Muy mal tienen que andar las cosas en un país cuando se llega al extremo de que un acto elemental, inocente, justo y del más irrefutable sentido común es objeto de prohibición y convierte a quien se la salta en un héroe o un símbolo de la libertad, como ocurrió en 1955 con Rose Parks, una estadounidense negra que se atrevió un día a sentarse en una parte del autobús reservada a los blancos, horrible sacrilegio por el que fue detenida, con lo que se desató una rebelión que acabó, entre otras notables consecuencias, con este resultado: que los negros pudieron ocupar en los autobuses estadounidenses los mismos lugares que los blancos, es decir, lo elemental y lo justo.
Parece ser que a la señora Parks le ha salido un émulo aquí en España, un profesor de Secundaria cuyas iniciales son J. P. S. y trabaja en el IES "Las Salinas" de Laguna de Duero (Valladolid). Por lo visto, existe ya en nuestro país el pecado de no someterse al lenguaje inclusivo (1), esa neolengua oligofrénica cuyos defensores -una auténtica horda de fanáticos sectarios-, si hemos de guiarnos por lo que le ha ocurrido a J. P. S., han conseguido ya que sea sancionable el no aceptarla, hecho que pone los pelos de punta: los capataces de la corrección política han llegado con esto a extremos a los que no se atrevió ni el franquismo contra el que tanto despotrican, pero que está claro que secretamente admiran.
Según lo que leo, debo deducir que los libros de texto de hoy han saltado una barrera que, cuando yo estaba en activo, ni por asomo pensábamos que iban a franquer: la de enlodar la gramática haciendo uso de la neolengua inclusiva, ya sabéis, cosas del tipo "Los ciudadanos y las ciudadanas españoles y españolas comprometidos y comprometidas con los ideales republicanos se lanzaron a las calles para defenderlos el 18 de julio de 1936, con el trágico resultado de que muchos y muchas de ellos y ellas perdieron la vida". Al parecer, harto de estas burradas, J. P. S., profesor de Geografía, hizo que sus alumnos corrigieran algunas de las que afeaban sus libros de texto, por el viejo y expeditivo procedimiento del tachón. No puedo hacer otra cosa que aplaudir tal decisión. Fijaos, por ejemplo, en lo que ocurriría con la frasecita que me he sacado de la manga unas líneas más arriba si fuera sometida a tan razonable reforma:
Fase 1. Tachado:
Los ciudadanos y las ciudadanas españoles y españolas comprometidos y comprometidas con los ideales republicanos se lanzaron a las calles para defenderlos el 18 de julio de 1936, con el trágico resultado de que muchos y muchas de ellos y ellas perdieron la vida.
Fase 2. Texto definitivo corregido y muy mejorado:
Los ciudadanos españoles comprometidos con los ideales republicanos se lanzaron a las calles para defenderlos el 18 de julio de 1936, con el trágico resultado de que muchos de ellos perdieron la vida.
Como suele suceder en las refutaciones del estúpido e irracional lenguaje inclusivo, bastan sencillísimas demostraciones como la que acabamos de ver para probar que es un completo disparate. Una frase simple y clara, con la sobrecarga inclusiva, se hace pesada y farragosa, con lo que, además, su comprensión se dificulta. Esta es la gran verdad que no les entra en la cabeza a los defensores de esa abominación: que atenta contra un principio universal y muy útil en la comunicación: la economía del lenguaje. Pues bien, por actuar en defensa de esta gran verdad y por hacer lo que un profesor debe hacer, es decir, enseñarles a sus alumnos lo correcto y erradicar el error, en suma, por llevar a cabo una acción elemental, inocente, justa y de irrefutable sentido común, a J. P. S. se le han echado encima los comisarios políticos del wokismo, en defensa cerril de la ignorancia y, MUCHO OJO CON ESTO, con el propósito de castigar a alguien que no se come sus ruedas de molino.
¿Quiénes han sido los Torquemadas tercermilenarios que se han lanzado sobre él? Los medios hablan de tres colectivos: las familias, las AMPAS y los sindicatos. En cuanto a las primeras, debo entender que se trata de la típica queja que algunos padres de alumnos del centro habrán elevado a la dirección. Debo explicar algo que no todo el mundo sabe: que en la vida escolar, la expresión "los padres", a no ser que se especifique cuántos y a ser posible cuáles, es muy a menudo un arma arrojadiza rellena tan solo de intereses inconfesables. Y, en este caso concreto, es muy probable que así sea. Supongamos que el IES "Las Salinas" tiene quinientos alumnos, cosa que arrojaría, grosso modo, la cifra de quinientas familias y mil progenitores, contando padres y madres. De acuerdo con esto, si no se especifica cuántos de ellos están descontentos (si se han quejado dos, tres, treinta o cien), utilizarlos como fuerza de choque puede ser una manipulación, porque son incontables las veces que he visto a directores (los peores, por supuesto) acudir a esos nebulosos "padres" para colar cualquier cacicada.
Poco diré de las AMPAS, pues todo el mundo sabe que están parasitadas en su mayoría por los partidos de izquierda, así que, al ser este del lenguaje inclusivo y otras fabulaciones wokistas un instrumento de guerra política de esa misma izquierda, era tan esperable como tramposa su participación en esta verbena, que supone además una cacería de un profesor, deporte al que son bastante aficionadas estas entidades.
Están, por último, los sindicatos, que, como era de esperar, de entre los muchos que hay, también los que se han significado en esta orgía han sido los de izquierdas, muy destacadamente, uno: STECyL, o sea, la representación en Castilla y León de la federación STE (Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza), que es la extrema izquierda del sindicalismo educativo. Cualquiera que vea a un sindicato dedicándose a aporrear a los trabajadores en lugar de defenderlos se quedará asombrado, a no ser que pertenezca al colectivo profesoral, que sabe muy bien que el sindicalismo de izquierdas, en educación, a lo que se dedica es a sus batallitas político-pedagógicas, aunque sea en perjuicio de los docentes. Ejemplos de ello hay a centenares, pero me bastará con mencionar dos: la LOGSE y la LOMLOE, dos desastres legales que suponen auténticos atentados contra la educación y la profesión docente y de los que el sindicalismo de izquierdas es coautor, cómplice y comprometidísimo impulsor. En el asunto que ahora nos ocupa, lo que digo queda demostrado con creces con las palabras que se permite una militante de STECyL llamada Cristina Fulconis:
Es un profesor que ha utilizado su clase para algo diferente de lo que se debería utilizar, que es dar una clase de Historia, así que lo primero que hacemos es condenar rotundamente este hecho.
Alguien le tendrá que dar un toque, porque eso que ha hecho no es algo que se deba hacer dentro de la libertad de cátedra, la libertad de cátedra no ampara saltarse la ley. La ley dice que hay que utilizar el lenguaje inclusivo.
Y se habrá quedado tan ancha. ¿Se imaginan que un día esta señora llega a ministra, o a consejera? Sería para echarse a temblar: ¡ay del que levantase la frente! Lo que decía de los sindicatos de izquierdas: lo suyo son las batallitas políticas de los partidos que los teledirigen, aunque sea, como en este caso, sobre los huesos de un profesor, para el que la representante de STECyL pide la represión pura y dura. Esta señora Fulconis no tiene ni idea de lo que es enseñar, pero es una maestra en mentir. J. P. S. ha hecho algo que es de lo primerito que le toca a un profesor: desterrar un error; J. P. S. ha hecho un uso dignísimo de la libertad de cátedra, nada menos que emplearla contra la burricie sembrada con la peor de las intenciones, aun sabiendo que se iban a lanzar sobre él los sectores educativos más siniestros y personajes como la señora Fulconis: eso es lo que hacen los auténticos maestros: poner la verdad ante todo; y por último: la ley no obliga a usar el lenguaje inclusivo (por ahora, aunque el totalitarismo está en ello), eso es una mentira repugnante de esta sindicalista.
A lo que se ha llegado, como colofón, es a un final esperpéntico: un buen profesor puesto en el punto de mira por hacer que sus alumnos pusieran bien lo que estaba mal y las autoridades regionales castellanoleonesas arrugándose ante el acoso del oscurantismo y pariendo esta "solución": consultar a la RAE, un disparate monumental. ¿De verdad que cada vez que cuatro ociosos se pongan histéricos por una corrección de aula va a tener que tomar cartas en el asunto la RAE? Pues que no les pase nada a los académicos, porque aulas en España hay cientos de miles y a la fuerza indomable de la estupidez, una vez movilizada, la veo capaz de meter las narices en todas y cada una de ellas.
Amigo J. P. S., colega, compañero: recibe desde aquí mi aplauso y mi apoyo. Has hecho lo que debe hacer un profesor y quizás, si todos los demás hicieran lo que tú (que es a lo que estarían obligados), conseguiríamos librar a nuestros niños y jóvenes de esta calamidad emburrecedora del lenguaje inclusivo.
1.- Contra esta aberración he escrito bastantes artículos. Os dejo aquí algunos enlaces:
-Unidas Podemos y su neolengua.
-Carmen Calvo, esa gran filóloga (incluye el revolcón que le dio la RAE).
-Propaganda institucional.