No me gusta decir sí: así se titulaba una vieja -vieja y bonita- canción de Los Pasos, aquí podéis verlos cantándola:
La canción tiene la ingenuidad de aquellos años 60, pero conserva verdades que son de todos los tiempos: que a menudo la verdad es incómoda, que a menudo detrás de un sí hay un no ahogado por debilidades, cobardías, conveniencias, compromisos, compasión, adulaciones o servidumbres. Cuesta decir no, cuesta ser firmes, también Raimon por aquellos años reivindicaba el decir no como un acto de rebeldía, mientras que el hoy injustamente semiolvidado Manolo Díaz animaba a gritar la verdad como postura inconformista de lucha por un mundo mejor. Leyendo libros y noticias sobre la actual crisis y sus causas, asunto al que por desgracia nos vemos obligados a dar tantas y tantas vueltas, con frecuencia me encuentro con una constatación: la de que los hechos que nos han llevado hasta aquí se produjeron con un fuerte componente de abdicación de nuestros principìos, de cesión, de mirar hacia otro lado, de conformismo. De decir sí cuando hubo quer haber dicho no. Eso tuvo sus consecuencias y las estamos pagando. En la vida hay que saber decir no, hay que estar dispuestos a no ceder cuando no toca. Parece que la lección ya la tenemos aprendida, pero veo sin embargo un peligro: da la impresión de que el no no ha sido lo suficientemente rotudo, de que las cosas evolucionan como si estuviéramos diciendo que sí, aunque nos estemos hartando de repetir que no. En fin, creo que se me entiende.
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