Me figuro que todos conoceréis al PSOE (aunque está cada vez menos claro qué es exactamente este partido), pero me extrañaría de verdad que hubieseis oído nunca hablar de la parábola de Confucio y el falso taxista, así que paso a referírosla:
Hace muchos, muchos años, el gran sabio Confucio vino desde la remota China a pasar unos días en Madrid. Una noche en que sus meditabundos pasos lo habían conducido hasta barrios muy alejados del hotel de Bravo Murillo donde se alojaba, en una solitaria calle, vio un taxi parado con un hombre al volante y le preguntó si podría llevarle de vuelta. El hombre, que conocía a Confucio de haberlo visto alguna vez en La Sexta, que es una cadena muy alternativa, le respondió:
-¡Oh, gran maestro Confucio!, has de saber que yo no soy un taxista, sino un atracador, y que, como entres en este coche, te robaré hasta los calcetines, pues no tendré más remedio que dejarme arrastrar por mi torcida naturaleza.
Al oír estas palabras, Confucio pensó que podía hacer tres cosas.
La parábola termina diciendo esas tres cosas, pero no por cuál se inclinó Confucio, no obstante, no debéis preocuparos, pues vuestro servicial amigo el guachimán os las va a desvelar, acompañadas de tres subjetivas valoraciones suyas, helo aquí todo ello:
Cosas que pensó Confucio
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Comentarios subjetivos del guachimán
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Salir zumbando de allí.
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Una decisión prudente.
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Salir zumbando de allí y contárselo a la policía.
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Una decisión prudente y cívica.
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Considerar que aquel hombre iba de farol, pues, estando al volante de un taxi, solo podía ser un taxista. Además, por mucho que lo dijera, mientras no le robase, no podía considerarle un ladrón, desconfiar, ni actuar contra él. En consecuencia, subir al taxi.
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Cien por cien de probabilidades de acabar en comisaría completamente desnudo denunciando un robo.
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Una de estas tres decisiones no la tomaríais jamás y estoy completamente seguro de saber cuál es. Esta antiquísima fábula bien podría aplicársele hoy al PSOE. Se ha empeñado en pactar con ERC y el nacionalismo y además mañana volverá a hablar con Torra (lo que representa insistir en el disparate de los 21 puntos y el relator, que parece que al final va a venir, y pagado además por todos los españoles), a pesar de: la vociferada evidencia de que Torra es la marioneta de quien proclamó a Cataluña independiente durante ocho segundos; la reiterada declaración de ERC, Torra, Junqueras y todos los demás de que su objetivo es la independencia; el antecedente del golpe de Estado del 1-O; la reiterada amenaza de Junqueras y sus cómplices de que lo volverán a hacer; los ataques al rey, culminados con el gravísimo de hace dos días de 49 parlamentarios aliados de Sánchez o su partido; las intenciones del PNV de avanzar hacia la independencia; el acoso y la violencia cada vez mayores contra los no independentistas en Cataluña; la persecución cada vez más agobiante y descarada a la lengua española en las comunidades bilingües...
El PSOE sigue empeñado en pactar con aliados que buscan la destrucción del país y atacan abiertamente y con grosero desprecio a las instituciones. Sorprendentemente y aunque muchos españoles vemos esto con asombro y temor, aquí no pasa nada, España no está sumida en el escándalo y rechazo generalizados que deberían producir estos excesos, sin duda, porque los poderosos medios de comunicación al servicio del Gobierno están siendo muy eficientes en la labor de confundir a la ciudadanía. Cada vez son más las personas que dicen con admiración que la jugada de Pedro Sánchez será volver a mentir y acabar engañando también a los nacionalistas, lo que representa que solo hay una cosa más insondable que la ingenuidad de los españoles: sus tragaderas. Considerar simpática la mentira y lícita para el ejercicio del poder es una inmoralidad que, si se generaliza, solo podrá traernos el desastre.
Más tarde o más temprano, pactando con quienes pacta, el PSOE se encontrará en cueros vivos y denunciando el atraco, pero no podrá entonces escudarse en que no iba avisado. Veremos el precio que pagamos todos, porque las responsabilidades a que tengan que hacer frente Sánchez y su partido dependerán de a cuánto ascienda la suma robada.
Me duele el PSOE, aunque suene a cursi y poco original. Solo quiero añadir una cosa a lo que dices. Una cita de la columna de Javier Marías hoy en EL PAÍS. "Los falsos progresistas (ni Podemos ni el actual PSOE lo son, basta con ver sus políticas reaccionarias y de postureo) tachan de “fascistas” a cuantos no se alineen fervorosamente con ellos y no respalden monolítica y abnegadamente al Gobierno que han formado." Fin de la cita. Va entrecomillado el fragmento de Marías. Que no digan que hago como en la tesis de Sánchez.
ResponderEliminarLa respuesta anatemizadora es cada vez más virulenta por parte de la izquierda. Esa conducta siempre revela completa carencia de razón y de argumentos. La izquierda de hoy, como tantas veces habremos comentado, está bunkerizada. Hay montones de ejemplos: el caso Delcy (por las respuestas de Ávalos, que podría haber dado cualquier ministro de Franco, y por el hecho de que aún siga en el cargo); el penoso espectáculo de la decapitación pública de la señora Rodríguez en Podemos; la despótica forma en que se están organizando los cambalaches con los separatistas (no dejaré de decir que una cosa así en más de un país habría llevado a Sánchez a la destitución), etc.
EliminarQue un personaje como el de la tesis fake, el colchón de la Moncloa y el insomnio por la entrada de Pablemos en el gobierno siga donde está es una anomalía y un síntoma de la degradación de la res pública. Yo he hecho la misma comparación del inigualable Ábalos, incluso de la pobre ministrilla de Educación (que luego no es ministra pobre, más bien al contrario). Me recuerdan a los ministros de la última etapa de la dictadura, la que yo viví como adolescente. Tenían la arrogancia absoluta del poder, respondían ante Dios y ante la Historia y eran una mezcla de despotismo y estupidez irritante y estridente. Me han dicho de todo por comparar este ganado entre equino (por lo burros que son) y canino (por lo que ladran y enseñan los dientes) con los ministros de los estertores del franquismo. Me alegra que hagas la misma comparación. Es penoso.
EliminarÁbalos, tienes razón, los Ávalos con "v" n tienen la culpa de nada, vaya patinazo. No debemos de ser los únicos que han visto esa semejanza, ten en cuenta que aún quedamos muchos que presenciamos los últimos años del franquismo y la memoria no se puede prohibir, aunque a algunos ya les gustaría. La ministra de Educación es un caso palmario de despilfarro: el país podría haberse ahorrado perfectamente el sueldo que le ha estado pagando desde que está en el cargo, pero no se puede ser muy duro con ella, porque la verdad es que, por H o por B de Ábalos, nuestros actuales políticos no dan un gran nivel.
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