1. Adolescencia
Jueves 12 de diciembre. Dos profesores coinciden en el despacho de jefatura de estudios. Ambos dan clase a un grupo de 2º de ESO del que uno de ellos es el tutor. El otro le dice:
-Acabo de darles las notas a los de tu grupo. De los 32, aprueban 11. Se han puesto como unas bestias.
-¿Y qué esperaban?
-Es lo que yo les he dicho: tres meses sin estudiar, sin atender y haciendo el zángano: ¿qué esperabais?
-¿Sabes lo que pasa? Que son una panda de consentidos y maleducados.
Uno de los jefes de estudios está allí presente e interviene en ese momento:
-¡Os teníais que oír! ¿Es que no os acordáis de cuando fuisteis adolescentes? ¡Parecéis abuelos Cebolleta!
Caras de estupor en los dos profesores. El de los 21 suspensos le responde:
-Es lo que somos. Mira, Fulano, de siete exámenes, aprueba dos, y aun así, se ha puesto tan burro que he tenido que bajarle los humos.
El jefe de estudios recoge velas:
-Es lo que pasa en estos tiempos.
Vaya, que la culpa la tienen los tiempos, a los jefes de estudios de juvenil talante no les toca ninguna responsabilidad en la catástrofe.
2. Aplausos
Viernes 13 de diciembre. Entro de guardia en un grupo de 2º de ESO del que he oído que es bastante bueno. Tengo mucho trabajo, así que desde el primer momento dejo claras las alternativas: silencio y trabajamos todos o jaleo y entonces me levanto y también trabajamos todos, pero con los ejercicios de lengua que yo les ponga.
Cincuenta minutos después, suena el timbre. El comportamiento del grupo ha sido tan correcto que yo, lamentablemente acostumbrado a tener en las guardias que batirme el cobre más de lo deseable, me sitúo de pie ante ellos y les digo:
-Quiero felicitaros por vuestro comportamiento. No es fácil encontrar a un grupo que entienda tan bien las cosas y que haga lo que hay que hacer tan bien como lo habéis hecho vosotros.
Se quedan un par de segundos desconcertados y después... ¡se ponen a aplaudirme!
Sucede (lamentablemente otra vez) lo que me había imaginado: los alumnos que se portan bien están tan poco acostumbrados a que se reconozcan sus méritos que, cuando alguien lo hace, lo encuentran una rareza digna de ser agradecida con un aplauso. Porque lo agradecen, vaya si lo agradecen, como no podía ser menos en unos centros donde cada vez hay menos diferencias entre portarse bien y portarse mal, estudiar o no estudiar: las consecuencias son menos distintas de lo que debieran. El refuerzo positivo consiste en esto: en reconocer el mérito, no en la aberración en que se ha caído: en alargar las contemplaciones con los energúmenos o los gandules hasta los límites del absurdo.
3. Adaptación de aula
Viernes 20 de diciembre. Junta de evaluación de un 3º de ESO. Como es un grupo de los llamados "de nivel bajo", algunos profesores les hacen una "adaptación de aula", eufemismo bajo el que se esconde esto: una sensible rebaja de la exigencia, con el fin de que puedan aprobar al final hasta los señoritos que no solo no estudian, sino que además tienen un lamentable comportamiento (varios profesores admiten abiertamente que no pueden controlar esta clase). Señalo que yo no hago tales adaptaciones, ya que me parece que el programa es el programa para todos: por haber caído en un grupo conflictivo no vas a llevarte encima el premio de que te pongan las cosas más fáciles. Se produce una pequeña escaramuza acerca de esto, nada importante. He omitido hasta ahora un dato sensible: la media de asignaturas suspensas del grupo es de 6'5 por alumno, y eso, con "adaptaciones de aula".
La perversión de bajar el nivel de la exigencia para subir el nivel de aprobados (que no el de los aprendizajes, como a veces manipuladoramente se dice) es uno de los artificios de la LOGSE que más daño han hecho a la enseñanza. No se entiende que muchos profesores aún no se hayan enterado de esto: los alumnos vagos, cuanto menos se les pide, menos dan, con lo que estamos desanimando hasta a los estudiosos, porque además se da la lamentable circunstancia de que al final, milagrosamente, las adaptaciones de aula funcionan y en junio, ¡oh, sorpresa!, las cantidades de suspensos de los grupos malos se acercan bastante a las de los buenos. ¡Objetivo alcanzado!
Por un lado, jefes de estudios que censuran a los profesores que critican las actitudes indebidas y profesores que les facilitan la vida a los vagos y revoltosos; por otro, buenos alumnos que echan de menos que se les reconozca que lo son: ¿no habremos caído en una subversión de valores? Lo dicho: somos nosotros.
¿Qué edad tiene el jefe de estudios? Aunque creo que el comentario no tiene que ver con la edad y sí con otras cosas. A ese jefe de estudios quisiera haberlo visto (y oido) el martes de 17, hacia las 18:00, hora de la evaluación, cuando diez profesores hacíamos terapia de grupo, pues así lo calificó el orientador (el chico es nuevo y quiero darle un voto de confianza) pues los diez impartimos clase en el último ciclo del infierno, un 1º de ESO (lo detalles te los cuento en privado) Quizá a ese jefe de estudios se le quitaran las ganas de ir de moderno chachiguay.
ResponderEliminarYa puede apalearnos esta sociedad y sus gobernantes, puesto que hemos sido cómplices..., no algunos individualmente (y somos apestados), pero si el colectivo.
Es que es de llorar, Hesperetusa: aceptamos con el silencio de los corderos toda aberración que cualquiera de los poderes corruptos que nos machacan haya sido capaz de disfrazar de demanda social: desde esto de presentar como un avance pedagógico el fraude este de la adaptación curricular hasta el quitar las vacaciones de julio (como está haciendo el PP de Valencia) porque tenemos demasiadas vacaciones. Padecemos una ingenuidad infantil.
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