Me pongo a ver la sesión de hoy sobre la investidura (que parece problemática) de Pedro Sánchez y le llega el turno al grupo-menestra en el que conviven algunos de los partidillos de alcance regional que existen en España, lo que me brinda el dudoso placer de escuchar a Laura Borrás (Junts per Catalunya) y Merche Aizpurúa (EH Bildu). Entre la sesión de ayer y la de hoy, se han vertido en este debate intervenciones, frases y palabras que van de lo brillante a lo penoso, así como verdades y mentiras de diverso tamaño y condición. La intervención de Laura Borrás ha sido un discurso de tono soporífero salpicado de ridículas cursilerías, mientras que la de Aizpurúa, por sus palabras y por su ritmo, ha tenido las resonancias bélicas habituales en la parla del aberchalismo, que siempre parece tener como música de fondo tambores y trompas de batalla. Ahora bien, en una cosa han sido las dos iguales: sus intervenciones han rebosado de mentiras y han dado cabida a las más repugnantes y monstruosas que se han oído en este debate: las que han querido blanquear el odio, la discordia, el golpismo y hasta el asesinato. Quien quiera comprobarlo, que busque en los archivos digitales; yo voy a limitarme a dos ejemplos pequeños pero significativos.
No sé si por cinismo, por torpeza o por ambas cosas, al principio de su intervención, la señora Aizpurúa ha dicho que EH Bildu es una formación que "pone la vida en el centro". ¿En el centro de qué? ¿De la diana? No sé, teniendo en cuenta la genealogía de este partido...
Laura Borrás ha coronado su rosario de estupideces, delirios, tergiversaciones y mentiras diciendo que la justicia española ha acusado a esos golpistas a los que ella defiende por unos hechos que no están tipificados en nuestras leyes. Naturalmente, lo que quiere decir es, una vez más, esa mentira que el separatismo ha sembrado con contumacia: que a los procesados se les ha acusado de rebelión, pero los hechos que cometieron no se ajustan a la definición de ese delito en nuestras leyes.
Si eso es verdad o no, puede comprobarse yendo al artículo 472 de nuestro Código Penal, que es el que define y delimita el delito de rebelión. Aquí lo tenéis:
Artículo 472.
Son reos del delito de rebelión los que se alzaren
violenta y públicamente para cualquiera de los fines siguientes:
1.º Derogar,
suspender o modificar total o parcialmente la Constitución.
2.º Destituir o despojar en todo o
en parte de sus prerrogativas y facultades al Rey o a la Reina, al Regente o
miembros de la Regencia, u obligarles a ejecutar un acto contrario a su
voluntad.
3.º Impedir
la libre celebración de elecciones para cargos públicos.
4.º Disolver
las Cortes Generales, el Congreso de los Diputados, el Senado o cualquier Asamblea
Legislativa de una Comunidad Autónoma, impedir que se reúnan, deliberen o
resuelvan, arrancarles alguna resolución o sustraerles alguna de sus
atribuciones o competencias.
5.º Declarar
la independencia de una parte del territorio nacional.
6.º Sustituir
por otro el Gobierno de la Nación o el Consejo de Gobierno de una Comunidad
Autónoma, o usar o ejercer por sí o despojar al Gobierno o Consejo de Gobierno
de una Comunidad Autónoma, o a cualquiera de sus miembros de sus facultades, o
impedirles o coartarles su libre ejercicio, u obligar a cualquiera de ellos a
ejecutar actos contrarios a su voluntad.
7.º Sustraer
cualquier clase de fuerza armada a la obediencia del Gobierno.
¿Podría alguien negar que los autores del golpe separatista cometieron al menos lo señalado en los puntos 1º, 4º, 5º, 6º y 7º? Y todavía se atreven, por boca de la señora Borrás, a ponerlo en duda nada menos que en el Congreso de los Diputados. En cuanto al tan traído y llevado asunto de la violencia, como ha quedado demostrado en el juicio en el Tribunal Supremo, los golpistas la ejercieron en diversas formas, circunstancias y momentos, pero, como parece que algunos, con intención sesgada, usan de ella un concepto muy limitado, os dejo aquí unas definiciones sacadas del diccionario de la RAE, las cuales colocan el término en su alcance exacto:
Violencia: 1. Cualidad de violento. 3. Acción violenta o contra el
natural modo de proceder.
Violento: 3. Que implica una fuerza e intensidad extraordinarias.
4. Que implica el uso de la fuerza física o moral.
La violencia, pues, puede ser moral, como, por ejemplo, cuando abusas de tu superior fuerza parlamentaria para dictar leyes que se salen de tus atribuciones y rompen la convivencia, o física, como cuando destrozas coches, pegas a los guardias, agredes o intimidas a quienes no piensan como tú o usas a miles de personas para rodear el edificio donde los agentes de la ley están hallando pruebas que te delatan. Todo eso lo hicieron los facciosos del bando de la señora Borrás y de nada servirán sus mentiras para ocultarlo.
La violencia, pues, puede ser moral, como, por ejemplo, cuando abusas de tu superior fuerza parlamentaria para dictar leyes que se salen de tus atribuciones y rompen la convivencia, o física, como cuando destrozas coches, pegas a los guardias, agredes o intimidas a quienes no piensan como tú o usas a miles de personas para rodear el edificio donde los agentes de la ley están hallando pruebas que te delatan. Todo eso lo hicieron los facciosos del bando de la señora Borrás y de nada servirán sus mentiras para ocultarlo.
Pero a ver, tantos años en Madrid le han nublado el juicio. Eso de la lógica y la coherencia son cosas para la charnegada y los aspañols; servidumbres, no? Pues para las clases subalternas y las bestias taradas. Los de sangre limpia no nos ceñimos a tales minucias. No lo puede entender porque no es usted catalá
ResponderEliminarNo puedo darle razón porque este artículo no lo he escrito en Madrid, sino en Castilla La Mancha, que es otra de mis diversas patrias chicas de adopción, aunque, ahora que lo dice, a ver si va a ser que, en cuanto uno sale de Cataluña, aunque sea de allí, se le nubla "tó". Hablando ya más en serio, hace un par de meses, estuve unos días en Cataluña y una tarde me acerqué a Torredembarra. Estuve no más de una hora y lo poco que vi de pintadas, banderas y hasta cartelería oficial me hizo captar de forma aproximada lo que debe de ser hoy vivir en un pueblo catalán no muy grande y no estar con los golpistas: se te ponen los pelos de punta. Y luego te viene la señora Borrás con sus fábulas podridas. Es muy fuerte oír a los segregacionistas presentarse como víctimas de persecución.
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