Acabo de leer el segundo borrador de la propuesta educativa ministerial. Si nos fijamos en sus objetivos generales, que son la espina dorsal de ambos documentos, la primera diferencia que se observa es que esta segunda propuesta tiene doce, en lugar de los diez de la anterior. De éstos, nueve permanecen -ya sea sin cambios o reformulados- en el nuevo documento y el único que desaparece es el que ocupaba el número 7, que hacía referencia al aprendizaje a lo largo de la vida. Con estas operaciones, el resultado es que en el segundo borrador los objetivos generales nuevos son tres: el número 2, que habla de garantizar la equidad y la excelencia en todos los niveles educativos, el número 7, que se refiere al propósito de garantizar la calidad, la autonomía y la disponibilidad de medios para los centros sostenidos con fondos públicos, y el número 11, que está dedicado al profesorado y que me hace sospechar que el señor Gabilondo lee La garita del guachimán, ya que, como puede que recordéis, vuestro humilde servidor echaba en falta la mención explícita de los docentes entre los objetivos generales del anterior documento. Agradezco este altísimo honor, pero, a pesar de ello, tengo que decir, sin animo de censura ni de ofensa, que la redacción de ese objetivo es un poco deficiente. Si nos fijamos en estas tres nuevas aportaciones, el contenido del artículo 7 es algo que se cae por su propio peso y, en cuanto a los otros dos... ya veremos lo que sale hoy.
¿Por que digo esto? Porque juego con desventaja; mi propósito con este artículo es hacer una valoración del nuevo documento del MEC, lo cual es tremendamente difícil, porque yo siempre pretendo no extenderme demasiado en las entradas y lo que juzgamos es un documento de 38 páginas y que contiene 137 propuestas, aparte de una importante cantidad de preámbulos explicativos. Por tanto, digo ya de antemano que me va a resultar imposible reflejar todo lo que se me ocurre y que hoy tendré que limitarme a poner las cosas que considero esenciales. Y entrando en éstas, hay que empezar por conceder una gran importancia a lo que aportan esos dos objetivos nuevos, el 2 y el 11.
El anterior documento del MEC me produjo la misma impresión que éste: conforme lo leía, iba pensando: es más de lo mismo, no ofrece nada nuevo, huele demasiado a LOGSE, no va aservir para nada. ¿Por qué? la respuesta está diluida en 137 puntos; quizás la manera de explicarme sea proceder yo también por puntos.
1. El MEC se niega a entender que el primer paso para resolver un problema es identificarlo y definirlo.
Resulta curioso: en la página 5 del documento, se habla de la acción conjunta de todos los agentes a los que el MEC convoca "para resolver los principales problemas de nuestro sistema educativo". Lo coherente hubiera sido decir a continuación cuáles son esos problemas, FORMULARLOS EN VOZ ALTA, para que todos sepamos cuáles son y podamos atacarlos. Y también, para que todos sepamos si todos tenemos la misma idea de cuáles son los problemas: no se pueden pedir acuerdos para resolver cosas si antes no estamos todos de acuerdo en cuáles son las cosas que hay que resolver; la frase podrá parecer digna de Groucho Marx, pero todavía más marxista es la elegante omisión del MEC; ¿será por miramiento o por temor a que no todos veamos los problemas donde ellos los ven? En cualquier caso, o se dice claramente cuál es el problema o no hay nada que hacer y, miren ustedes, a mí no me importa decirlo:
2. El problema es la LOGSE.
Desde mil rincones se les está diciendo esto a Gabilondo, al MEC, al PSOE y a las fuerzas vivas del paidocentrismo: la LOGSE ha fracasado. El fracaso está sobre todo en la secundaria, pero afecta a todo el sistema y la solución debe venir de un cambio radical de todo el sistema educativo. El paidocentrismo no sirve. Es hipócrita, irrealista y pernicioso, casi veinte años de LOGSE lo han demostrado. A los primeros que perjudica es a esos alumnos a los que cínicamente dice defender; su empeño en dar a todos lo mismo hasta los 16 es nefasto; la idea de segregación que tienen los logsianos y que fundamenta el empeño anterior es hipócrita, huele a sacristía, es clasista, es errónea y ha resultado probadamente catastrófica. La oferta educativa es monolítica; los resultados formativos han sido lo que todos sabemos. Y además están los problemas de convivencia. Esto es la LOGSE, éste es el problema, éste es el sistema que hay que erradicar para poner uno diferente por completo.
3. Las ofertas ministeriales llevan implícita la continuación del sistema LOGSE
Y como la LOGSE es el problema, esas propuestas no valen. Aquí es donde aparece ese objetivo general número 2 del que hablaba al principio, que empieza diciendo: "Garantizar la equidad y la excelencia en todos los niveles educativos...". ¿Se acuerdan ustedes de los dos pilares de la LOGSE? Esta ley pretendía suministrar una enseñanza "comprensiva y de calidad" (¡Virgen de los Desamparados!), a lo que voces sensatas objetaban que esos términos eran antagónicos y quizás sería mejor plantearse objetivos más flexibles, más realistas y más adaptados a la diversidad (otra de las grandes mentiras de la LOGSE: siendo un sistema más rígido que un corsé de cemento, siempre ha alardeado de "atender a la diversidad"). Pues bien: a poco que nos esmeremos, descubriremos que esta "novedad" de la equidad (=sistema comprensivo) y la excelencia (=enseñanza de calidad) no es más que una reformulación torpe de aquel maridaje imposible, destinada a perpetuar un sistema que nadie honesto, desinteresado e informado puede negar que ha sido un fracaso. Si alguien duda de esto que digo, que se moleste en echar un vistazo a las páginas 13-15 del documento, donde se desarrolla el objetivo número 2. Allí podrá ver las homilías de estos úlrtimos veinte años, la adopción de medidas individuales, el desarrollo al máximo de las capacidades propias de cada alumno y todos esos eufemismos angélicos tras los que se ocultaba la persecución de los contenidos, del trabajo serio, del esfuerzo por enseñar, del esfuerzo por aprender... en suma, de todo aquello que estorbase al aprobadillo regalado, a la obsesión por que todo el mundo aprobase que los logsianos han entendido como éxito del programa (el objetivo número 1 sigue siendo "el éxito educativo de todos los estudiantes"). No estoy en contra de que los estudiantes tengan éxito; de lo que estoy en contra es de lo que este objetivo ha significado durante años de LOGSE: el eslogan al que había que sacrificar toda verdadera enseñanza. Un sistema serio no se propone el éxito del alumno como objetivo, ya lo he dicho en alguna otra ocasión: un sistema serio se propone abrir las vías adecuadas para que todos los alumnos puedan buscar ese éxito según sus capacidades, necesidades e intereses: el sistema pone la vía y el alumno pone el fin, con toda la ayuda que sea precisa, pero con sus méritos, porque, si el fin lo pone el sistema, alguien podría correr el riesgo de forzar las cosas o maquillar los resultados. Mirad esta perla sacada del la página 13:
Tenemos que instaurar la cultura de la evaluación como un elemento fundamental para conocer tanto el funcionamiento general del sistema educativo, como la adquisición de las competencias básicas por parte del alumnado.
Por supuesto, los que no seáis profesores os habréis quedado a uvas, pero los que llevamos veinte años oyendo hablar de evaluación a los orientadores reconocemos aquí una excelente muestra de la pringosa retórica logsiana. Seguimos en las mismas: frases como ésta significan que hay que aprobar a todo el mundo, que eso de la cultura del esfuerzo son bobadas. ¡A otro perro con ese hueso! E insisto: no hay cambios sustanciales, el MEC piensa mantener la ESO con un 4º orientador que es una auténtica pantomima, podéis verlo en la página 12.
4. La principal preocupación del MEC (y de Zapatero) es la formación profesional
No tengo nada contra que así sea, pero así es. Esta preocupación se demuestra en el hecho de que los objetivos 3 y 4, que se dedican a la FP, van desde la página 15 hasta la 22. No olvidemos que las primeras referencias a este pacto proceden de mediados del año pasado, cuando el gobierno y su presidente, preocupados por la crisis y -sobre todo- por las encuestas, emepezaron a hablar de un cambio de modelo económico, que afectaba a la educación. De ahí viene todo; me parece estupendo que se quiera modificar el modelo económico y potenciar nuevas vías a través de la formación, pero que no nos tomen por bobos: ya parece muy claro que el resto de la cuestión educativa no les importa, que les parece que la LOGSE-LOE son el mejor de los mundos posibles, que no están de acuerdo en que haya problemas y que piensan mantener las cosas como están, aunque cambiando las apariencias.
5. La conflictividad se merece un tratamiento serio
Y no una insistencia insultante en los mismos planteamientos de ahora, que han llevado a muchos centros a ser verdaderos territorios apaches. Leed esto (página 31):
105. Promoveremos que las administraciones educativas, a partir de los datos obtenidos desde el Observatorio Estatal de la Convivencia, junto con los de las diversas Comunidades Autónomas, elaboren propuestas, materiales de apoyo y actividades de formación que faciliten la elaboración en todos los centros de Planes de Convivencia que tengan en cuenta la diversidad cultural e ideológica, la igualdad entre hombres y mujeres, la mediación y la resolución pacífica de conflictos.
Cierto que el documento tiene puntos con enfoques más severos, pero éste es un tanto patético, sobre todo en lo referido a lo de la mediación y la resolución pacífica de conflictos, sistemas maravillosos sobre el papel que, en la práctica, han producido alguna que otra aberración.
6. Los profesores no somos el problema
Lo digo por el objetivo 11. Cada vez que se habla de los profesores desde las instancias oficiales y desde las huestes logsianas, se dejan caer los téminos "preparación" y "formación". Sean bienvenidas ambas, pero siempre diré que pocos colectivos debe de haber más preparados y más formados que el docente. Por ello, quiero dejar claro aquí que el fracaso del sistema no se ha debido a la falta de preparación de los profesores; esto es una solemne paparrucha, una vileza más de los pedagogos.
7. Los profesores no somos los sindicatos
El nivel de afiliación del profesorado es bajo; el nivel de confianza en los sindicatos, más bajo aún. Por ello, sin querer por esto que se aparte a los sindicatos de este proceso, digo que no se debe caer en la falsedad de decir que, consultándoles a ellos, está consultado el profesorado. Todo el mundo sabe que eso no es así. Siguen faltando propuestas de consulta directa con el profesorado. Sistemas para hacerlo sobran, desde las encuestas y cuestionarios hasta los medios informáticos, pero mucho me temo que lo que no sobra es voluntad política: la voz del profesorado parece que da miedo. Una cosa: en la página del MEC, hay un procedimiento para mandar sugerencias y comentarios, me parece bien, pero quizás no sea suficiente, aparte de que es para todo el mundo.