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lunes, 17 de febrero de 2025

La antiejemplar universidad española

     He puesto en un buscador las palabras "corrupción en la universidad" y lo primero que me ha salido es este enlace al libro de José Penalva que lleva el mismo título y que ya comenté aquí en 2011, cuando se publicó. Aparece también, como no podía ser menos, la imprescindible página de la ATU (Asociación para la Transparencia en la Universidad), con su exhaustivo muestrario de manifestaciones concretas de este mal en nuestro país, que nos deja una idea muy clara de sus aterradoras dimensiones. Es también de gran interés esta noticia televisiva de 2018, porque hace referencia a los degradantes casos de tres importantes políticos: los peperos Pablo Casado y Cristina Cifuentes con sus másteres tramposos y la efímera ministra socialista Carmen Montón, a la que haber presentado una tesis plagiada le costó el puesto. También a Cifuentes el asunto del máster le costó el puesto y la carrera política, mientras que no fue así con el señor Casado, el cual, no obstante, optó poco después por suicidarse políticamente. Y, por supuesto, si hablamos de corrupción en la universidad, no podemos pasar por alto el apestoso papel del rector Goyache (que contaminó de forma inevitable  a su universidad, nada menos que la Complutense) en el asunto más vergonzoso en el que se ha visto en los últimos años envuelta esta institución: la cátedra, máster o lo que sea que dirige, digiere, codirige o lo que sea doña Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez.

    Es innegable que la universidad española padece hoy un grave problema de corrupción, pero tiene además otro no menos grave con la violencia, ejercida de forma abrumadora (o quizás total, amén de totalitaria) por grupos de alumnos de filiación izquierdista, ultraizquierdista o separatista, es decir, del proceloso universo Frankenstein, proceloso y antidemocrático, de forma cada vez más intensa e inquietante, como vendrían a demostrar, entre otras muchas cosas, sus desmanes en la universidad.

    En Cataluña, las hordas de energúmenos separatistas se han adueñado de los campus con modos chulescos y sin complejos para ejercer las más diversas formas de la violencia física. Se han hecho los amos y proclaman que lo son, dando de paso un aviso de lo que sería esa Cataluña independiente que por fortuna nunca será: una dictadura coreana en la que todo aquel que no fuera catalanista sería reprimido, agredido o expulsado, pero irrita e inquieta la tolerancia con que las autoridades políticas tratan hoy a estos cafres totalitarios. Ya lo de las autoridades académicas no es tolerancia, sino que es algo mucho peor: una hipócrita complicidad que intentan disfrazar con una torpe equidistancia, imperdonable cuando en un lado hay agresores y en el otro, agredidos. Las acciones violentas son incontables y van dirigidas contra todo aquel que no sea separatista, pero se ceban especialmente con las asociaciones de alumnos, dignísimos, que no se arrodillan y las denuncian en voz alta, tales como S'hacabat o Valents. Os dejo aquí un pequeño muestrario de atropellos: encapuchados 2019; a urgenciastestimonio de un alumno; documental de S'hacabat; de hace cuatro días.

    Si pasamos a los energúmenos ultraizquierdistas, tendré que empezar por un vídeo que es ya un clásico, en el que la presencia de cierto afamado profesor me obliga a puntualizar que este vandalismo no es siempre obra exclusiva de alumnos. Otro lamentable rasgo de estas encerronas, la viscosa complicidad de decanos, rectores y demás, quedó muy claro en el numerito que se le montó a Isabel Díaz Ayuso en la azacaneada Complutense, que fue además amenizado con el discurso de la mejor alumna de la promoción saliente de Ciencias de la Información, quien dio una vergonzosa muestra de oportunismo, de vanidad y, sobre todo, de grosería, tan enorme que hacía que uno se preguntase, viendo a la mejor de la promoción, cómo sería el peor, o la peor. Del escrache contra Ayuso se pueden sacar otras muchas ilustrativas enseñanzas. Así, en este artículo de okdiario, nos enteramos de que la persona que lo organizó ni siquiera era alumna de la Complutense, sino de la Autónoma, y de que todo fue una acción de activistas semiprofesionales del Sindicato de Estudiantes y otras hierbas similares, para demostrar al mundo que... ¡Ayuso es una fascista!: ¿puede pedirse un mejor retrato del talante y la naturaleza de estos grupos? Si por otra parte no enteramos de que algunos miembros del Gobierno aplaudieron este vandálico aquelarre, tendremos todo el derecho a sospechar que este desmán y todos los de su especie, lejos de ser espontáneos actos de rebeldía de unos "estudiantes" un poco merluzos, son en realidad arteros ataques orquestados por el sucio sectarismo de la banda Frankenstein.

    Este juego me parece que está fuera de toda duda, visto lo visto, y es altamente peligroso. Y esos políticos inmorales lo siguen practicando. El escrache contra Rosa Díez gestionado por Pablo Iglesias fue en 2013; lo de Ayuso ocurrió en 2023, y hace nada, el pasado día 13, Iván Espinosa de los Monteros vio como una horda de energúmenos de la ultraizquierda pisoteaba su libertad de expresión. Observen cómo tituló "El País" la noticia: Cientos de estudiantes evitan un acto de Espinosa de los Monteros (la negrita es mía, claro). ¡Evitan!, algo así como decir: Los bomberos evitan que se queme una fábrica. ¡Hicieron bien estos chicos, qué c _ j _ nes! ¡A un facha como ese Espinosa no se le puede dejar hablar, los que a Frankenstein y a "El País" no les gusten no tienen derechos ciudadanos!

    Este es el delirio totalitario que ha implantado en los campus Frankenstein, el engendro que acapara hoy el poder político. Nótese que lleva implícito el aplauso de la violencia propia y una convicción de tener el derecho a ejercerla, todo ello bastante prolongado ya en el tiempo y demasiado generalizado (nadie ignora que el ámbito universitario no es el único en que se impone). Cuidado con este jueguecito, que suele llevar a finales nada deseables, y a veces, trágicos. En lo que toca a la universidad, que se deje instrumentalizar para estas batallas le hace un gran daño en su labor, en su funcionamiento y en su prestigio, por lo que esos rectores, decanos y demás que las permiten o incluso las apoyan delatan su irresponsabilidad y su incompetencia.

6 comentarios:

  1. La mejor alumna de la promoción....... He ahí la clave de la corrupción universitaria; no lo es con toda seguridad. Sin duda es la que mejores notas ha sacado.....

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    1. Me consta que en la universidad hay gente buena, pr eso me da más lástima aún ver cómo los corruptos y los energúmenos la envilecen, porque, además, un país avanzado precisa una enseñanza superior con buena salud. Yo vi en su momento retazos del discurso de esa chica y sentí vergüenza ajena: parecía que de lo único que estaba orgullosa era de ser una perroflauta perteneciente a la horda que arruinó aquel acto. Supongo qur algún día se decidirá a madurar.

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  2. No creo que madure pues es evidente que le faltan las cualidades necesarias para acceder al serrallo de los asaltantes del cielo. Parece que en ése lugar tienen experiencias reveladoras.

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  3. La universidad española cumple más o menos las funciones que oficialmente tiene asignada gracias a la profesionalidad de muchos de sus docentes. Sin embargo, sus males son estructurales y su corrupción en el sentido más amplio de la palabra es estructural. Respecto de la selección del profesorado es endogámica, vive al margen de la sociedad, ya no lidera prácticamente nada desde el punto de vista intelectual, está politizada en el peor sentido de la palabra y su nivel ha descendido enormemente, fenómeno al que han contribuido tanto las desastrosas reformas de las enseñanzas medias como a la implantación del plan Bolonia.
    Parece que nadie con mando en plaza quiere abordar el problema de la corrupción de la enseñanza superior. La excusa de la autonomía universitaria viene bien para que las autoridades ministeriales se escaqueen a la hora de hacer una auditoría o una evaluación externa que pusiera de manifiesto los males de la institución.
    Sería una exageración decir que los que optan a los máximos puestos de responsabilidad son de la misma madera que los presidentes de los clubes de fútbol. Pero solo hay que ver las declaraciones y actuaciones de muchos rectores en los últimos años para llegar a conclusiones no muy optimistas sobre el nivel ético de los máximos mandatarios de las universidades. Han trascendido escándalos como la impresentable y presuntamente delictiva conducta del rector Goyache y las irregularidades en los másteres y sospechosos títulos de algunos personajes públicos.
    La corrupción afecta tanto a las universidades públicas como privadas. Ahí tenemos la tesis fake del presidente del gobierno, que debería haber provocado una catarsis en la Camilo José Cela, a cuyos mandatarios se les podría calificar con alguno de los términos que el escritor que le da nombre incluyó en su Diccionario Secreto.
    La politización mal entendida se ha concentrado especialmente en Políticas de la Complutense y en algunas universidades del País Vasco y Cataluña. Ciertas facultades están tomadas por elementos sectarios y que practican una violencia institucional.
    No creo que nadie quiera hacer esa auditoría sobre la universidad ni se atreva a proponer las modificaciones necesarias.
    Como en España corrupción se asocia a pelotazo, enriquecimiento ilícito y desmadrado, la sociedad no percibe en la universidad la corrupción en la medida en que se produce. En España hay muchos centros de enseñanza superior, con serios problemas de financiación y en comparación con el latrocinio institucional de otras entidades la corrupción universitaria puede parecer calderilla.
    Pero la importante función que las leyes y la tradición histórica otorgan a la enseñanza superior justificaría una cirugía en profundidad. Considerando la experiencia de las últimas décadas y todos los intereses que están en juego, doy por hecho que ni habrá auditorías ni evaluaciones externas ni mucho menos un partido en el gobierno que se disponga a llevar a cabo los cambios que la enseñanza superior necesitaría.
    Nota informativa: a los escraches y otros actos de violencia de la izquierda autoritaria y sectaria hay que sumar los sabotajes a la presentación de libros cancelados por la Inquisición woke y ciertos colectivos muy exaltados y muy influyentes. Por ahora. Y este último aspecto ya no solo es el fruto de la universidad encerrada en sí misma, es también un reflejo de la sociedad en la que vivimos. https://www.lavanguardia.com/vida/20220516/8271238/libro-transfobico-boicotear-presentacion-entidades-lgtbi.html
    https://elcomun.es/2022/05/17/amenazan-con-quemar-una-libreria-por-acoger-la-presentacion-del-libro-nadie-nace-en-un-cuerpo-equivocado/
    Estoy al tanto de este sabotaje y esta cancelación porque hace unos meses asistí a un acto en el que hablaba el autor de este libro y también otro profesor que intentó presentarlo en otra universidad y se encontraron con un boicot irracional impropio de una sociedad democrática.

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    1. Es que la secta transexual es tremendamente agresiva, un caso muy peculiar de comportamiento antidemocrático y violento que, asombrosamente, procede de un colectivo que se hace pasr por perseguido, pero acosa violenta e insidiosamente a sus enemigos (=cualquiera que no les haga la ola), aspira a repulsivos privilegios (eso de que un señor con su rabo y sus pelotas pueda meterse en un vestuario femenino) y está llevando a cabo una intolerable campaña de propaganda y adoctrinamiento en los centros educativos, ya desde primaria. En efecto, esta guerra sucia que los peores sectores de la política practican en el mundo cultural tiene muchos vínculos con la que practican en las universidades. Da mucha pena ver esas encerronas cavernícolas que se montan en las universidades. Acuérdate, por ejemplo de lo que le hicieron a Cayetana Álvarez de Toledo en la UAB en una campaña electoral:
      https://www.youtube.com/watch?v=imojpzoymuI
      ¿Esto es la Universidad? ¿Esto es nuestro mundo cultural? ¿Esto es el debate político? Para los separatistas, sí. Estas salvajadas nos dejan muy claro quiénes son los enemigos de la democracia en España.

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