De Rodrigo Cortés ya no es la primera vez que os hablo aquí, porque el pasado 10 de octubre de 2010 hice una breve crítica de Enterrado, su primera película. Y si Enterrado no me gustó, lo mismo me ha ocurrido con Luces rojas, su segunda película, está visto que, cuando una historia no es sólida, no la salva ni la presencia de actores de la calidad de Robert de Niro o Sigourney Weaver. Los protagonistas de la historia son dos "escépticos" que se dedican a desenmascarar fraudes esoteristas. Con ese planteamiento, la primera media hora es bastante interesante, pero, a partir de ahí, con la aparición de un formidable adversario encarnado por Robert de Niro y la muerte del personaje que interpreta Sigourney Weaver, la incongruencia argumental, el efectismo y un cierto desorden narrativo se adueñan de la película. A mi jucio, todos estos fallos los comete Cortés obligado por su deseo de llevar la historia a un final sorprendente. Y aún hay otra torpeza notable que quiero reseñar: el pésimo trazado del personaje que desempeña Sigourney Weaver: a mitad de la película, tiene un giro en su comportamiento por completo injustificado y nada coherente con lo anterior y, para colmo, parece que Cortés no sabe quer hacer con ella y se la quita expeditivamente de en medio con una muerte misteriosa y mal explicada.
Obsolescencia programada y medio ambiente
Hace 2 días
Coincido xcontigo. Creo que, en aras de hacer un final "a lo Nolan", Cortés se acaba perdiendo.
ResponderEliminarMuy bien, Iacobus, aunque he visto en tu blog que diferimos en lo que se refiere a "Buried". Te he dejado allí un cometario algo más extenso sobre "Luces rojas". Un saludo.
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