1.- ¿Qué hay de Sakineh? No es la primera vez que cito en esta garita el cuento de Villiers de de l'Isle Adam titulado "El tormento de la esperanza". Dicho de forma sucinta, ese famosísimo relato versa sobre la extrema y refinada crueldad de unos inquisidores que permiten que uno de sus prisioneros se escape sin saber que su fuga está absolutamente controlada, con el fin esencial de pillarle en el último instante para someterle al peor de los tormentos: el tormento de la esperanza. ¿Están los ayatollahs iraníes utilizando con Sakineh Mohammadi Ashtiani la misma táctica? No me extrañaría, porque, a fin de cuentas, los ayatollahs de hoy pertenecen al mismo gremio de nuestros viejos inquisidores. Digo todo esto por la anunciada ejecución de hace unos días, que, final y afortunadamente, no se produjo. De todos modos, y dicho sea con toda precaución, mi interpretación es otra mucho más optimista: que la presión internacional ha conseguido que el piadoso régimen de Ahmadineyah (que será fundamentalista, pero no es tonto) haya por fin comprendido que matar a Sakineh va a ser para ellos un pésimo negocio y, en consecuencia, hayamos entrado ahora en otra fase muy típica de los regímenes autocráticos: el haber convertido a esta persona en moneda de cambio para utilizarla a su conveniencia en cualquier transacción futura. Sea o no cierta esta hipótesis, hay que continuar exigiendo no ya que no se lapide a Sakineh, ni siquiera que los ayatollahs, en su infinita clemencia, le conmuten la pena por un civilizado y limpio ahorcamiento, sino que, sencillamente, se la ponga en libertad.
2.- España, país aconfesional. Hace poquito más de un año, comenté aquí mismo una sentencia de la Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo en la que se establecía que la presencia de crucifijos en las aulas violaba los derechos de libertad religiosa. Lo hice a propósito de una madre italiana que había sido sometida a un auténtico calvario (miren por dónde) por pedir lo exigible: que no hubiese crucifijos en el colegio de sus hijos. Y ahora resulta que, sin salir de este país nuestro tan democrático y tan ACONFESIONAL, me salta a la prensa un puchero en el que cocían las mismas habas. Cinco años y la intervención de la justicia ha necesitado Lorenzo Losada para que se quitasen los crucifijos del colegio público "Ortega Gasset" de Almendralejo, al que van sus hijos, cinco años en un país constitucionalmente aconfesional desde hace 32, ya tiene narices. Ojo: y solo se han quitado de las aulas de sus hijos y de los pasillos, una auténtica vergüenza. La hipocresía de nuestros poderes públicos y su laxitud para todo lo que implique principios democráticos es vomitiva, como podéis comprobar viendo cómo el señor Vara se evade de su obligación de gobernante (que es ni más ni menos que no consentir que haya símbolos religiosos en los centros públicos) y deja la puerta abierta a que salgan mamás creando jurisprudencia y diciendo memeces acerca de si eso debería quedar al arbitrio de los gustos de la zona. Con esa filosofía, ¿a qué caos caprichoso llegaríamos? No hace falta imaginarlo, que ejemplos reales nos sobran en España, gracias, precisamente, a que quienes deberían dejar las cosas claras y hacer cumplir la legalidad se inhiben como el presidente de la junta extremeña. Y no es el único caso; en Valladolid se produjo uno parecido, impulsado por un ciudadano llamado Fernando Pastor. A este señor, en una noticia de Internet, he visto cómo se le acusaba de ser próximo a Batasuna: tendría delito que la pasividad de gobiernos y administraciones hubiera dejado la defensa de la aconfesionalidad del estado en manos de simpatizantes batasuna. Sea cierto o no, lo que sí es patente es esto: que tanto él como Losada han quedado a merced de una verdadera lapidación pública: es lo que sucede cuando políticos cobardes como el señor Vara dejan la defensa de las leyes que sería de su competencia en manos de particulares dispuestos a jugarse el tipo por los principios democráticos. Si tenéis tiempo y ganas, meteos en foros y revistas y ved lo que se ha dicho por ahí contra Losada: espeluznante. ¿Qué será lo que esté aguantando ahora en una localidad no demasiado grande como Almendralejo? Sea lo que sea, se lo tendrá que agradecer a su compañero de partido Guillermo Fernández Vara. Y mientras los gobernantes socialistas hacen estas cosas, el papa viene a España y dice lo que dice.
3.- A vueltas con Jesús Eguiguren.- Ya andaréis flojos de paciencia, así que no diré demasiado acerca de este señor: ¿qué le pasa? ¿A qué juega? ¿El PSOE negocia con ETA y sus aliados o no lo hace? Si es verdad que no lo hace, ¿por qué no expulsa fulminantemente a Eguiguren del partido?
Y no habiendo más asuntos que comunicar, se cierra el ME COMUNICAN POR AQUÍ número cinco en Madrid a doce de noviembre de 2010, día de san Josafat.
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