Ayer por la tarde, cuando leía que la Asamblea de Madrid había aprobado una proposición no de ley en la que instaba al Gobierno de la comunidad a regular los deberes escolares, no daba crédito a lo que veía. Parece ser que los señores de Ciudadanos (autores de la proposición) están convencidos de que los escolares madrileños hacen demasiados deberes y por tanto estos deben limitarse; parece ser que los del PSOE y Podemos piensan lo mismo, ya que les apoyan, y, por último, deberíamos pensar que esta feria a los del PP les trae sin cuidado, pues se abstuvieron.
Uno de los problemas que padece España es que nuestros políticos tienen muy poca seriedad. A menudo vemos como eluden abordar, por pereza o por conveniencia, temas que son de verdadera importancia para la sociedad pero que resultan arduos o ellos sospechan que les pueden restar votos, mientras que, en cambio, están dispuestos a afrontar mil dificultades cuando barruntan un provecho particular (bien sea personal o de partido), o a poner en marcha sin pararse a reflexionar un segundo el quilombo más disparatado si ellos intuyen que les va a granjear votos y simpatías, incluso aunque con el paso del tiempo ese quilombo se demuestre inútil o hasta perjudicial, como está sucediendo en el campo de la enseñanza con el bilingüismo (aunque los gobernantes madrileños quieran ignorar los datos que lo demuestran). Parémonos a pensar un momento en esta catástrofe mantenida contra viento y marea: ¿cuáles fueron los estudios que lo avalaron? Si es que hay alguno, debe reputarse como falso o, a estas alturas, desmentido por la realidad. ¿Cuál era la necesidad real que lo demandaba? Ninguna, porque la esgrimida incompetencia de los españoles en idiomas, aparte de discutible y matizable, en todo caso, no justificaría un despropósito como el programa bilingüe.
En estas mismas inconsistentes coordenadas me temo que se ha movido la actual iniciativa de Ciudadanos jaleada por PSOE y Podemos: ¿en qué motivaciones se han fundado para ponerla en marcha? No le den muchas vueltas, porque, además, las conocen tan bien como yo: sin duda alguna, en la cruzada contra los deberes que hace algún tiempo emprendió doña Eva Bailén. Hay que decirlo bien alto: la demagogia de Ciudadanos y sus ocasionales aliados les ha llevado a solicitar medidas sobre un tema en el que lo ignoran todo basándose simplemente en una campaña en internet y guiados por un penoso afán de cazar votos fáciles mediante el truco de fingir una sensibilidad de la que carecen, pues se han lanzado a la piscina, repito, desconociendo el tema por completo. Sobre la iniciativa en sí ha sacado ya una nota de rechazo el sindicato ANPE (donde algo sabrán de deberes) y, en cuanto a la iniciativa de la señora Bailén, la analicé en dos artículos, donde creo que demostré muy bien que tiene escasos fundamentos y es muy manipuladora y poco veraz. Aquí los tenéis:
2. Una de deberes.
Desconozco la situación personal de esta señora y sus hijos, pero me temo que ha cometido el exceso de elevar a general un problema que era particular suyo y me ratifico en afearle sus inexactitudes y el innegable tufo de resentimiento contra los profesores que despide su vídeo. ¿Existe realmente un problema generalizado con los deberes? Miren ustedes: les habla alguien que, con todos mis respetos, de ese asunto cree saber más que doña Eva Bailén y los diputados solicitantes, pues lo ha contemplado como padre y lo maneja y ha reflexionado mucho sobre él como profesor y con los datos reales que esta condición le aporta. No se puede decir que exista tal problema general. De toda la vida, los estudiantes y escolares han tenido que sacrificar parte de su tiempo en la realización de deberes y tareas, y eso es un tributo que deberán seguir pagando, pues son un elemento esencial de su formación y aprendizaje: he dicho esencial, o sea, imprescindible, a no ser que no nos importe que esa formación se empobrezca. Si esta es la elección de la señora Bailén, que la aplique a sus hijos y nos deje en paz a los demás; si es la de los diputados autonómicos, ellos ya tienen que actuar con más responsabilidad, porque regulan la vida pública, así que les pediría que se informasen bien antes de actuar. De lo que sé que ha ocurrido desde siempre, de lo que he visto como padre y de mi experiencia profesional, saco que, al final, el sacrificio que representan en conjunto los deberes, además de merecer la pena por lo mucho que aportan, en general, tampoco es excesivo ni dramático, porque en el conjunto de la vida escolar no es para tanto, los que a veces se hacen de más se compensan con los que a veces se hacen de menos (los cuales ignora olímpicamente la señora Bailén) y, a fin de cuentas, tampoco podemos pedir que nuestros niños y jóvenes estén exentos de obligaciones. Por último, les pediría a la señora Bailén y a sus señorías que no se pongan catastróficos ni nos quieran liar: mirando las cosas en conjunto y con serenidad, todos sabemos muy bien que nuestros niños y jóvenes disponen de tiempo libre más que suficiente.
Porque, además, hay otra cuestión. Demostrando una vez más su ignorancia sobre el tema, los diputados proponen que se tomen medidas de coordinación para que se racionalicen los deberes (señalo de paso que este es uno de los elementos que desenmascaran que su petición se basa en la muy particular cruzada de la señora Bailén, porque esta "solución" se maneja en la noticia que le dedicó "El País"), cosa que solo tendría sentido en Secundaria y que, como cualquiera que conozca esta etapa sabe muy bien, sería inviable. O a lo mejor sería viable, pero reduciendo los deberes a la nada, cosa que, bien mirado, a lo mejor hasta aplaudirían unos políticos completamente legos que, en su mayoría, ven con buenos ojos la reducción de los contenidos que ya se está perpetrando. Pero no se trata de eso y el problema es complejo, ya que concurren en él múltiples factores: la diferencia de etapas, el diferente número de profesores que se tienen en cada una de ellas, la diferencia de profesores (unos piden mucho, otros poco, otros -como hago yo- procuran que los chicos hagan parte de los deberes en clase, otros no piden nada...), la diferencia de cursos, la diferencia de asignaturas, la diferencia de centros, la diferencia de orientaciones de estos, la diferencia de familias (algunas son favorables a que se pongan muchos deberes), la diferencia de épocas del curso... ¿Cómo "coordinamos" esto? No se puede, porque en esta vida no todo es posible, piensen lo que piensen algunos voluntaristas un tanto inmaduros, así que les pediría a la señora Bailén, a los diputados de Ciudadanos y a otros aficionados a "arreglar" lo que desconocen que no nos propongan soluciones, pues estoy tan seguro de que las encontrarían como de que serían catastróficas.
Los más atentos habréis visto que me he dejado (lo he hecho aposta) el factor principal, ese del que los amigos de descubrir la escuela ideal suelen olvidarse: el alumno, al cual, cuando quieren y les conviene, esos mismos idealistas suelen calificar demagógicamente como el centro del proceso educativo y cosas así. En efecto: lo es, pero para lo bueno y para lo malo, para recibir y para dar, para que le ayudemos y para esforzarse. Y de esto, créanme, también sé un poco, porque llevo más de treinta años viendo a mis alumnos trabajar. Una cosa graciosa: a veces, cuando sé que he puesto mucho trabajo, organizo la clase para que les queden 20 o 30 minutos para ir adelantando y, como resulta que cada uno es como es y trabaja como trabaja y se concentra como se concentra, tengo constatado esto: que, al salir de esas clases, algunos tienen esos ejercicios terminados o casi, mientras que otros han hecho apenas cuatro líneas, y eso, pinchándoles. Este factor es crucial y, aunque se disgusten en la Asamblea de Madrid, el principal responsable de "coordinarlo" es cada alumno, vamos a dejarnos de demagogias buenistas. Y aún añado más: cuando los alumnos salen del centro, su tiempo es suyo y se lo organizan como quieren, pero también como les indican sus padres. ¿También va a "coordinar" esto la Asamblea de Madrid? Pues, siendo honestos y coherentes, debería, ya que también cuenta -y mucho- en el asunto que nos traemos entre manos. Y todos sabemos que los chicos, además de sus deberes, tienen sus amigos, sus actividades deportivas, sus actividades culturales, su ocio, su televisión, sus videoconsolas, su smartphone... Lo que percibimos desde la escuela y a veces nos cuentan algunos padres es que muchos chicos tienden a hipertrofiar el tiempo que dedican a una parte de estos intereses, por ejemplo: a pasarse la tarde con los videojuegos o a no descolgarse del smartphone, con el consiguiente detrimento para los demás y, en ocasiones, para los rendimientos escolares. Sé muy bien que, distribuyendo bien las 168 horas que tiene una semana, da tiempo de sobra para todo, para el deber y para el placer, para estudiar con rendimientos óptimos y para no por ello dejar de pasárselo muy bien, pero hay que organizarse con inteligencia y seriedad, como les aconsejo a mis alumnos y en su día les aconsejé a mis hijos. Y funciona, lo he visto con mis propios ojos, pero es para ello inexcusable estar dispuesto a sacrificarse un poquito.
Tirar contra la escuela es muy fácil, pero nefasto a la larga para la sociedad, así que no está bien que los diputados de la Asamblea de Madrid se apunten a este pim pam pum; también a ellos les pediría seriedad e inteligencia. Si quieren ayudar a la enseñanza, aquí tienen un listado de problemas que la aquejan de verdad, problemas de fondo: que se dejen de vistosos aspavientos sobre naderías y les hinquen el diente a estos, que, como son difíciles y de envergadura, les servirán para demostrarse y demostrarnos que están donde están para hacer que las cosas mejoren.
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