Supongo que muchos habréis reconocido en el título de este artículo el de la novela de Amélie Nothomb de la que ya os hablé hace unos meses, pero el caso es que hoy el estupor y los temblores me sacuden por otro motivo: el anuncio hecho por D. Alfredo Pérez Rubalcaba de que propondrá un sistema semejante al MIR para seleccionar al profesorado, ya que piensa añadir para estos últimos la novedad de un periodo de prácticas. Para que os hagáis una idea, vuestro amigo el guachimán os ha buscado un ejemplo real de examen MIR, sistema que en general consiste en un megatest de 250 preguntas más otras diez como repuesto para posibles errores. La puntuación de los aspirantes sale de un 75% obtenido de la nota del examen y un 25% concedido al expediente de la carrera. No hay nada más: ni puntos por cursillos de programación o de resolución de conflictos, ni por interinidad ni por ningún otro concepto, cosas que sí hay y ha habido desde hace mucho en los sistemas selectivos de educación, en los que el perverso resultado producido es que los aspirantes parten en condiciones desiguales, lo que no ocurre en el MIR, donde todos van con lo mismo: su expediente académico y el examen, y allá cada cual con sus méritos.
Y esto lo va a mantener Rubalcaba, pues mucho me temo que el sistema que lleva en la cabeza no va a diferir mucho de lo que plantea el borrador que os presenté aquí hace nada. Como ya tenéis información sobre ambos modelos, podréis ver otra gran diferencia: el examen de los médicos es una durísima prueba sobre los conocimientos de medicina, mientras que en los de los profesores los conocimientos sobre sus asignaturas se ven mezclados y desvalorados por un corpus de legislación, programación, pedagogía, etc. que incluye conceptos que para nada sirven en la práctica docente, infla el valor de otros que pueden servir para algo pero son secundarios y contamina el desarrollo de la prueba con una serie de servidumbres ideológico-educativas que no están destinadas a seleccionar buenos profesores, sino a diferenciar a los que aceptan los dogmas del pedagogismo dominate y a los que no.
Pero, en realidad, como ya he dicho antes, el vínculo de semejanza entre el MIR y su propuesta lo fija Rubalcaba en el asunto de la fase de prácticas. Aquí os adjunto un documento donde se da alguna idea (y también, alguna crítica) acerca de cómo son las del MIR, en el que se puede apreciar que están exclusivamente destinadas al ejercicio de la medicina y a la formación en ella; por lo que se refiere a las que el equipo Rubalcaba-MEC-sindicatos tienen preparadas para los docentes, os remito de nuevo al documento anterior, donde en su día ya señalé graves inconvenientes, como el mencionado, obsesivo y asfixiante secuestro-control ideológico o la aberración de incluir a un representante del consejo escolar en uno de los ¡dos! tribunales que tendrá que soportar tras sus prácticas el aspirante a la docencia: ¿os imagináis que les dijeran a los médicos la burrada de que se abría la puerta a la posibilidad de que en la selección de sus futuros colegas participasen personas sin conocimientos de medicina? Bien, pues una burrada análoga nos la ha dicho a los docentes el MEC en su propuesta: ¿será el señor Rubalcaba partidario de ella?
Pero ¿pensáis quizás que el estupor y los temblores me vienen de lo dicho hasta aquí? ¡Qué va! El estupor y los temblores me los provoca el propio Rubalcaba. Como ya sabéis, este político fue secretario de estado de Educación desde 1988 y, entre 1992 y 1993, ministro de Educación y Ciencia: es, por si alguien no lo sabía, el padre político de la LOGSE y uno de sus más furibundos defensores ideológicos. Produce estupor que todavía se acerque al mundo de la educación después de las probadas hazañas de su criatura: ¿es ciego o carece de sentido de la autocrítica? Produce temblores que algún día pueda poner de nuevo sus manos a la obra de "arreglar" la enseñanza.
Si Médico Interno Residente (MIR) ya no es hoy en día Interno ni Residente (y en un futuro quizá ni Médico), ¿qué puede esperarse de la propuesta de Profesor Interno Residente (PIR)? Me imagino, Pablo, el verdadero significado de las siglas: Paria Iluso Reconvertido.
ResponderEliminarPermíteme retornar a una crítica reflexión comparativa:
http://medymel.blogspot.com/2009/01/ensenanza-y-atencion-sanitaria.html
Recuerdo muy bien ese artículo tuyo, Pepe, y tal vez´recuerdes que intercambiamos algunos comentarios relativos a las dificultades que ahora atraviesan la medicina y la sanidad públicas. Había oído que el examen del MIR era duro, pero cuando encontré ayer este que incluyo entre los enlaces, vi hasta dónde llegaba eso de "duro". Sí, vosotros estáis pasando lo vuestro, pero, sinceramente, ahora desde la enseñanza algunos os envidiamos que el examen para seleccionar a los médicos sea una prueba rigurosa y exclusivamente centrada en conocimientos de medicina. Como digo en el artículo, en la enseñanza se empiezan a sacar de quicio las cosas ya desde el sistema selectivo, más aún, ya desde la carrera, con ese curos de adoctrinamiento que quieren que sean los másters, y todo, para apuntalar y perpetuar un sistema deplorable.
ResponderEliminarMe da que en este país no se sabe emplear suficientemente la inteligencia para crear un plan educativo que lleve al país a progresar. Y todo empieza en lo subjetivo de las pruebas de oposición. De ahí que existan "profesores" con plaza que no tienen moralidad ni afán de esfuerzo.Ejemplo claro es a la "docente" que me ha tocado sustituir este año.La amoralidad de los programas de corazón ya no se halla solo entre alumnos y algunas familias, sino en los que tienen en su mano la sociedad del futuro. Ahora el bicho raro es el que se molesta en trabajar y preocuparse por inculcar una serie de vicios como el esfuerzo (¡un tremendo pecado!).El mundo ha perdido la cabeza.
ResponderEliminarEl bicho raro que se molesta en trabajar y se preocupa de que el camino al aprobado sea estudio-esfuerzo-conocimiento puede incluso ser la pieza a abatir por parte de ciertos padres y ciertos docentes indecesntes, como algunos sabemos muy bien. Me queda, no obstante, la convicción de que son más delo que a simple vista pudiera parecer los ciudadanos que no se dejan liar fácilmente y diferencian la buena enseñanza de la bazofia pseudoeducativa. No obstante, en Madrid tenemos el problema de que las propias políticas oficiales están orientadas hacia la pérdida de prestigio de la enseñanza pública.
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