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martes, 24 de octubre de 2023

Sobre la persecución al profesor conocido como J. P. S.: reduplico mi aplauso y mi apoyo

   Al hilo de la kafkiana situación en la que se ha visto envuelto un profesor de Valladolid que, por hacer bien su trabajo, ha sido sometido al infame acoso de una capillita de inquisidores, aparece hoy una noticia que arroja nueva luz sobre el asunto. Como se recordará, el horrible delito que cometió ese profesor consistió en obligar a sus alumnos a corregir en sus libros de texto algunas cosas que estaban mal, y lo que nos desvela la noticia que os enlazo es cuáles fueron esas correcciones, que os presento aquí:

Texto original

Texto corregido

1. Jefatura del Estado: la corona

Jefatura del Estado: la Corona

2. Los actos del rey deben estar refrendados por el gobierno

 Los actos del rey deben estar refrendados por el Gobierno

3. El Congreso lo integran entre 300 y 400 diputadas y diputados elegidos por la ciudadanía cada cuatro años.

 El Congreso lo integran 350 diputados elegidos por los ciudadanos cada cuatro años.

4. El Senado […] está formado por senadores y senadoras de las provincias

  El Senado […] está formado por senadores de las provincias

5.

Poder ejecutivo: el gobierno

Está compuesto por el presidente o presidenta votado por el Congreso, y los vicepresidentes y vicepresidentas y las ministras y los ministros elegidos por la presidencia.  

 

Poder ejecutivo: el Gobierno

Está compuesto por el presidente, votado por el Congreso, y los vicepresidentes y los ministros elegidos por el presidente.

6. [El poder judicial] lo ejercen las juezas y los jueces y los magistrados y magistradas.

[El poder judicial] lo ejercen los jueces y los magistrados.

    Como puede verse, las correcciones son tan razonables e impecables que no puedo por menos que ratificarme en el apoyo de mi anterior artículo y multiplicar por diez la condena a quienes han tenido la indecencia de arremeter contra este profesor, pues no solo han obrado de un modo intolerablemente inquisitorial y sectario, sino que además se han coronado con el galardón de la asnalidad, al arremeter, en un alarde de ignorancia, contra quien hizo poner bien lo que estaba mal. Y tiene mayor delito cuando los firmantes de este atropello son profesores, buróctas amperos o padres de alumnos a los que ese profesor estaba dando las enseñanzas correctas frente a la pócima burricial que les suministraba la letra impresa de sus libros de texto, se lo tendrían que hacer ver las editoriales educativas, ya cometan estos despropósitos por sectarismo alineado con el error o por aquiescente sumisión, cosas ambas radicalmente reñidas con la extensión del saber que se suponía que estaba en sus manos.

    Os habréis fijado en que las correcciones se deben en general a razones de ortografía mal usada o de inclusión mal entendida. Creo que se defienden todas por sí solas (pues para algo existen unas reglas gramaticales), pero, aun así, quisiera comentar algunas de ellas. En la número 3, podría parecer que el profesor se ha equivocado, ya que la ley en efecto marca que el número de diputados será de entre 300 o 400, pero me voy a meter a interpretador y voy a decir que pienso que lo que ha hecho J. P. S., dado que ese número desde que estamos en democracia ha sido siempre de 350, ha sido ajustarse a los hechos, con el fin de clarificarles las cosas a sus alumnos, y he de decir que yo, en su caso, habría hecho lo mismo, como habría hecho cualquiera que sepa lo que es darles clases a alumnos de Secundaria, donde es muy sensato no andarse por las ramas. Si nos fijamos en las correcciones 3, 4, 5 y 6, basta con poner los ojos en ellas para que a uno se le disipen las dudas -si es que las tenía- acerca de la absurda, cacofónica y agramatical sobrecarga con que la "gramática" inclusiva emborrona los enunciados, sobrecarga que basta para condenarla de manera fulminante. Llamo también la atención sobre otro de los disparates de esta (ejem) gramática: el uso de sustitutivos para paliar la sangrante omisión que nuestra feroz, machista, fascista, excluyente y heteropatriarcal lengua perpetra sobre las mujeres. Así, en la frase número 3, J. P. S. tacha "la ciudadanía" y pone en su lugar "los ciudadanos", corrección de alcance no solo gramatical, sino de alcance político, pues esa abstracción que es la ciudadanía no elige a los diputados, sino que son los ciudadanos concretos quienes lo hacen, en el ejercicio de sus derechos. Algo parecido ocurre en la número 5, donde quita "la presidencia" y pone "el presidente", porque, nuevamente, la elección de sus colaboradores gubernamentales la hace, en uso de sus atribuciones, la persona que ejerce la presidencia, de nigún modo esta, que es un cargo, una abstracción jurídica. Puro sentido común, laudable hablar con propiedad y enseñar a los alumnos a hacerlo, en lugar de crear confusión, como habían hecho los libros de texto como ofrenda a la locura del lenguaje inclusivo, sectaria, necia y sembradora de necedad, algo imperdonable. Termino con una observación que ya he hecho otras veces: la gramática inclusiva (¿la qué inclusiva?) es tan insostenible que ella misma se incumple en sus construcciones concretas, como puede verse en la correción 3, donde, si siguiera sus propias reglas, en lugar de decir "diputadas y diputados elegidos por la ciudadanía", diría "diputadas y diputados elegidas y elegidos por la ciudadanía". El mismo error se comete en la corrección número cinco. 

    Conclusión: en un exiguo puñado de frases, J. P. S. ha barrido un considerable montón de errores y hasta disparates, de modo que la pregunta es esta: ¿cómo tienen las autoridades educativas (?) de España y las editoriales didácticas (?) la desvergüenza de castigar y confundir con esta aberración a los niños y los jóvenes a los que deberían instruir? 

    Que sigan haciéndolo es una dejación de sus obligaciones, un insulto a la inteligencia y al saber, una prevaricación en el caso de las autoridades y una estafa en el caso de las editoriales. 

    Que esto se haya agravado con el ataque de la horda ignorante a J. P. S. y su abandono por parte de la dirección de su centro, de la Consejería y (siento decirlo, a falta de pronunciamientos públicos y contundentes) de sus compañeros, produce amargura e impulsa al pesimismo sobre el porvenir de nuestra educación.  

   También produce esos estados el hecho de que, a estas alturas, J. P. S., en lugar de ir con la cabeza bien alta, siga teniendo que esconderse bajo unas siglas, mientras algunos de sus inquisidorzuelos (la sindicalista Cristina Fulconis, el ampero Juan Sánchez...) se han pronunciado desde el principio a cara descubierta, incluso con el desparpajo del que se siente en posesión de la verdad, cuando en realidad están observando unas conductas deploarables.

    Amigo J. P. S., te lo digo una vez más: tienes mi apoyo y mi aplauso. Ánimo y adelante, porque creo que vas a ganar, y aun pienso que esta victoria tuya, en apariencia pequeña, puede ser la chispa de una mucho mayor sobre las imposiciones caprichosas de la ignorancia sectaria. 

2 comentarios:

  1. Va a pringar y a modo, ejemplarmente; como la enfermera andaluza del hospital Valle Hebrón. Ahora el proceso a la dictadura plebiscitaria os alcanza a todos, más allá del Ebro y del Bidasoa. Pensabais que no os llegaría pero.....

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  2. El prusés en realidad, fue un golpe de Estado y, en efecto, ahora se ha hecho extensivo a toda España, pero corregido y aumentado, al ser absorbido por el de Sánchez, que es de alcance más largo. De todos modos, este profesor no va a pringar, porque las acusaciones que caen sobre él son mierda pura y, de hecho, la cosa ya está medio diluida. Además, si a alguien se le ocurriera sancionarle, él automáticamente podría resguardarse en la justicia ordinaria, que le ampararía seguro, con lo que la operación se volvería contra el chupatintas que la emprendiese, así que ninguno va a tener narices, ya ha habido casos parecidos y la trayectoria ha sido esta. Eso sí, reconozco que me he llevado dejar por la fantasía cuando he dicho que este asunto podría ser la chispa que iniciase el fin de la aberración inclusiva, porque se quedará en nada, como suele ocurrir aquí.

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