Últimamente, andan muy deprimidos el enano de la venta, el mago de Oz, Manolo el Chafandín y toda la galería de fantasmones amenazantes que, a la menor ocasión, dejan claro que no son más que unos pobres diablos. Y es que no hay derecho: cuando el trono de caganer te lo disputan unos tipos que ostentan el título de Honorables, pocas opciones le quedan a uno: eso es pura y miserable competencia desleal. Hace unos años, tuvieron que hacer frente a la OPA hostil del Honorable Pigdemont aquel que tuvo el atrevimiento de proclamar la independencia de Cataluña y después asumió sus responsabilidades escapando a Bélgica escondido en el maletero de un coche. Desde allí, alguna vez ha dicho que afrontaría la cárcel si por la independencia de Cataluña fuera, pero no parece que acabe de decidirse a tan abnegado sacrificio por su Patria. Después les cayó encima su sucesor, el Honorable Torra, que en materia de valentía de boca para afuera es digno émulo de su amo y modelo. Como ya señalé en mi artículo titulado Torra se caga, primero de una serie que amenaza con ser larga, la táctica de este señor es ir vendiendo la apariencia de que es un feroz y arriesgado rebelde para, a la hora de la verdad, terminar su comedia bien con algún acto de timidez ursulina o bien con algún pretexto que le ponga muy muy lejos de esa raya cuyo traspaso pueda crearle problemas y que ni de lejos está dispuesto a pisar. Es como esos bravucones que rugen diciéndote que te van a partir la cara, pero al final siempre te "perdonan" porque les llama su mamá para comer o llevas gafas, como en la canción de Hombres G:
Hombres G, Indiana
Así es Torra. Eso sí, siempre apura su provocación hasta el último milímetro y proclama constantemente que está dispuesto a llegar hasta el sacrificio más grande y desgarrador. Mentira, claro: ¡qué soberbia ha estado hoy Inés Arrimadas cuando les ha recordado a él y los suyos que, arropados en sus guaridas, se fingen tremendos, pero, cuando llega la hora de la verdad o de los tribunales, se desinflan de manera penosa!
La última astracanada ha sido colosal, una bellaquería a la altura del Honorable Joaquín Torra: esa escenita de que no iba a quitar los lazos amarillos, las esteladas y demás basura con que tiene envilecidos los establecimientos oficiales, por ese rosario de memeces que segrega, con las que acostumbra de paso a embarrar cosas tan sagradas como la libertad de expresión y otros grandes principios. Todos sabíamos que acabaría quitándolos, que una vez más el "héroe" se arrugaría al final ante una advertencia seria. Lo genial ha sido el recurso que se ha buscado: escudarse para simular que él no se rinde jamás en el "autorizado" dictamen del Sindic de Greuges, su compadre Rafael Ribó, el coleguilla en el que ya se ha apoyado para otras fechorías: estilo matonil hasta el último suspiro. ¿Creíais que esto era todo? Pues hay mucho más: por si acaso el Honorable (¡Ja, ja, ja, ja!) no tenía el trasero bien arropado y asegurado con este fraudulento guion, hoy desvela El Confidencial que el "ponderado veredicto" mediante el que Ribó dictaminaba que había que obedecer a la Junta Electoral Central ya se lo había mandado hace cinco días. En manos como las de esta pareja está hoy Cataluña.
Este, en fin, es en verdad el "heroico" Honorable President don Joaquim Torra Pla: a su lado, el enano de la venta parecería el gigante Áyax.
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