Hace ya algún tiempo, empecé a recibir en este blog comentarios firmados con el nombre de Molina de Tirso. Como siempre que aparece algún nuevo comentarista en esta garita, busqué quién podía estar detrás de ese nombre y llegué a La azotea de Molina, un blog dedicado a asuntos como la creación literaria, la crítica de libros y películas o el análisis político, del cual leí algunos artículos, que me parecieron muy bien escritos. Su autora era Joaquina F. Montuenga, de quien posteriormente supe que participa en algunos blogs de carácter colectivo y tiene además otro particular titulado Orlandiana, en el que hace reseñas de libros también muy bien escritas y con un enfoque muy personal, libre y perspicaz. Pasados algunos meses, entablé amistad personal con Joaquina y descubrí que su afición por la literatura va más allá de la crítica en internet y otros medios, ya que ha sido profesora de talleres literarios, participa en revistas y actividades de carácter cultural y es autora de una novela titulada Algo queda de ti (en colaboración con Rosa Montesa) y una colección de relatos titulada Lo que no duerme.
Tiene además un poemario titulado Naturaleza viva con sombrero hongo, el cual os presento en este artículo. Su punto de partida fue un hecho dramático, el fallecimiento, a edad muy temprana, de su hermana Maite, que produjo en la autora un intenso sentimiento de dolor. Su estado de ánimo se refleja a lo largo del libro, que se divide en tres partes.
La primera de ellas se titula Camino de aire y materializa la resistencia a aceptar la pérdida, como se aprecia en el comienzo del poema "Transcurre, de continuo, el abandono":
No voy a apartarme ahora,nunca esperaré a que te desvanezcas como vapor de llanto
cuando te tengo sujeta en el abrazo,
hermana, desplomado el rostro, la melena
completa derramándose. El alivio.
Yerta la piel, la carne de mi sangre.
Una malva en tus labios florece la ceniza.
O en estos versos que selecciono del titulado "El regreso posible":
Si quieres navegar de nuevo por estas latitudes
da la espalda a la lámpara que llevas en la mano.
Acaricia las hojas de las acacias mustias
que siguen esperando al borde de la acera
a que, un día, llueva melancolía la nube.
[...]
Si quieres te sujeto la mano
y das el salto. No ha dejado de haber
luciérnagas y grillos.
No se ha roto el misterio
de lo que no se entiende. Espero todavía que el teléfono suene
y tú silbes palabras entrecortadas, quejas.
Los niños siguen siendo mejores que nosotros,
los caminos de aire llegan a cualquier sitio
menos a ti, parece.
Sigue amaneciendo todas las madrugadas.
A pesar de nosotros. Pues a veces diría
que nos ha amordazado con su manto la noche.
Continúa, como digo, la vida igual que siempre.
Y maite en vasco, aún,
quiere decir amada.
La segunda parte se titula Vasos comunicándose y sus poemas resultan más universales, abstractos y pesimistas, como puede verse en este fragmento del titulado "Endosfera":
Van sucediéndose las estacionesdel año, del metro, de nuestro vía crucis.
En cada gota el día se refleja, refulge.
Flor de fulgores.
Esencia que genera conchas de tortuga.
Un campo de arroz reposando bajo el amanecer de
madera labrada.
Plata visceral, cuna de la carne.
Vértigo abismado en las tormentas.
O en estos otros, con los que comienza "El siglo acaba ya, y sin embargo...":
Sueño interminable.
En la luz lechosa del amanecer empapado de lluvia,
impregnado de smog.
Esqueletos tendidos a secar a la luna.
Para culminar en el último poema del apartado, que también lleva el título de "Vasos comunicándose":
Asomarse al último punto de la tierra.Un mar bravío espumea abajo.
Tanto podría ser féretro como lecho acogedor: un vaso.
Sabido es que los vasos que así se comunican con otros
océanos terrestres
se igualan en altura y contenido.
Lleno está este de guerra.
Plagas. Dolor.
¿Qué contendrá el que ve este hombre ahora?
Sí, aquel que se acobarda con el viento.
Hace días que está observando el líquido.
Ese turbio, oscilante licor
que se derrama.
El título de la tercera parte, Concierto en mí, es indicativo de que la autora se desplaza hacia un terreno más intimista, recalcado por el dominio de la primera persona gramatical. He aquí el primero de sus poemas, "Consagración":
Los envarados gestos de aquella ceremonia
anuncian crueldades con cirios encendidos
para alumbrar la hoguera en donde consumirme.
Inútil sacrificio a los dioses ausentes.
Pero he venido y llego como la novia cándida
sin vanidad, prendida cada perla a mi frente,
tan expectante aún, tan entera, entregada,
alargando mis manos a rostros como sombras
que flotan y se esconden, que se saben perdidos
al presentirse otros entre el vapor de incienso.
No recojo efusiones ni les arrojo rosas,
los contemplo tan solo: cómo arrojan su cinta
al fondo del subsuelo, al reino de lo oscuro
destemplando sus voces con acordes de himno.
Un coro de gemidos como jaculatorias.
El olor a ceniza. Prosperaban las llamas.
Y me elevaba digna hacia la sacra bóveda
en forma de humo, brasa, poderosa pavesa.
Naturalmente, cada uno podrá ver en la poesía de Joaquina unas virtudes u otras; para hacerlo posible, siempre prefiero, al hablar de poemarios, inclinarme sobre todo a la reproducción de los poemas. Por lo que a mí respecta, destacaría entre ellas la brillantez de las imágenes, la sonoridad, el dominio del ritmo -que se ve muy favorecido por la acertada distribución de las pausas y el magistral uso de los encabalgamientos- y la contención en la presentación de los sentimientos, a pesar de ser estos muy intensos.
Conozco el blog de Orlandiana, hace tiempo que la sigo y me parecen muy certeros sus comentarios, muy completos. Está entre los blogs destacables que conozco. No sabía lo de su poemario y te agradezco en lo más profundo que nos lo des a conocer.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
Muchas gracias, Ana. Espero que te hayan gustado los versos que transcribe Guachimán.
EliminarSaludos
¡Qué barbaridad, Ana, y yo que creía que la blogosfera era una especie de galaxia insondable! Un abrazo.
ResponderEliminarEs que, si el mundo es un pañuelo, imagínate internet.
ResponderEliminarSí, pero a veces parece que se come el mundo.
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