fruto del alarmismo sembrado por los protervos también mencionados ya. Voy a extraer un par de citas del texto. En la primera, se habla de las viviendas okupadas en España en 2019, que, de acuerdo con las estimaciones de la PAH, eran unas 80.000, lo cual, según el experto consultado en el artículo, el sociólogo Emmanuel Rodríguez:

    Si se compara con el número de hogares en España, que son 19 millones, o las más de 25 millones de viviendas, se convierte en un dato irrelevante.

    La verdad es que no entiendo muy bien cómo se puede tener tanta desvergüenza. El dato de 80.000 viviendas okupadas es monstruoso, porque significa que en aquella época había decenas de miles de viviendas que habían sido usurpadas a sus legítimos dueños, miles de los cuales se habrían quedado en la calle y/o estarían siendo exprimidos por unos canallas, y al mismo tiempo desamparados por las instituciones. Pretender convencernos de que eso era una minucia y no un gravísimo problema solo porque representaba nada más que el 0'42% del total de hogares de la nación es retorcer los porcentajes de una manera aberrante. Vayamos con la otra cita:

    Sobre las casi 4.000 viviendas okupadas que [los cuerpos de seguridad] detectaban en la Comunidad de Madrid, solo algo más de 600 eran de particulares. Es decir, solo una de cada 5.000 viviendas en manos de pequeños propietarios de la región estaba okupada

    La frase es del mismo experto, que utiliza el adverbio "solo" como una guillotina, y, como a cualquiera, se me ocurre pensar si habría hablado con tan frío y "científico" distanciamiento si uno de esos particulares hubiera sido él. Casi aseguraría que no, porque ya se han dado algunos casos de listillos que desdramatizaban el grave problema de la okupación hasta que tuvieron la mala suerte de que les okuparon sus casas, lo que les llevó a dar un giro radical en sus posturas. Vuelvo a lo de antes: esas 4.000 o esas 600 viviendas okupadas representaban un grave problema y una desmesura, y lo mismo ocurría con la proporción a que aludía el señor Rodríguez. 

    Este es el punto que enlazo con el disparatado titular del artículo: restar importancia a un problema en función de su baja incidencia estadística siempre tiene algo de falaz, pero, si el problema es de gran envergadura (y la okupación lo es, muy ciego tiene que ser quien no lo vea), resulta una auténtica indecencia. Voy a daros algunos datos más recientes: el parque de viviendas de España en 2023 era de 26.902.443, mientras que las okupaciones fueron 15.289, un exiguo 0'056%, pero que levante la mano quien quiera que le toque esa lotería, incluidos don Emmanuel Rodríguez, don Pedro Sánchez, don Pablo Iglesias o doña Ada Colau. Además, en términos absolutos, la cifra también es desmesurada. 

    Yéndonos a otras lacras, si hiciésemos la excesiva proporción del título (la misma que hace el señor Rodríguez para la okupación, no lo olvidemos), teniendo en cuenta que hoy hay en España 48.946.035 habitantes, nos saldrían 9.789 asesinatos en un año, un dato escalofriante. Imaginemos ahora que una de cada cinco mil de las 24.950.928 mujeres que hay en nuestro país hubieran sido violadas: este horror lo habrían padecido 4.990, una catátrofe. ¿Sabéis cuáles han sido las últimas cifras reales? En 2023 hubo unos 300 homicidios, 336, si queremos pecisar, así que en este capítulo nos alejamos mucho de la tremenda proporción 1/5000, pero ¿y las violaciones? Fueron ¡4875!, o sea muy cercanas a ella, lo cual resulta desolador. No hay ningún motivo para felicitarse: ni en los 336 homicidios ni en las 4.875 violaciones, pero tampoco en las 15.289 okupaciones.

    Las proporciones y las estadísticas no son para jugar. Cuando un problema es grave, no se puede minimizar ni debe ser objeto de frivolizaciones. 

jueves, 2 de enero de 2025

Las campanadas de Sánchez (la Lalachús y el Broncano son solo dos esbirros muy bien pagados)

     Quiero pediros disculpas por empezar el año con un artículo sobre personajillos tan inanes como estos Broncano y Lalachús, pero me parece pertinente hacer una reflexión sobre lo ocurrido en la retransmisión de las campanadas de fin de año de 2024. 

    Si por algo se han distinguido siempre las fiestas navideñas es por los buenos deseos, pues siempre se han identificado con la paz, la felicidad, la concorcodia y las manifestaciones de buena voluntad. Las expresiones más repetidas -y con generosa insistencia- en estas fechas son "felices fiestas", "felices Pascuas", "feliz Navidad" o "feliz año nuevo" y hasta para detener la guerra, aunque sea de forma momentánea, tienen las fiestas navideñas una varita mágica tan poderosa que lograron hacerlo incluso en la Primera Guerra Mundial, una de las mayores carnicerías perpetradas por el ser humano. 

    Las Navidades son el momento más ajeno a la disputa, el conflicto y la mala leche, así que han rayado a mucha altura en estas aborrecibles especialidades Broncano y Lalachús cuando se han atrevido a meter su fétida pezuña cizañosa nada menos que en las campanadas de fin de año, con un aguijonazo envenenado que les retrata a la perfección: el muy desafortunado ultraje al Sagrado Corazón de Jesús. Viene muy a cuento que señale que yo no tengo creencias religiosas, pero, aun así, me parece deplorable este ataque alevoso, esta chabacana ridiculización de las creencias de millones de personas en un medio de comunicación de alcance mundial y en el que probablemente sea el momento de mayor audiencia del año. Lo de esta pareja de trogloditas no tiene nombre, y, para mayor indecencia, lo han hecho escudándose en el manoseado y perverso pretexto de la broma: NO, penosa parejita, esto no es una broma, no intentéis engañarnos, es una injuria, y ni que decir tiene que no le gastaríais una "broma" parecida a la religión musulmana, ni por supuesto a ese que ha puesto en TVE al señor Broncano para que le haga el trabajo sucio en los medios, o parte del mucho que hace su legión de lacayos en esa parcela. Aún más: ¿les tocaríais siquiera un pelo a Puigdemont, Otegui, ERC o el PNV? Ya lo dudo.

    Así que en el tránsito de 2024 a 2025 España ha inaugurado un nuevo género: las campanadas de Sánchez, porque nadie debe olvidar a qué amo sirven estos dos "cómicos": la mala leche que han tenido el atrevimiento de introducir en la sagrada tregua navideña es una mala leche vicaria, la del personaje que los ha puesto ahí para embarrar y destruir, y, si alguien lo duda, le formularé estas preguntas: ¿desconoce la usurpación que Sánchez ha hecho de los medios de comunicación públicos, que ha sometido a sus intereses, siempre abyectos? ¿Ignora que la mamarrachada de Lalachús ha sido defendida por el Gobierno? ¿Le parece aceptable que un presidente del gobierno se dedique a fomentar la discordia de manera sistemática? Desde que Pedro Sánchez llegó al poder, estamos retrocediendo de una forma alarmante: es alarmante un ataque grosero a millones de españoles como el que ha perpetrado Lalachús; es alarmante que haya elegido -creo que muy a propósito- un momento tan señalado; es alarmente que también las campanadas de Nochevieja se utilicen como instrumento bélico; es alarmante el vomitivo sectarismo de los medios de comunicación pública, pagados, encima, con dinero de todos; es alarmante que una petarda a la que pusieron a retransmitir las camapanadas porque ni es guapa ni es brillante ni es lista ni es buena suelte una coz en tan delicado momento y el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes -nada menos- la justifique, la defienda y arremeta contra los perjudicados por el porcino regüeldo televisivo de la torpe presentadora: estamos yendo muy muy para atrás. También en lo personal: ¿de verdad que para la televisión oficial de un país como España dan la talla unos "profesionales" como Lalachús y Broncano? ¡Vaya tropa!, no nos merecemos este castigo, por no hablar de la imagen de nosotros que arrojan. A mí me preocupa mucho la deriva que estamos tomando.

    ¿A qué España se nos quiere llevar? A la de Pedro Sánchez, un gobernante que está poniendo los cinco sentidos en destruir nuestra nación, nuestra democracia y nuestra convivencia. Y mucho ojo, porque ya estamos bien metiditos en ella. Hay una cosa que no deja de sorprenderme: ¿cómo es posible que este embustero cobarde, el más aborrecido de todos los presidentes desde 1978 para acá (pondré dos ejemplos de mil: EJ1, EJ2), siga recibiendo la cantidad de votos que recibe, que en julio de 2023 fueron 7.760.970? Para entender tan formidable misterio, tuve que acudir a una hipótesis, la del pucherazo, que desarrollé aquí y aquí. Sé que es tan solo mi propia explicación, pero doy mucho crédito a los datos sobre los que la edifico, así que soy muy pesimista acerca de los planes que Pedro Sánchez nos tenga preparados.