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jueves, 18 de febrero de 2016

Un espinoso asunto de maltrato... ¿de quién a quién?

  

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María Salmerón Parrilla
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Antonio Ruiz Daza
   Supongo que recordaréis que la semana pasada causó bastante revuelo el caso de María Salmerón Parrilla, una sevillana que estuvo a punto de entrar en prisión por sus reiterados incumplimientos en el régimen de visitas que tenía fijado desde hace tiempo para que su exmarido, Antonio Ruiz Daza, visitara a la hija de ambos. María protagonizó una corajuda resistencia a su ingreso en prisión y también a que Antonio visitara a su hija, alegando que no podía permitir que la joven -de 16 años- tuviese relación con un padre al que no quiere ver y que está además condenado por maltrato. Finalmente, el pasado cinco de febrero, un indulto parcial concedido in extremis por el Gobierno evitaba que María ingresara en prisión, pero la obligaba a 40 días de trabajos comunitarios y a pagar una multa, pues no se podía pasar por alto que era el segundo que obtenía por los mismos motivos. Esta solución tampoco la dejaba satisfecha del todo y yo mismo pude oírla en la radio anunciando que la iba a recurrir. El asunto proyectó sobre María una imagen de víctima de la injusticia: que pudiera ingresar en prisión una maltratada por impedir que su maltratador se viera con su hija era un atropello que escandalizó a medios políticos y comunicativos, que se volcaron en su defensa. En andaluces.es podéis leer la increíble y triste historia de María Salmerón y la justicia desalmada.  
    El pasado día 14, no obstante, publicaba "El Mundo" un reportaje titulado "El maltratado he sido yo", en el cual Antonio Ruiz Daza cuenta su versión de los hechos. María dice que su marido la maltrataba psicológicamente y que la humillaba y que de ahí viene su radical oposición desde el primer momento a que viera a su hija; Antonio dice que se separaron por los problemas psíquicos de ella y que, mientras estuvieron juntos, la animó a estudiar; María dice que su exmarido consiguió a base de denuncias que se le concediera un injusto régimen de visitas; Antonio dice que ella le dijo que jamás vería a su hija desde el momento en que supo que la dejaba y que le ha puesto en los juzgados 20 denuncias por maltrato, de las que solo ha prosperado una.  Esta guerra la arrastran desde 2001, año de su separación. Si queréis conocer más, ahí tenéis los enlaces.
   ¿Quién miente? ¿Ha sido Antonio un maltratador tan vil que no merece por tanto ni ver a su hija? ¿Es María una manipuladora que se ha ensañado con su exmarido? Mirando los hechos estrictos, las condenas que ha tenido Antonio ya están cumplidas, mientras que María ha ido eludiendo las que le han sido impuestas, con menoscabo de los derechos de su excónyuge, lo que hace que nos planteemos algunas preguntas: ¿estará María abusando de una condición de maltratada que su marido niega? ¿ha estado a punto de ser víctima de una injusticia o, por el contrario, a base de manipular a la opinión pública está consiguiendo que no se haga justicia? Si es lo primero, tendremos todos que alegrarnos por ella, pero, si es lo segundo, nos hallamos ante un inquietante caso de abuso de esa posición ventajosa que nuestras leyes conceden a las mujeres en este tipo de asuntos, condición que ha sido señalada incluso desde sectores jurídicos. Hay que tener mucho cuidado con esto; la corrección política y el papanatismo "progre" son campos muy abonados para quienes practican el victimismo y sería bueno que en España empezásemos a ver estos asuntos como más frialdad, porque, aunque algunas leyes parezcan suponerlo, ni todos los hombres son monstruos ni todas las mujeres son seres angelicales. Pero la corrección política en esto está funcionando como una feroz inquisición: cuando al juez Serrano Castro de mi anterior enlace se le ocurrió decir lo que dijo, desde sectores autodenominados progresistas le llovieron porrazos y algo parecido le pasó a Albert Rivera en las últimas elecciones: se le ocurrió insinuar que tal vez habría que revisar la ley de violencia de género y provocó una reacción que le obligó a recoger velas de inmediato. Siempre he creído que este episodio fue uno de los factores que le hicieron ganar menos votos de los que esperaba: con ciertos poderes fácticos no se juega.    

2 comentarios:

  1. Basándome en un interesante artículo, dejo una reflexión sobre el espinoso problema del maltrato de la mujer o de la violencia de género, que no se va a solucionar con los insistentes partes de sucesos ni dejándonos cegar por el lenguaje emocional.

    http://medymel.blogspot.com.es/2015/11/alrededor-de-la-violencia-de-genero.html

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  2. Leí esa entrada tuya en su momento, Pepe, y me parece muy acertada.

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