Cuando hace no muchos días Alberto Núñez Feijoo advinó al mundo como la gran esperanza pepera que va a sacar a España de la infelice situación que atraviesa, una de las cosas que manifestó con más contundencia fue su disposición a que gobernase la lista más votada tras las elecciones que se celebraren. Esta fiebre también la padece Sánchez y no es ninguna novedad, ya que a lo largo de los años han sido muchas las ocasiones en que distintos líderes políticos, ante la perspectiva de unas elecciones cercanas, han formulado esta propuesta. Sorprende, sin embargo, que el señor Feijoo se descuelgue con ella precisamente ahora, ya que eso ya lo tenemos en España, pues en las elecciones de 2019 la lista más votada (120 escaños) fue la del partido que hoy gobierna, es decir, el PSOE, así que, si ya tiene lo que persigue, ¿por qué pretende Núñez Feijoo desalojar a Sánchez de La Moncloa? Misterios por resolver, pero hoy he visto en un telediario una de esas noticias breves que ponen como quien no quiere la cosa en la que se afirmaba que, según una encuesta, un alto porcentaje de la ciudadanía (más de un sesenta o un setenta por cien) es partidario de eso, o sea, de que gobierne la lista más votada: ay, ay, ay...: ya nos quieren meter en la cabeza que eso no solo es que sea buenísimo, sino que además lo estamos pidiendo a gritos nosotros mismos, mala cosa.
Como bastantes comentaristas de los que se han pronunciado, soy y he sido siempre contrario a esta imposición por principio de la lista más votada, pues, en contra de lo que demagógicamente sostienen los defensores de la idea, pienso que ni es lo más democrático ni representa el sentir popular y que además bloquea algo tan legítimo como las mayorías alcanzadas por pactos entre afines. Pongamos un sencillísimo ejemplo a base de dos preguntas muy realistas, proyectadas hacia las próximas elecciones generales (para las que, como mucho, queda año y medio) y recordando que nuestro Parlamento cuenta con 350 escaños:
1. Si el PSOE obtiene 139 diputados, el PP consigue 130 y Vox logra 50, ¿va a seguir don Alberto Núñez Feijoo defendiendo que gobierne la lista más votada?
2.- Si el PP obtiene 139 diputados, el PSOE consigue 130, Podemos logra 31 y entre ERC, el PNV, Bildu, Compromís y Junts suman 25, ¿va a seguir don Pedro Sánchez defendiendo que gobierne la lista más votada?
Responda cada cual lo que le parezca e incluso entreténgase con el jueguecito especulativo que puede practicarse con estas preguntas. Por lo que a mí respecta, lo tengo muy claro: la respuesta sería NO en ambos casos y nos íbamos a echar unas buenas risas viendo a don Alberto o a don Pedro inventar trolas y excusas cuando se les preguntase acerca del cambio de postura. ¿Que por qué lo tengo tan claro? Muy sencillo: porque, como ya he dicho, existen precedentes. Esos políticos que alguna vez defendieron que gobernase la lista más votada lo hicieron siempre ocultando intereses particulares bajo pomposas proclamas demagógicas y, si se dio la circunstancia -que más de una vez se ha dado- de que les convenía olvidar su propuesta, lo hicieron todos sin vacilar.
Siempre que este canto de sirena ha llegado entre procelosas brumas a nuestros oídos, insisto, ha sido ocultando intereses inconfesados o incluso inconfesables: ¿cuáles serán esta vez?
En una democracia parlamentaria en la que rige el sistema de representación proporcional y en el que para investir a un presidente del gobierno, para sustituirlo tras una moción de censura o para aprobar el presupuesto se requiere la mayoría de la cámara baja, no tiene sentido que gobierne la lista más votada si hay una mayoría alternativa que tenga cierta coherencia. Justamente lo que supone forzar el espíritu de la ley, aunque no la letra, es formar una mayoría artificial, como la del gobierno Frankenstein, que no garantiza la estabilidad ni la coherencia. Lo que se quiere decir con esa oferta de pacto a favor de la lista más votada es evitar pactos con extremos. Pero nadie puede pedir a la oposición que no pacte para derribar la exigua mayoría de una lista más votada que suma menos que el resto de la cámara. Ni nadie se puede fiar de que esa norma no escrita, incluso contraria a lo que es una democracia parlamentaria, se respete. Si tras las elecciones de 2023 hubiera una mayoría entre varios partidos que formaran una coalición coherente, esa propuesta de que gobernara la lista más votada, carecería de sentido.
ResponderEliminarNaturalmente, Mariano. Este artículo va contra el cinismo y la caradura de Feijoo (y de todos los que, cuando les conviene, vienen con esta monserga de la lista más votada, entre ellos, Sánchez). Mal comienzo el de Feijoo, empieza tomándonos por idiotas. Lo que a él le estorba es Vox, pero eso no se atreve a decirlo en voz alta, ni tampoco jugar a la carta Vox = extrema derecha, primero, porque Vox no lo es; segundo, porque ya lo hizo Casado con las consecuencias a la vista y tercero, porque eso sería maniatarse para futuros pactos más que previsibles y hacerle el juego al cínico de Sánchez, que es capaz de lanzar anatemas contra Vox al tiempo que pacta con golpistas de verdad y terroristas de verdad. Feijoo no puede tener la jeta de presentarse defendiendo la lista más votada sin más matices y esperar que el electorado entienda el eufemismo. Si cree que Vox es un partido extremista o quiere sacar provecho de pintarlo así, que se moje, que lo diga a las claras y sin gallegadas, pero también que asuma las consecuencias (y ahí se le aparece la sombra de Casado). Y, para colmo, lo suelta cuando ahora gobierna una lista más votada sostenida por una mayoría abyecta y con unos mercadeos muy perjudiciales para la nación y la sociedad. Precios que estamos pagando para ser gobernados por una lista más votada: tener una ministra creadora de conflictos como Irene Montero o el ridículo como país que estamos haciendo con lo de Pegasus, entre otras mil cosas. ¿Quiere Feijoo que tras las próximas elecciones haya un pacto PP-PSOE (o Feijoo-Sánchez) con gobierno del más votado de los dos? Pues que lo diga claro y acepte los riesgos.
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