Puede que a algunos estas cosas les dejen indiferentes, pero a mí me intranquiliza mucho ver que los condenados del prusés, a menos de tres años de su fracasado golpe de Estado, disfruten ya hoy de un régimen penitenciario que se acerca mucho a la libertad, porque los responsables de intentonas golpistas fracasadas, si no reciben el severo escarmiento que corresponde a tan grave delito, no tardan mucho en volver a intentarlo.
En el año 1932, el general José Sanjurjo encabezó una intento de golpe de Estado que fracasó y que pasó a la historia con el nombre de Sanjurjada. Fue condenado a muerte por la República, pero se vio beneficiado por una discutida conmutación de pena por la de cadena perpetua, tan perpetua tan perpetua tan perpetua que, en 1933, tras la victoria electoral de las derechas, estaba en Estoril, exiliado pero libre, y en 1936 era uno de los conspiradores (quizás el más importante) que estaban tramando lo que luego fue el golpe del 18 de julio.
En los años posteriores a la muerte de Franco, existían algunos sectores sociales y sobre todo militares que estaban muy descontentos con la deriva hacia la democracia, por lo que eran muy críticos con ella o, directamente, intentaban revertirla. Términos como "involución", "desestabilización", "rumor de sables" o "trama golpista" no eran en absoluto inusuales en la prensa de la época. En noviembre de 1978, a menos de un mes del referéndum constitucional, se abortó la llamada Operación Galaxia, una conspiración golpista que toma el nombre de la cafetería en que se reunían sus implicados. En 1980, fueron juzgados Antonio Tejero Molina y Ricardo Sáenz de Ynestrillas, a quienes se condenó, respectivamente, a las penas de siete y seis meses de prisión. Como ya sabéis, Tejero tuvo solo un año después un importante papel en el intento golpista del 23-F. En cuanto a Ynestrillas, murió asesinado por ETA en 1986.
Con estos precedentes, ¿qué podemos esperar de lo ocurrido ahora con los golpistas que llevaron adelante una elaborada conspiración que culminó con la declaración de independencia de Cataluña del 27 de octubre de 2017? Nada bueno, dada la indulgencia con que se les está tratando, y más, si se tiene en cuenta que se han hartado de repetir que lo volverán a hacer, incluso ante el tribunal que los juzgó, por altanería que no quede. Jordi Cuixart lo ha hecho alto y claro nada más poner el pie en la calle. Lo del prusés va acompañado de una cadena de negligencias e inhibiciones tan larga y clamorosa por parte de los gobiernos nacionales que supongo que, dentro de unos años, quienes las vean en libros o artículos de historia no se las podrán creer: ¿cómo se pudieron permitir durante décadas los abusos segregacionistas del pujolismo? ¿Cómo se pudieron permitir los desplantes de Artur Mas y su referéndum de 2014? ¿Cómo se pudo contemplar sin mover un dedo la serie de abusos y atentados contra la legalidad que se conoció como el prusés y que culminó con el referéndum del 1-O y la declaración de independencia del 27-O? ¿Cómo se permitieron uno y otra? ¿Cómo se confió en Junqueras y en Trapero? ¿Cómo no se impidió que se fugase ese monigote político llamado Puigdemont? ¿Cómo se han permitido las provocaciones y abusos de Torra? ¿Cómo no está ya destituido y enchironado? ¿Cómo el Gobierno de la nación pacta con gentuza golpista? ¿Cómo no se ha frenado el insulto a la nación que constituye el trato penitenciario dado a los Pujol y los golpistas? Y así. Y ahora, estos señores en la calle: ¿cómo se les llevó a prisiones catalanas?
¿Cómo puede nadie esperar que no lo vuelvan a hacer?
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