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jueves, 8 de enero de 2015

No es delito, pero tiene delito

José Antonio Monago
   Como ya se suponía, el asunto aquel de los repetidos viajes a Canarias que el presidente extremeño, José Antonio Monago, realizó cuando era senador ha dado su último paso para convertirse en una más de las fazañas de nuestros políticos que acaban quedando en tormentas en un vaso de agua, al archivarlo la fiscalía del Supremo por no ser constitutivo de delito.
   La razón es la siguiente: el régimen económico del senado le facultaba para hacer esos viajes con cargo al erario público, aunque fueran (como parece haber quedado claro) para visitar a su amiga Olga María Henao.
Olga María Henao
  El actual régimen económico de los senadores, que es muy reciente, pero que no debe de diferir mucho del que autorizó a Monago, les abona los viajes siempre que tengan relación con sus responsabilidades políticas, factor que fue el que arrojó la mayor controversia sobre los viajes de Monago, ya que él mantuvo a capa y espada que siempre fueron por motivos relacionados con su cargo, pero le salieron mil testimonios que pusieron en serias dudas esa pretensión.
   Así que, se ponga como se ponga, lo suyo tiene delito, aunque ahora resulte que no lo sea según el Supremo y el régimen económico del Senado, lo cual también tiene delito, ya que representa que las alegrías de este señor se las hemos pagado entre todos con todas las de la ley. Pero no nos preocupemos, porque el PP y el PSOE ya han acordado una nueva fórmula para atajar estas conductas: los viajes de los senadores deberán ser avalados por los propios partidos, en otras palabras: pasarán de que no los controle nadie a controlarse ellos mismos. Siento decirlo, pero esto también tiene delito. Queda al menos una importante consecuencia positiva: este asunto ha dejado a Monago políticamente tocado del ala. Algo vamos avanzando.

3 comentarios:

  1. Tú eres un tipo elegante, Pablo, pero en realidad lo que quieres decir es que tiene cojones, ¿verdad?

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  2. ¡Hay que joderse! En cuanto le conocen a uno, ya no puede ni disimular. Un abrazo y feliz año, Alberto.

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