Supongo que entenderéis que me refiero a la que tuvo lugar ayer viernes en el colegio "La Salle" de Palma de Mallorca, donde una profesora de Catalán conminó a sus alumnos de un grupo de 1º de Bachillerato a quitar una bandera española que habían colgado en el tablón de avisos, tras lo cual, al no ser obedecida, se marchó del aula. Poco después, llegó otra profesora, que comunicó a los alumnos que esa clase y la siguiente, que era de Filosofía, quedaban suspendidas. La faena la remató a continuación el jefe de estudios, que hizo saber a los alumnos que estaban expulsados, así que debían irse a sus casas hasta el lunes siguiente. La información para este artículo la he tomado de "Diario de Mallorca" (DM) y "Libertad Digital" (LD), que me parecía que sintetizaban suficientemente los hechos. He buscado en otros muchos medios, y no sé si "La Vanguardia", "El País" o "Eldiario.es" se han ocupado de este asunto, pero, hasta el momento en que empiezo a escribir, no he encontrado referencias de que así fuera.
Lo primero que no es que llame la atención, sino que escandaliza, son dos hechos en conjunto: que una profesora exija que en un aula de un centro educativo español se quite la bandera española y que en una nación se pueda expulsar a alumnos por haber puesto la bandera de esa nación (para los inquisidores que estén con el cuchillo entre los dientes, diré que con el escudo constitucional) en el tablón de su clase, porque eso es, sencillamente, criminalizar un objeto que es perfectamente legítimo e inocuo, por no entrar en el hecho de que es un símbolo merecedor del mayor respeto y consideración. Lo segundo, que los alumnos parezca que hayan tenido que justificarse por ello. Lo tercero, lo fulminante de la expulsión. Lo cuarto que, según se relata en DM, el claustro del "La Salle" hubiera tomado decisiones acerca del uso de la bandera nacional en el centro. Creo conveniente ir por partes, para que nos entendamos mejor.
a) La conducta de la profesora. Esta señora ha demostrado ser una fanática sin el menor asomo de ética ni de profesionalidad. Su obligación como asalariada de un centro educativo era hacer lo que le tocaba, es decir, dar esa clase en esa banda horaria, conque, si no lo ha hecho, ha incumplido el más elemental de los deberes que tenía hacia sus alumnos (a los que ha tratado con inadmisible desconsideración) y hacia la sociedad. Ni que decir tiene que su "motivación" hace agua por mil costuras: demuestra soberbia (parece ser que sus lecciones están por encima de los símbolos de la nación, o sea, de las leyes), desproporcionada incompetencia (no se abandona una clase por pequeñeces así; abre todas las puertas a que sospechemos que agarró al vuelo un pretexto para "fumarse" la tarea) y fanatismo (parece que la "seño" de Catalán no ha podido dominar su odio al español). Si no es sancionada, la inspección educativa balear demostrará que es basura, no una institución.
b) La expulsión de los alumnos. El asunto de las expulsiones escolares me lo conozco bien, así que no necesito mucho para ver todos los despropósitos que se han cometido con esta, que ha sido una arbitrariedad disparatada al máximo, por lo que espero que a su responsable (el jefe de estudios del centro, según DM) le cueste una sanción, a no ser que en Baleares la inspección, la normativa sobre convivencia en los centros o ambas cosas estén a la altura de eso que tiramos en un cubo y luego se recicla. Como no podría ser de otro modo, en las reglamentaciones sobre convivencia escolar bien hechas, una decisión tan delicada como la expulsión está sometida a unos cauces que la encuadren en el contexto de los derechos, y no en el de la arbitrariedad. Dentro de esos cauces, son importantísimos dos: la fijación de unas motivaciones que justifiquen la expulsión (estas podrán decidirse si se dan unas razones señaladas en las leyes, y no porque le dé la gana al primer fulano que tenga un mal día) y las garantías de procedimiento. En lo referente a las motivaciones, si las normas baleares incluyen la colocación de la bandera de España en un tablón, es que en la comunidad gobernada por la Sra. Armengol han perdido el juicio. En cuanto a las garantías: jamás una expulsión del centro puede dictarse de forma flagrante, como ha hecho este señor, sino que se debe habilitar mediante la apertura de un expediente regualrizado, en el que nunca falta una audiencia formalizada al sancionado, que aquí ha brillado por su ausencia.
Otro aspecto que es para llevarse las manos a la cabeza es el de la expulsión colectiva, que en algunas normativas está EXPRESAMENTE PROHIBIDA, por una razón de elemental justicia: raramente en una infracción en la que hay varios implicados el grado de culpabilidad es el mismo en todos, por lo que este detallín debe aclararse muy bien, cosa que no ha parecido tener en cuenta el jefe de estudios del "La Salle". Hay otra cuestión que tampoco hay que infravalorar: aunque se trataba de alumnos de Bachillerato, o sea, de un nivel no obligatorio, el poner en la p _ _ _ calle a 32 alumnos de un simple dedazo y porque a la de Catalán le ha dado el berrinchín al ver una bandera española, es una tremenda irresponsabilidad y una muestra de que quien tomó la decisión es un completo incompetente, un sectario explosivo o ambas desaconsjables cosas. ¿Y qué decís de lo de la clase de Filosofía? ¿Por qué esa persona privó a los alumnos del derecho a recibirla y al profesor del de darla? ¿Tan urgente era echar a los alumnos del centro? ¿Estaban esos adolescentes de dieciséis o diecisiete años tramando alguna horrible conspiración españolista?
Y ya, para redondear el espantoso ridículo, el penoso pretexto que se montan los profesores, según relata MD: que, en realidad, la expulsión no se debió a lo de la bandera, sino a que a los alumnos se les expulsó por enfrentarse con la profesora, cosa que además ello niegan. Ni que fuera la Moreneta, vamos: jamás un motivo así ha justificado tan drástica respuesta, ¡jamás!, no intoxiquen ni tomen a la gente por idiota. Tengan ustedes un poco de entereza, si es que saben lo que es eso: si tan catalanistas son, no vayan luego escondiéndolo al primer roce.
c) El tratamiento de la bandera nacional, que es, no olvidemos esto, un importante elemento de nuestro ordenamiento legal. La bandera de un país es su símbolo más visible, pero también una cosa normal y que a nadie sano y sensato ofende; la venenosa anomalía está en España, el país en el cual, en gran parte de su territorio, lo que se ha normalizado es el delirio de que se estén proscribiendo la lengua oficial y la bandera. Que los alumnos de ese centro colocasen la bandera española en el tablón hubiera debido ser tan chocante o conflictivo como que hubieran puesto ahí el calendario de exámenes del primer trimestre o el aviso de una excursión a un museo, así que, si nos quitamos por un momento las lisérgicas gafas que el separatismo nos ha puesto a todos en la trastornada realidad española, deberían causarnos estupor todos y cada uno de los elementos de esta triste y a la vez esperpéntica historia:
Primero, los ya comentados: la reacción histérica de la profesora de Catalán, la desafortunada expulsión y los lloriqueos de los profesores intentando "explicarla".
Además de esos, estos otros, de los que se da cuenta en MD:
-Que los alumnos tuvieran que dar explicaciones de que la bandera estaba ahí por la selección, en lugar de ponerla sin más.
-Que tuvieran que pedirles permiso al tutor y al jefe de estudios para colocarla, y que incluso, para no herir la susceptibilidad de algunos energúmenos pancatalanistas que ejercen (ensuciándola) la docencia en su centro, se hubieran sentido obligados a poner un ridículo cartelito que decía: "Vamos Selección". ¿En qué clase de gulag se ha convertido la enseñanza balear?
-Que, ¡en previsión de que a los alumnos les fuera a dar por poner o llevar la bandera de su equipo y su país durante el mundial!, el claustro había acordado previamente unas normas de colocación en las clases, léalas en DM quien quiera saber hasta qué punto puede ser ridículo y a la vez abyecto el separatismo. Y el mundo de la enseñanza, claro: ¿nadie en ese centro vio que los claustros no son competentes para dictar normas que restrinjan el uso de la bandera nacional? Vuelvo al lisérgico delirio español: parece ser que en nuestro país algunos creen que sí. Y ya sería el colmo que la inspección educativa (otra institución sin competencia para ello) dictaminase que lo tienen, vamos a esperar un poco, porque, tratándose del circo balear, cualquier payasada el posible, acuérdense de un tal Balti, que llegó a ser nada menos que presidente del parlamento autonómico.
Creo que hay muy poco que añadir. Utilizando una vez más como arma el sectarismo separatista y su odio a España, el pancatalanismo se ha permitido un grosero abuso contra los derechos de un puñado de adolescentes, grosero y esperpéntico. La cosa parece de risa, pero es muy seria, porque no se puede llegar tan lejos en el abuso y el ataque a lo que es de todos. Tratándose como se trata de un asunto que se cuece en una comunidad dominada por el secesionismo, me temo que este atropello quedará, como otros muchos, impune. Una anécdota más para el argumentario contra el podrido tinglado de las autonomías.