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jueves, 19 de junio de 2025

La temible escalada de Pedro Sánchez

  Desde la famosa "confusión" del 12 de octubre de 2018 en el besamanos junto a los reyes, tengo muy claro que el anhelo de Pedro Sánchez ha sido siempre ocupar él la jefatura del Estado, para lo cual le sobraban el monarca y la monarquía constitucional, de ahí que no me hayan extrañado nunca ni uno solo de sus actos y sus pactos en contra de ambos, porque, si en algo es coherente este señor es en el seguimiento y aplicación de su guion. Recuerdo que, por aquellos años, cuando decía esto, la gente me llamaba chiflado y conspiranoico y se arriscaban todos en la beatífica interpretación de que aquello había sido un error de novato (😂😂😂), a lo que yo respondía esto: repasa el vídeo, fíjate en el careto que pone el tío cuando le echan y luego me lo cuentas. Esa respuesta sigue siendo válida, pero, al lado de todas las evidencias que el héroe de Paiporta ha dejado desde entonces para confirmar lo que yo decía, ya se ha quedado en una anécdota inocente.

    El otro gran sueño de Pedro Sánchez era y es adueñarse del poder de forma vitalicia, pero hoy en día está seriamente amenazado por sus excesos, sus traiciones y la espantosa corrupción que afecta a su partido, su gobierno y sus círculos más cercanos, corrupción de la que todos sabemos -y algunos muy señalados lo reconocen ya, aunque entre embustes- que irán apareciendo más testimonios demoledores, por lo que el presidente ya ha activado el protocolo de defensa a ultranza de ese poder que considera suyo. El protocolo se inicia reforzando los pactos con las bandas de dementes y saqueadores que le apoyan, a los que dará todo lo que le pidan para que lo sigan haciendo, con lo que multiplicará el ya gravísimo perjucio que han infligido a España y al Estado de derecho en los últimos siete años. El segundo paso es ir construyendo el cinturón defensivo para encastillarse cuando llegue -y quizás no tarde en llegar- ese momento de crisis ya insostenible o ese mandato judicial que le imponga el abandono inexcusable del poder. Este proceso ya está en marcha también. Su primer escalón fue la comaparecencia del pasado 13 de junio, en la que vino a decir que la corrupción se ceñía a Santos Cerdán y que él no tenía ni idea; el segundo fue la comparecencia del lunes 16, en la que, entre falsas disculpas, cargó contra todos los que considera sus enemigos, en especial, contra el PP y Vox, a los que, ejecutando un asombroso ejercicio de proyección, acusó de corruptos, cuando los corruptos son él, su entorno, su gobierno y su partido; el tercero ha sido la carta que dirigió a la militancia del PSOE el mismo día 16, un documento que resulta muy inquietante por dos cosas: las tremendas y calumniosas acusaciones que lanza contra el PP y Vox y el tono beligerante que se oculta en su llamamiento a resistir los torcidos planes que indignamente les atribuye. Como era de esperar, son además abundantes en ese mensaje las mentiras, de las que me limitaré a espigar algunas de las más notables.

    En la línea 10, al hablar de la corrupción y de la disposción del PSOE a atajarla, dice: "Hemos actuado con contundencia", y en la 20 añade: "Nosotros denunciamos las prácticas corruptas", colosales embustes que se desmienten solo con recordar las renuencias y secretismo de Sánchez y su partido con todos los avisos que ya desde 2020 aparecían acerca de las mascarillas, de Ábalos, de Cerdán, de Armengol, de Torres, de Begoña y de tantos otros. En la 25 sostiene que "el poder ejecutivo no interfiere en investigaciones que dependen del poder judicial", afirmación que sin duda leerán con asombro e indignación los jueces encargados de los asuntos de Begoña Gómez, David Sánchez y el fiscal García Ortiz. En la 32, proclama que España tiene "un Partido Socialista Obrero Español limpio", pero le bastaría con mirarse a sí mismo para entender que eso es para carcajearse, una trola sonrojante salvo para quien, como él, es inmune al sonrojo. Por último, os dejaré una cita un poco más larga que está entre las líneas 59 y 62:

    Hemos aumentado los niveles de transparecia y endurecido leyes. Hemos elevado los niveles de rendición de cuentas y mejorado la posición de España en los rankings internacionales de percepción y de lucha contra la corrupción.

    Hace falta, lo diré por enésima vez, desvergüenza para decir esto, cuando Sánchez ha llegado a cerrar el Portal de Transparencia y tanto él como sus ministros son unos obsesos de la opacidad; cuando ha dado indultos y amnistías a golpistas, ha maniobrado para exonerar a los expoliadores de los ERE, ha  suavizado las penas por malversación y sedición y promulgado una ley que ha reducido condenas a los violadores; cuando, en lo relativo a la corrupción, hemos hecho justamente lo contrario de lo que afirma: empeorar. Pero todo esto no es mentir por mentir, sino que está puesto al servicio de otra finalidad: presentar un PSOE enormemente limpio para que así parezca mayor la iniquidad que atribuye a sus oponentes. Son mentiras destinadas a indignar y enardecer a la militancia, la tropa con la que cuenta, más adelante veremos para qué.

    Paso a continuación a analizar el tratamiento que dedica a esos que ha convertido en enemigos inicuos que tanto me alarma, popósito al que realmente sirve el mensaje. Después de acusar a la derecha de borrarse del debate sereno y de querer solo destruir, lanza este furibundo ataque entre las líneas 48 y 55:

    Y porque lo único que son capaces de ofrecer pasa por el apoyo de una fuerza de ultraderecha incompatible con el progreso, los derechos y las libertades que tanto costaron levantar en España. Lamentablemente, el Partido Popular y Vox están en una deriva de odio y legitimación de la violencia que se refleja, entre otras cosas, en el acoso a muchos militantes socialistas y en el ataque a numerosas casas del pueblo. Unos y otras tienen toda mi solidaridad y apoyo.

    Puede que el Partido Popular haya renunciado a defender las conquistas y valores fundamentales de nuestra democracia. Nosotros jamás lo haremos.

    Estas palabras constituyen una más de las ya innumerable muestras de la brutal abyección de Pedro Sánchez. Aterrado porque sus desmanes y su corrupción le han llevado a un cerco cada vez más asfixiante, el hombre que desde 2018 se ha convertido en la mayor amenaza contra el Estado de derecho y la propia nación, el hombre que lleva siete años fomentando la división y la discordia de las que se alimenta, ha sido capaz, en un nuevo alarde de proyección, de acusar a sus adversarios de cometer los pecados en los que él se revuelca. Tiene incluso el atrevimiento de presentarse a sí mismo y a su hoy fecalizado partido como modelos de pureza. Que nadie piense que esto es tan solo para exponer una maniquea y falsaria contraposición entre el bien (= el PSOE) y el mal (= el PP y Vox), porque tiene una intención mucho más perversa, que se entiende muy bien leyendo lo que dice entre las líneas 72 y 80:

    Sé que la decepción es enorme. Pero también debemos tener claro que nos enfrentamos a una operación de demolición moral, por procedimientos que llevan más peligro para la democracia que aquello que pretenden combatir.

    La mejor forma de salir de esta prueba es recordar por qué estamos aquí. No hemos venido a ocupar sillones. Hemos venido a mejorar la vida de la gente, a combatir la desigualdad y a defender las libertades. Y no vamos a permitir que nada nos aparte de esos anhelos en los que millones de personas han depositado sus esperanzas

    No me resisto a señalar otra muestra de la ilimitada osadía de Sánchez, porque hace falta poseerla para permitirse decir eso de "No hemos venido aquí a ocupar sillones", que, puesto en su boca, no por ser grotesco deja de ser insultante. Dejando aparte su insistencia en demonizar al enemigo y angelizar a su bando, la gran aportación de estos párrafos es que resultan ser una llamada a la guerra sin cuartel, intensa y reiterativa, como queda patente en la semántica y abundancia de las expresiones que he destacado en negrita. Y el uso de la primera persona del plural en estas líneas de tonos un tanto épicos, refuerza la intención de involucrar a su partido en esa cruzada: como adelanté más arriba, la militancia del PSOE podría ser la tropa con la que ya está coontando Pedro Sánchez. 

    ¿Pará qué? Este sería el cuarto de los escalones de que consta el cinturón defensivo con que Sanchez piensa retener el poder, y son, como se ve, de una dureza ascendente. Los tres anteriores ya se han hecho reales, y, en cuanto a este cuarto, una vez enviado a la militancia el mensaje de que son los arcángeles del Bien contra el Mal... ¿está acariciando Pedro Sánchez la idea de lanzarla a la calle si llega el caso de que las fuerzas infernales (jueces, UCO, Parlamento...) se atreven a cercarle a él, el depositario de las conquistas y valores fundamentales de nuestra democracia? Teniendo en cuenta que, en sus comparecencias, vino a decir que no dimitía por evitar que el poder llegase a manos de la ultraderecha y las repetidas muestras que ha dado de su "desapego" al sillón (😂😂😂😂), deberíamos tomarnos esta posibilidad muy en serio; yo incluso voy más lejos: estoy convencido de que, si se diera el caso, solo la escasez de apoyos le impediría hacerlo, así que me sorprende la tranquildad con que se ha recibido esta carta, en la que encuentro un evidente aviso de las posibles intenciones insurreccionales de Pedro Sánchez. ¿Queda todavía en España alguien que crea que no sería capaz? ¿Sí? ¿Y qué se lo impediría? ¿El respeto a la legalidad? ¿La limpieza? ¿El altruismo? ¿El amor a la patria? ¿El temor a ocasionar un grave daño a su nación? ¿La sensatez? ¿La cordura? ¿Alguien está dispuesto a sostener que Pedro Sánchez respeta la legalidad, es limpio, es altruista, ama a su patria, teme dañar a su nación, es sensato o es cuerdo? He puesto "o", no "y", tómese nota. 

    Yo, desde luego, no lo sostendría, y a quienes sí lo hicieran, en apoyo de mis temores, aún les diría que vienen avalados -aparte de por mucho de lo que ya he dicho aquí- por otros indicios muy concretos: Pedro Sánchez confió en la manipulación -y la complicidad, todo hay que decirlo- de la militancia de su partido para que le convirtiera en el César -más bien, el Nerón- del PSOE a través de las primarias, así que muy bien pudiera seguir confiando en ella para otros fines; Pedro Sánchez aprende mucho de Zapatero, a quien nadie le regateará sabiduría acerca de los procedimientos bolivarianos; Pedro Sánchez se ha hecho también muy amigo de los golpistas del prusés, que ya intentaron algo muy parecido a lo que aquí aventuro. ¿Hace falta más? Ahí va la última: cuando tengo dudas acerca de las motivaciones de Sánchez o de las posibles cosas que vaya a hacer, las resuelvo siempre decantándome por la peor de las posibilidades. Llevo años haciéndolo así y nunca me ha fallado. 


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