Esta tarde he estado en un acto cultural en el que esperaba (ejem, ejem) encontrarme a mi amiga Patricia, pero no ha aparecido por allí. El acto consistía en un recitado de poemas de dos autores, Ariadna G. García y Jorge Riechmann, llevado a cabo por ellos mismos, o sea, poesía más poetas leyéndose en persona, doble exquisitez.
A Ariadna G. García la conozco desde hace algún tiempo, ya que es también profesora, además de amiga. Es una chica joven, pero ya tiene publicados tres libros, Construyéndome en ti (1997), Napalm. Cortometraje poético (premio Hiperión 2001) y Apátrida (premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid 2004), ahí queda eso. En el recital nos ha leído un poema de Napalm titulado Imán y una serie de poemas inéditos, de temas diversos, desde la crítica social hasta retratos de escenas situadas en las gélidas llanuras laponas. Lectura pasional la suya, con las mejillas encendidas, a pesar de que nos hallábamos en un local más bien apropiado para la evocación de Laponia.
Si queréis conocer algo más acerca de Ariadna, su blog es El rompehielos.
A Jorge Riechmann, en cambio, no lo conocía, pero, después de oírle hoy recitar sus poemas, ya puedo decir que estoy encantado de conocerlo. Es una persona de más edad y de rica andadura, no solo en la poesía, de la que tiene publicados varios libros. Ha sido también galardonado con algunos premios, en campos como la poesía o la traducción. Nos ha leído, con aire tranquilo y a veces meditativo, poemas de su libro "Poesía desabrigada", los cuales reflexionaban sobre asuntos relacionados con la guerra, la injusticia y otros de igual importancia en este loco mundo moderno.
Su blog es Tratar de comprender, tratar de ayudar.
Este acto no se ha realizado en un salón institucional, en los locales de una editorial ni en una librería de moda, sino en un sitio que juzgo un tanto peculiar: El CSOA "La Morada", que es un edificio del distrito de Chamberí que ha sido ocupado para dedicarse, por lo que parece, a la dinamización cultural y social del barrio desde "abajo", es decir, desde los propios ciudadanos. Resultaba poético ver a dos poetas recitando sus bellas composiciones, que hablaban de amor, de injusticias, de incongruencias humanas y de anhelos, en un salón bastante desvencijado, gélido, con una cincuentena de sillas de muy diversa filiación, con un tablero sobre dos caballetes como mesa y con un cristal rajado reparado con cinta adhesiva marrón. Que la poesía puede muy bien frecuentar los palacios y los salones enmoquetados es cosa que no se discute, lo que quiero señalar hoy es que su belleza no se resiente si la colocamos en un sotabanco, sino que, muy al contrario, brilla igual o más y lo ilumina. Por lo demás, lejos de mi intención el afirmar que el CSOA La Morada sea un sotabanco; muy al contrario, pienso que es dignísimo rescatar un edificio destartalado para dedicarlo a cosas como recitales de poesía: ese romántico empeño resulta también muy poético, de modo que, si no por sus cristales y por sus sillas, sí por el espíritu que los alienta, tal vez los sitios como La Morada sean los mejores refugios para la poesía.
Hola Guachimán:
ResponderEliminarLeí primero el artículo relacionado con el Premio de Poesía Miguel Hernández, que ha ganado Ariadna G. García y no he podido sino seguir los enlaces que incluiste.
Tu descripción del sitio en donde se desarrolló este recital de poesía me ha hecho imaginar el contraste entre la frialdad de un sitio abandonado y la calidez de quienes rescatan espacios para la cultura, para la convivencia.
Un abrazo.
María Eugenia, las crisis, como todo el mundo sabe, tienen también sus efectos positivos. La que estamos padeciendo en España, que es de las gordas y afecta a TODO, así con mayúsculas, está aportando beneficios como que por fin nos hayamos bajado de la nube de estupidez de los últimos años y hagamos cosas como llamar chorizos a los chorizos, acordarnos de la palabra principios o valorar las cosas por sí mismas, no por el precio o lo fashion (como irónicamente decimos aquí)que sean. Bueno, pues además de esto, en lo que se refiere a la dinamización cultural, y sobre todo de cultura independiente, con la crisis nos estamos haciendo un país cada vez más divertido y capacitado para dar sorpresas, como en aquellos años de la Transición. Seguro que te hubiera gustado mucho estar en aquel recital, era una cosa bastante auténtica, con los poetas allí de pie recitando a medio metro del público, y no subidos en un escenario inalcanzable y con dos cartelones de una gran editorial detrás. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por la noticia, Pablo, y por acudir a la velada. Lo mejor de aquella tarde fue compartir un espíritu con todos vosotros: el del acompañamiento. Eso es la poesía, un compartir emociones e ideas, un acompañarse en cualquier circunstancia. Más ahora, que tan necesaria es la unión y la solidaridad.
ResponderEliminarEn cuanto a La Morada, detrás de la organización de la lectura están un poeta excepcional y muy poco conocido, Antonio Crespo Massieu, y su mujer. A sus 62 años, Antonio es un ejemplo para todos nosotros por su compromiso con el barrio, con la actividad política y con la palabra poética. Gracias a su empeño en difundir la lírica La Morada se está convirtiendo en un espacio de encuentro entre escritores y lectores de todas las edades. Os invito a acudir a su cita mensual.
Un beso.
Ariadna
Estuve hablando con Antonio al acabar el recital y me pareció una persona muy amable. Por lo que me dices ahora, voy a ver si leo su poesía. Le hablé de "La república mejor" y me dijo que se lo llevase un día para que viera la posibilidad de hacer una presentación, así que a lo mejor me animo. En cuanto a La Morada, te repito lo que le digo a María Eugenia un poco más arriba: es un ejemplo de que, como el país está un poco movidito "gracias" a la crisis, está también más abierto a cosas nuevas y más vivo y divertido culturalmente. Me recuerda un poco -también se lo digo a ella- aquellos años setenta en que podías meterte en el salón de actos de un instituto a ver una obra de teatro independiente casi desconocida y superdivertida o acudir a un recital de música progre que podía acabar de cañas o a palos. A ver si, como entonces, con esto despertamos un poco. Otro beso para ti.
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