Un día del proceloso 2011, año crucial de una nefasta época en la que los
españoles contemplábamos como a diario se nos recortaban derechos, perdíamos
puestos de trabajo, se cometían abusos e iban desvelándose casos de corrupción
que implicaban a personajes que se habían enriquecido mientras arruinaban al
país, a la hoy concejal de Madrid Rita Maestre se le ocurrió desnudar parte de
su anatomía en una protesta que se quejaba, entre otras cosas, de que una
universidad pública de un país aconfesional como España mantuviera un templo de
una determinada religión, la católica. No tengo nada contra la religión
católica, creo que la paz de los templos debe respetarse como me gustaría que
se respetase la de mi casa y estoy de acuerdo con que algunas de las groserías
que se gritaron en aquella protesta eran lamentables, pero… Pero más lamentable
es el hecho contra el que protestaba la señora Maestre: si queremos blasonar de
país democrático y aconfesional, la existencia de la capilla de la Complutense
es una incongruencia que nos pone en duda, como nos pone en duda cualquier muestra de presencia de lo religioso -que es particular- en ámbitos de lo general y público; el ejemplo más grave de esas muestras es la presencia de la asignatura de religión en los programas educativos, algo que no es sostenible. Estas incongruencias deberían haberse resuelto hace mucho tiempo, pero no parece que quienes suelen gobernar estén muy dispuestos a ello.
Puede parecer que me pongo maximalista, pero es incortrovertible esto que pienso: si se hubiese tenido la coherencia de eliminar la iregularidad que la provocó, la esperpéntica protesta en que tomó parte Rita Maestre no se habría producido: o sea, otro problema que se habría evitado se se hubiesen hecho las cosas bien. Pero el hecho es que se produjo y, por esas descompensaciones que existen en nuestro país, los actos de sus participantes sí que han tenido la atención de nuestras autoridades. En cuanto a la condena que
corresponda a la edil (no he oído que se vaya a condenar a otros por gritar las groserías que gritaron), no voy a discutir que quizás se merezca alguna por la invasión del templo ni por cuál sería, pero, desde luego, encarcelar a una mujer por quedarse en sujetador me parecería una aberración que nos acercaría un poquito a esos energúmenos del Estado Islámico a quienes con tanta razón criticamos. Tengo muy clara una cosa: toda esta campaña de la ofensa a los sentimientos religiosos por una nimiedad, la están moviendo los medios políticos y comunicativos más cavernícolas, asociados con sectores religiosos revanchistas y apocalípticos que me hacen dudar muy seriamente de su caridad evangélica.
Pero a mí lo que me importa es mi país, en el que, desde que el PP se alzó con el gobierno en 2011, hemos podido todos contemplar un brutal movimiento de involución, de siega de derechos y libertades y de actos represivos. ¿Podría alguien negar que lo que se ha levantado en torno a Rita Maestre es un linchamiento con tufo a la España más negra e inquisitorial? ¿Podría alguien negar que cada vez es aquí más fuerte un espíritu represivo que recuerda a esa España cateta, ultraconservadora, triste y pobre de la que creíamos haber salido? ¿Podría alguien negar que este tipo de cosas son incompatibles con una verdadera democracia? Yo esa España injusta y con olor a sotana apolillada no la quiero, porque además de ser abominable, era una España de miseria, que nadie lo olvide.
¿Condenarán a prisión a Rita Maestre por quedarse en sujetador? Podría ser, pero imaginen por un momento este titular el día de mañana
en cualquier periódico extranjero: “España: encarcelada por un año una mujer por
quedarse en sujetador en una capilla”. ¿Qué pensarían de nosotros las mentes civilizadas? ¿A qué clase de mentes les parecería una gran noticia?
Nada, hombre, que la metan en la cárcel.
¿Rita Maestre se habría quedado en sujetador en la mezquita de la M30? ¿Y en un aula donde una alumna vestida como una monja de clausura te censura una clase y se sale de ella? Una clase de instituto y yo era la profesora. Me parece que hay mucha "valentía" hipócrita suelta.
ResponderEliminarPero eso no da la razón a los que mantienen esas aberrantes peticiones contra ella, Hesperetusa. La petición de un año de cárcel por esa memez de quedarse en sujetador nos acerca más a la cerrilidad puritana de las mezquitas o las iglesias de los años 50 que a la justicia proporcionada de un país avanzado. Este último es el mejor modelo, al menos, según mi parecer.
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