Ha sido muy celebrada en los medios informativos y políticos una reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obliga a que en esa región de España al menos un 25% de la enseñanza sea impartida en español. Paralelamente, esta pretensión de que en una región de España se establezca esa norma ha producido escándalo entre los separatistas y su variopinta nómina de compañeros de viaje a ninguna parte o a la catástrofe. Véanse estas líneas de un artículo publicado hace unos días en elDiario.es:
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), a partir de un recurso de la Abogacía del Estado de 2015, ha resuelto que los cerca de 4.000 centros educativos catalanes (1) deben impartir al menos un 25% de sus clase en castellano. Esto significa, en la práctica, que deben dar en este idioma (2) una asignatura troncal más que la Lengua Castellana. Este porcentaje se venía aplicando desde 2012 pero solo para las familias que lo reclamaban para su hijos (desde 2019 habían sido ocho -1-).
Me sorprende el alborozo con que algunos sectores han recibido esta noticia, puesto que el problema no es que no haya pronunciamientos jurídicos contra los abusos lingüísticos de la Generalidad, sino que esta, en su ya larga trayectoria de desprecio a las leyes, lleva años de incumplimiento de todas las sentencias que la obligaban a frenar su imposición totalitaria del catalán en la escuela como lengua única (fijaos: esta sentencia es la respuesta a un recurso de 2015 contra uno de esos abusos). Y esta sentencia no será una más, sino que representará un giro de guion, porque ya no necesitarán pisotear las leyes con prepotencia de energúmenos, sino que, gracias a la ley Celaa, se reirán de ella con la legalidad en la mano, ya han anunciado que lo harán. Gracias, Pedro, gracias, Pablo, gracias, Isabel, por demostrarnos una vez más que una situación catastrófica -en este caso, la de la enseñanza española y la del hostigamiento que está sufriendo el español en la mismísima España- puede empeorar.
Os llamo ahora la atención sobre mis resaltados en negrita que van numerados, para advertir una vez más contra la repugnante costumbre de elDiario.es de manipular groseramente la información. Los que van señalados con el número 1 están destinados a hacernos creer que es irrisoria la cifra de familias (8 en 2019) que, en esos 4.000 centros educativos catalanes, han reclamado su derecho a una educación en español, pero, para quien se moleste en averiguar la sistemática política de hostigamiento contra quienes reclamaban ese derecho (la cual ha llegado a incluir presiones, aislamiento y amenazas contra los niños), este intento de minimizar a quienes se han visto obligados poco menos que a portarse como héroes es una aberración más de este panfleto ultraizquierdista, al que, por lo demás, habría que recordarle que poco importa que los centros educativos catalanes sean 4.000: como si fueran 4 o 400.000: si son centros educativos españoles, están obligados a respetar el derecho a educarse en español. En cuanto al que lleva el número 2, ¿qué es eso de "este idioma"? ¿A dónde quiere llegar este penoso panfleto refiriéndose a nuestra lengua nacional, oficial, histórica y común como si fuese una lengua extranjera? Esas estupideces supongo que serán muy celebradas entre los enajenados que están convencidos de que Cataluña es una nación distinta de España, pero a un medio comunicativo serio se le supone el mínimo de objetividad y realismo necesarios para distanciarse de estos delirios, claro que a lo mejor soy yo el que delira cuando cree que elDiario.es es un medio de comunicación serio. A propósito de estas reflexiones, llamo la atención sobre uno de los enormes sapos que los españoles nos tragamos como si fueran fideos: ¿qué dirían un inglés, un sueco, un alemán, un francés, un turco, un chino, un mexicano, un indio o un egipcio si alguien pretendiera que las lenguas oficiales de sus países se usasen en las escuelas de algún lugar de esos países solo en un 25% y no en lo lógico y razonable, es decir, un 100%? Huelga la respuesta.
El estado de las autonomías ha traído a España a un desquiciamiento en el que asumimos con normalidad cosas que son aberraciones o disparates. Una de ellas es esta de que recibamos a bombo y platillo la noticia de que los tribunales hayan dictaminado (o mejor, tenido que dictaminar) que en una región española vayamos a tener la dicha de que la lengua española vaya a ser usada en la educación en un 25%. ¿Qué nos está pasando? ¿Nos han vuelto locos o somos imbéciles? ¿No debería ser la noticia, la escandalosa noticia, que en esa parte de España una serie de graves anomalías han llevado a que a la lengua española se le esté escamoteando un 75%? ¿No debería ser este el motivo de un enérgico y masivo rechazo?
Por eso digo que esta no es la solución. Permitir a los que quieren echar a patadas a la lengua española de Cataluña o de donde sea que sigan hostigándola y saltándose las leyes no es solución; bajar al supermercado a comprar champán para celebrar esto del 25% no es solución; cerrar los ojos y no querer ver que el separatismo incumplirá también esta resolución del TSJC no es solución; seguir tan tranquilos mientras vemos que unos totalitarios indecentes cada vez están llegando más lejos en su propósito de reducir al 0% la presencia de la lengua española en Cataluña no es solución.
Cuando las amenazas son grandes (y animo a quien crea que la amenaza del separatismo en España no es grande a exponer sus razones), la pasividad, el conformismo y la pusilanimidad nunca son la solución, sino más bien un factor para hacerlas crecer. En lo referido al uso del español en la enseñanza, como ya he explicado aquí y aquí, nada solucionaremos mientras no se cumplan estos requisitos: dejarnos de bilingüismos exóticos de diverso pelaje, establecer en las comunidades bilingües una doble red con el español y la correspondiente lengua cooficial como respectivas lenguas vehiculares y arrebatar de las manazas del nacionalismo las competencias educativas, es decir, devolverlas al Gobierno central. Mientras no se haga esto, repito, no se resolverá nada y sería bueno que nos pusiéramos a la tarea cuanto antes, porque cualquiera que lea los periódicos podrá ver que los que odian el español y se dedican a pisotearlo en la escuela, en la rotulación de los comercios, en las comunicaciones oficiales, en el recreo de los niños o en la carta a los Reyes Magos no se andan con contemplaciones.
Cuando te han declarado la guerra, aunque no quieras te toca combatir, o claudicar.... Se ha claudicado...
ResponderEliminarDurante años esa claudicación pudo parecer un consentimiento a peticiones viciosas con las que quienes cedieron creyeron ver que se podía trapichear para obtener un beneficio. No quisieron ver que los separatistas tenían unos objetivos a largo plazo muy peligrosos. Ha sido una claudicación en pequeñas dosis. A ver cómo salimos de esta.
EliminarBuenas tardes,señores.No hay ninguna solución para este problema fuera de un enfrentamiento violento. Siempre se ha dicho que inevitablemente cada cierto tiempo es necesario que las tropas españolas arrasen, bombardeen o sometan a las provincias catalanas. La ingenuidad, la prepotencia y la mala fé de los actuales gobernantes de España ha acelerado la insumisión de los golpistas y terroristas, que abanderan el separatismo, por lo que se ha llegado a una situación insostenible, que solo puede ser controlada por la fuerza del Estado. Sólo podemos esperar sangre, sudor y lágrimas hasta poder ser volver a ser una nación normal.
ResponderEliminarEn 2016 o 2017, en pleno apogeo del "procés", alguien tan autorizado como Josep Borrell dijo una frase tremenda: "Llegaremos a las manos". Fue a mi juicio una muestra de valentía que un personaje de su relevancia política se atreviera a manifestar públicamente y en voz alta el temor que muchos albergamos, dada la prepotencia y naturalidad con que los separatistas pisotean cada vez más derechos constitucionales, se saltan cada vez más leyes y se comportan cada vez más como los amos de los territorios de los que pretenden apoderarse. Después de años de terrorismo y viendo ahora los propósitos de Bildu; después de años de acoso separatista en Cataluña y la traca golpista y violenta del "procés"; contemplando los planes lingüísticos del PSOE y sus aliados en Baleares y Valencia, hace falta estar ciego para no ver que esta gente no se para en barras y va al choque. La retórica belicista del "procés" apareció ya al menos en 2012:
Eliminar(https://papabloblog.blogspot.com/2017/07/el-guerracivilismo-independentista-no.html) y que desde entonces hayan tenido dos referendos, una declaración de independencia y una intensificación de su escalada violenta en hechos, palabras y amenazas son evidencias que hacen incomprensible la tranquilidad con la que nuestros gobernantes y los propios españoles nos estamos tomando este cáncer destructivo. Por otra parte, sorprende también la tranquilidad con la que nos hemos tomado las referencias de Torra y otros cavernícolas separatistas a la vía eslovena (https://www.lasexta.com/noticias/nacional/esta-es-la-via-eslovena-que-defiende-quim-torra-una-guerra-que-dejo-62-muertos-y-328-heridos-video_201812105c0e3f450cf26a2d557a491c.html) o los intentos de Puigdemont de adquirir un voluminoso arsenal de armas antes del 1-O. Estos señores quieren un enfrentamiento violento. No hace falta ser muy listo para entender que esto sería una catástrofe, pero es una posibilidad que ya ni los más optimistas se atreven a descartar. Dentro de la estrategia belicista del separatismo, las agresiones a la lengua española son un capítulo fundamental, por eso sería tan importante vencer esta batalla cultural. Pero no se conseguirá fácilmente, sino que requerirá un importante vuelco político, algo así como una nueva transición dirigida a desmontar los abusos y privilegios nacionalistas y a neutralizar su poder. Ese gran vuelco evitaría sin duda que acabásemos "llegando a las manos", pero requeriría trabajo, sensatez, tenacidad, consenso... y que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no estuvieran en La Moncloa. Es un camino difícil, pero estamos obligados a seguirlo, por la cuenta que nos trae.
Desgraciadamente, este problema del intento de imponer el monolingüismo saltándose el artículo 3 de la Cbnstitución no es nuevo. Como tampoco son las continuas desobediencias de sentencias y resoluciones judiciales por parte de las autoridades autonómicas de ciertas taifas. Y ya no es la blandenguería. En la esencia misma de Frankenstein, de la moción de censura y de la mayoría que aupó a Sánchez en sus primarias está el formar un bloque con la presunta izquierda y los nacionalistas más cavernícolas para reducir el peso del español como lengua común. Es su proyecto de "España plural", una bomba de relojería que algún día estallará. La sentencia del 25% en castellano, que no es la primera, es una microsatisfacción (por usar el lenguaje de moda). Pero muy insuficiente, por supuesto. Aquí haría falta un giro, que es lo que tú propones. Pero la mayoría que gobierna hoy España no solo no está por ese giro, sino que circula en sentido cotrario.
ResponderEliminarEstá claro, la actual mayoría en el poder (que engloba a gobernantes y aliados suyos) está más por la labor de que nos estrellemos.
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