Se veía venir desde el 21 de
noviembre de 2011 y de entonces a acá
hemos ido contemplando día a día cómo se llevaba a cabo. Cuando el PP ganó por
mayoría absoluta las elecciones generales, siguiendo el modelo que ya había utilizado
en las comunidades autónomas en las que gobernaba, puso en marcha su particular
receta de la lucha contra la crisis: por un lado, subida del IVA, recortes en
servicios públicos, cerco a los derechos ciudadanos (con especial énfasis en la
represión del derecho a manifestación), aplicación de una reforma laboral
esclavizadora y al dictado de los sectores más explotadores del empresariado,
recortes de sueldos a los funcionarios, ley de costas más permisiva…; por otro,
tibieza en la lucha contra la corrupción (en particular, la suya), amnistía
fiscal, trato de privilegio a la banca en los rescates bancarios, tarifazos...
En pocas palabras: el PP afrontó la crisis mediante la política más antisocial
de los casi cuarenta años que llevamos de democracia, una política que ha
consistido en descargar los sacrificios sobre la ciudadanía, mantener los
privilegios de los poderosos (en esencia, políticos, financieros y grandes
empresarios) y no pedir cuentas a los verdaderos responsables de la crisis. La
finalidad era claramente superar el mal momento con el menor perjuicio posible
para las élites, pero conservando al mismo tiempo inalterada la corrupta
estructura política de la que se han beneficiado, en espera de que, a la
llegada de tiempos mejores, siguiera siéndoles tan rentable como hasta ahora.
Buena parte de sus medidas, además, iban encaminadas no solo a que pagasen los
más débiles, sino también a crear para los tiempos venideros un marco en que
estuviesen aún más sometidos; el mejor ejemplo de este proyecto es la reforma
laboral.
Este
plan era tan antidemocrático y tan perjudicial para los intereses de la inmensa
mayoría de los ciudadanos que ha representado una sensible regresión en sus
derechos, por lo que resulta pertinente recordar que, en los primeros tiempos
de esta legislatura a la que le queda algo menos de un año, se habló de un
golpe de estado financiero, y tal vez no haya sido muy inteligente de nuestra
parte haber enterrado en el olvido esta expresión. De cualquier modo, los
movimientos negativos de los que he hablado hasta aquí no eran el plan
completo, sino tan solo su primera parte, porque quedaba una segunda, el lado
bonito. Como muchos supusimos (1), la estrategia del PP iba a consistir en
ahogar a la ciudadanía en los dos primeros años de la legislatura, ir creando
la apariencia de que las cosas mejoraban a partir del tercero y pintarnos el
Paraíso (al que, naturalmente, nos habría traído Mariano Rajoy) en el cuarto,
que va a ser una apoteósica campaña electoral preñada de excelencias. Pues
bien: este proceso es lo que se veía venir y, efectivamente, hemos estado
viendo: cómo el PP, después de triturarnos, ahora, con el propósito de ganar
las elecciones de 2015, se pone la careta de benefactor de la humanidad o
tergiversa la realidad para hacernos creer que nos ha traído al mejor de los
mundos posibles. Esta perversa estrategia (perversa y embustera) encierra un
peligro mortal, ya que, si en los procesos electorales que se avecinan el PP
consigue embaucar con ella al electorado y volver a ganar, podemos dar por
seguro que su primer paso será abrir las puertas a una nueva pesadilla de
corrupción, especulación, destrucción del territorio, fraude, injusticia e
impunidad con su consiguiente crisis, que mucho me temo que habrá de ser aún
peor que la que aún atravesamos.
Que
el guión del PP es este puede verse muy claro en unas recientes palabras de
Esteban González Pons (2), pronunciadas en un acto de su partido en Valencia el
13 de septiembre. Según esta autorizada voz del PP, que hablaba con una
descarada intención electoralista, España está saliendo adelante gracias a las
reformas impulsadas por el Gobierno de Mariano Rajoy, y no solo eso, sino que
es uno de los países que están tirando de la Zona Euro. Y eso es porque los
españoles han corrido contra el paro, la crisis, la desesperanza, la desilusión
y contra quienes les arruinaron. Y ahí están los resultados: hay 300.000
personas más que trabajan que el año pasado. Por ello, el señor González insta
a mirar hacia adelante, porque quien mira atrás puede hacerlo con rencor o con
nostalgia, y no como los que miran hacia el
futuro, porque todo lo que viene está por estrenar, puede ser mejor. Finalmente,
y puesto que estaba en Valencia, el señor Pons saludó a Alberto Fabra
llamándole “mi Presidente” y afirmó que el único que puede sacar adelante a la
Comunidad Valenciana es el PP.
¿Queda
claro lo que intento demostrar o no? Por boca del señor González Pons, el PP
nos ha dado una muestra de lo que va a ser a partir de ahora su discurso:
distorsión interesada de la realidad. Resulta cómico ese embustero triunfalismo
que pinta a España como la locomotora de Europa. Resulta patético e hipócrita
ese halago de que los españoles corrieron contra quienes les arruinaron: ¿a
quiénes se refiere? ¿A la banca en general y a Bankia en particular? ¿A las
preferentes? ¿A los corruptos? ¿A los políticos despilfarradores, entre los que
brillan por encima de los demás esos dirigentes valencianos de los que tanto
espera el señor Pons? La deuda de la Comunidad Valenciana (3) es hoy en día de
34.782 millones de euros, una de las más altas de España, de modo que esos
elogios de González Pons no le dejan en muy buen lugar. Y en cuanto al
optimismo que demuestra en lo relativo al empleo, hay que señalar que, a 2 de
septiembre de 2014, los parados en España eran 4.427.930, mientras que en la
misma fecha de 2011, estando todavía en el poder esos socialistas que tan mala
herencia le dejaron al PP, eran 4.130.927, y lo dejo aquí, sin meterme en
berenjenales acerca de la calidad de los puestos de trabajo que la reforma
laboral del PP ha traído.
No
parece, pues, que esas reformas impulsadas por Rajoy hayan conseguido que avanzasemos
mucho, por lo que se entiende que el señor González Pons desaconseje que
miremos hacia atrás, ya que si lo hacemos, si se nos ocurre recurrir a la
memoria, a lo mejor sacamos a la luz los espantos que el PP ha sembrado allá
donde ha gobernado, a lo mejor echamos cuentas de lo mucho que nos ha
arrancado, y nos da por no votarle en ochenta años; en la misma línea de
desviar nuestra mirada de donde no le conviene, está su invitación a que
miremos al futuro, porque todo lo que viene está por estrenar y puede ser
mejor, faltaría más, pero su razonamiento suena a la falsedad con que los
embaucadores de toda laya engañan a la buena gente prometiéndole recompensas en
emplazamientos tan dudosos como el futuro, el más allá o la tierra de Jauja.
Así
pues, se va cumpliendo el plan: tras los años de fustazos y de quitarnos cosas,
el PP nos viene ahora con su segunda fase, el tiempo de las alentadoras
promesas y de los bellos panoramas. Mentira todo, porque ni nos han traído a un
bello paisaje, sino que nos han quitado mucho mientras siguen en pie monstruos
como la corrupción, el despilfarro, la impunidad o el fraude, ni nos van a
llevar a Paraíso ninguno, sino que lo único que pretenden es, una vez más, que
estúpidamente los legitimemos con nuestros votos para seguir tiranizándonos. No
dejemos que nos engañen: cuatro años de furia pepera han sido suficientes,
cuatro más podrían ser letales.
(2) Las palabras de González Pons (Europa Press):
(3) Deuda valenciana:
http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2014/09/12/deuda-comunitat-valenciana-crece-16/1160835.html Acaba de salir el número 5 de la revista El ballet de las palabras. Podéis echarle un vistazo aquí.
En la página 18, hay un artículo mío que se titula Sobre unas palabras de Esteban González Pons.
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