Vuestro amigo el guachimán, desde que la edad y los achaques le han apartado de prácticas deportivas como el fútbol, correr o el ciclismo, se consuela dando largos paseos urbanos o campestres. Para estos últimos, mi zona preferida es un paraje llamado Valdeloshielos, porque, a pie, lo tengo a diez minutos de mi casa. Allá por 2010, este espacio se hizo famoso porque el PP de Esperanza Aguirre, con el apoyo del PSOE de Jaime Lissavetzky, pretendió construir en él no uno, sino dos campos de golf, poniendo como excusa una futurible candidatura de Tres Cantos para celebrar la Ryder Cup y argumentando que se trataba de una zona de un valor ecológico y medioambiental muy pobre. La fuerte contestación de diversos sectores vecinales, ecologistas y políticos (en la que me honré en poner mi granito de arena) logró detener lo que no era sino una más de las múltiples operaciones especulativas de aquella época; se dio incluso la circunstancia de que, mientras Lissavetzky, entonces secretario de Estado para el Deporte con el Gobierno de Zapatero, la apoyaba, el PSOE de Tres Cantos hacía campaña contra ella, cosas de la política.
Valdeloshielos es un paraje campestre tal vez no maravilloso, pero sí muy bonito, y en primavera, cuando florecen los espinos, las encinas, los cantuesos, las amapolas y las hierbas del campo y su no pequeña diversidad botánica, está espectacular. ¡Qué decir de la fauna! Hoy he visto una bandada de al menos cuarenta tordos, y también dos milanos, y he oído cantar al cuco, por no hablar de la presencia de otras especies más corrientes. Hay, por supuesto, conejos a carretadas.
Andando por sus caminos he tenido encuentros muy singulares. Hará un par de años, oí un rumor por unos matorrales que tenía a pocos metros y al momento salió de detrás pegando botes torpemente un buitre leonado, que levantó el vuelo con dificultad y se marchó, ¡vaya pajarraco!, no sé a qué diablos habría aterrizado por allí. Hace un mes, al coronar una loma, de una chaparra que había al otro lado, saltó un corzo, que se puso a doscientos o trescientos metros en un suspiro. El año pasado por estas fechas, cuando bajaba por uno de los viales más anchos, se me cruzó un lagarto ocelado de treinta centímetros o más, con ese verde claro tan precioso que tienen, estos bichos ya no son fáciles de ver, no creáis.
Pero lo que no me habría esperado jamás es lo de hoy, porque hoy me ha pasado lo que a Caperucita: iba por el bosque y me he encontrado con el lobo. ¡Un lobo!, a un cuarto de hora andando de Tres Cantos y a quince o veinte kilómetros de Madrid. Iba por una zona arbolada no muy espesa, por una senda estrecha y, al doblar un recodo, lo he visto, a unos cincuenta metros, de grupa. Tenía un color pardo claro y era más o menos como un pastor alemán joven; al principio, he dudado, porque no sabía si era un perro o un lobo, pero lo que me ha extrañado es no ver a nadie por allí, porque los perros con que me cruzo por esa zona suelen ir con sus amos, sin embargo, cuando me he acercado más, se ha dado la vuelta (supongo que por haberme oído) y me ha visto, he salido de dudas, porque en ese momento ha salido disparado, cosa que no ha hecho jamás ninguno de los perros solos o acompañados con los que me he topado, pero sí todos los animales salvajes, tanto los que he mencionado más arriba como otros con que me he cruzado en otros lugares, que han sido dos ciervos, un zorro y dos o tres corzos. Parecía un lobo y lo era, porque ha huido a toda prisa, la reacción natural de todos los animales salvajes cuando ven a un ser humano. Se me ocurren muchas preguntas: ¿estaba solo? ¿Cómo había llegado hasta allí, perdido o con una manada? ¿De dónde venía? ¿Había bajado de la sierra de Guadarrama, donde dicen que los hay, atravesando por esos campos? ¿O salía de la finca de Tres Cantos, que está al lado de Valdeloshielos? Ahí, con toda seguridad, hay jabalíes, porque yo mismo he visto sus rastros. Parece ser que la finca es su hábitat, pero por las noches cruzan el cercado y salen a sus correrías al otro lado.
Con todo ese reparto, esta claro que Valdeloshielos es un espacio de un valor natural respetable. Voy a terminar subiendo aquí unas fotos que tengo, que os ayudarán a salir de dudas, si es que las teníais.
Por este sotillo he visto al lobo
Mi amiga la mariposa
Mi amigo el cantueso y sus vecinas
Este interesante relato de experimentado naturalista, podría ser el germen de una creación literaria más ambiciosa. Es sólo una idea, Pablo. 🌳🦌🐦🐺
ResponderEliminarIdea que se agradece, Pepe. A lo mejor un día... Tienes razón, porque hay ahí un excelente reparto.
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