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domingo, 3 de diciembre de 2017

La guerra sucia del independentismo catalán. 2: la violencia

   De todos es conocido que una de las grandes virtudes de los nacionalistas es el victimismo y, como ya sabemos, uno de los episodios en que de manera más cínica lo utilizaron fue el día 1 de octubre de 2017, cuando presentaron la actuación policial para detener el referéndum secesionista poco menos que como una matanza, llegando a grotescos extremos (que pronto se descubrieron) como hipertrofiar las cifras de heridos y contusionados, magnificar el alcance de sus traumatismos o contar como víctimas de esa violencia hiperbolizada incluso a personas que sufrieron ataques de ansiedad en sus propias casas. Pero que nadie piense que estas mentiras fueron una manipulación de tono menor y surgida a posteriori, porque debemos recordar que formaba parte del plan -bastante torpe, la verdad- que pretendía usar esa mentida violencia como el detonante de una actuación internacional contra España que abriese el camino al golpe independentista calculado con tanto esmero, premeditación y maquiavelismo como infantilismo y estupidez. Además de esto, no resultó muy difícil encontrar una réplica a los hipócritas lloriqueos antiviolentos de Puigdemont y compañía: bastó con recordarles la actuación de los mozos de escuadra el 14 de noviembre de 2012 o cómo, en junio de ese mismo año, don Artur Mas veía comprensible y legitimado el uso de la fuerza (la fuerza, ¿eh?, no la violencia esa del estado español) que los mozos iban a usar y acabaron usando contra los indignados.  
   Y es que la relación del nacionalismo con la violencia siempre ha estado envuelta en un freudiano cinismo, acuérdense de lo que sucedió en el País Vasco y no pasen de ningún modo por alto ciertas cositas de los autoproclamados no violentos independentistas catalanes, cositas como las quemas de banderas, las pitadas y los hostigamientos, u otras como las agresiones a aficionadas de la selección española o la exclusión. E insisto: esto son solo algunas cositas de las muchas que han hecho. Que, con esta ejecutoria, el 1 de octubre se atrevieran a demonizar a la policía por una actuación más que comedida y que apenas hubiera medios que les recordasen su pasado demuestra lo cínicos que son los separatistas y lo indolente que es la prensa española.
   Se da, en realidad, la circunstancia de que la violencia del independentismo es ya vieja, va en aumento y encierra unos matices cada vez más inquietantes (que incluyen ya riesgos para la vida y alusiones al asesinato), pero, sorprendentemente, ninguna voz de gran audiencia se ha decidido aún a señalar que ya no se puede decir que se trate de hechos aislados. Voy a demostrar lo que digo con algunos ejemplos de sobra conocidos.
    1.- Los carteles amenazando a Albiol, Iceta, Arrimadas y Rabell: pulse aquí
    2.- Una energúmena le desea a Arrimadas una violación múltiple: pulse aquí.
    3.- Otra bestia con obsesiones sexuales le desea algo parecido a Alicia Sánchez Camacho: pulse aquí
     4.- Un malaje que pasa por cómico explica cómo seccionaría y se comería la papada del ministro del Interior. Sobre este prodigio de la humanidad hay que detenerse algo más. Se llama Jair Domínguez y es colaborador de TV3, lo que le señala como alguien muy afecto a la causa soberanista en calidad de paniaguado. ¡Qué triste tener que ganarse la vida diciendo gansadas de este jaez para agradar al que te llena el plato! Pulse aquí
   5.- Muñecos ahorcados. Eso es lo que alguien colgó en un puente sobre una autovía. Llevaban los logos de PP, PSC y C's. ¡Qué grave es esto, cómo recuerda a aquellas fotos con una diana que ponían los batasunos! Pulse aquí. Y también pueden obtenerse interesantes matices aquí, donde podemos ver cómo cuenta la noticia Catalunya Ràdio y entender un poquito mejor el uso que el independentismo ha hecho (y sigue haciendo) de los medios de comunicación.
    6.- Intentan quemar una casa por tener colgada una bandera española. Véalo aquí. Ha sucedido en Balsareny (Barcelona) y los autores del atentado actuaron de madrugada, es decir, cuando los habitantes de la casa dormían: podrían haber muerto si el incendio que se declaró hubiera ido a más.
    Como veis, la veta es grande. La violencia del independentismo catalán, de la que aquí solo registro algunos ejemplos, no es ninguna ensoñación, sino que existe y es de dimensiones  considerables, o más bien, monstruosas, pues su principal manifestación, que es el hostigamiento y la intimidación ejercidos durante décadas contra quienes no eran independentistas para echarlos (miren lo que le pasó a Boadella) o aterrorizarlos (miren lo que les pasa a los jueces y fiscales non gratos), es de una magnitud colosal y, por tanto, fuera del alcance de mis artículos. ¡Y todavía se están permitiendo el lujo de extender la calumnia de que el Estado español practica la violencia!
     A la vista solo de esto, muy pocos podrían dudar de que el proyecto independentista catalán es una amenaza totalitaria gravísima y, de hecho, muchos de los que viven en Cataluña y se han mostrado contrarios a ella han sido tratados allí como se les hubiera tratado en una dictadura, por no hablar de los que ya no viven allí porque esa dictadura ha conseguido exiliarles, pero de verdad, no como al conspirador de Puigdemont, que  es tan solo un cobarde que ha huido para no rendir cuentas, eso lo ha dejado para los más señalados de los tontos a los que engañó.
        Es una cuestión de pura supervivencia acabar con esta situación.

4 comentarios:

  1. Una muestra mas exhaustiva... https://catalibanes.blogspot.com.es

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    1. Gracias, Paco. Y lo primero que veo ahí es un imperdonable olvido de mi artículo (la verdad es que hay infinitas cosas que poner, pero esta era inexcusable): los gravísimos sucesos de los pasados 20 y 21 de septiembre, inequívoco ejercicio de violencia masiva, los cuales, al menos, acabaron teniendo una buena consecuencia: el bajarles los humos a esos energúmenos de los Jordis y mandarlos al talego, donde seguro que Cuixart ya no estará tan ufano. Pensaba hacer hoy mismo una corrección añadiéndolo, pero ya no es necesario.

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    2. Si me permites, un pequeño detalle, al hilo de esta frase “extender la calumnia de que el Estado español practica la violencia”, (que tal vez sea manía mía, pero es que en los últimos tiempos ha ido a más en el lenguaje cotidiano, en los medios etc. y yo cada vez que lo leo o lo escucho me chirría mucho) es la utilización de las palabras Estado Español para referirse a lo que propiamente es el gobierno central o nacional o una parte de este, el Estado es el conjunto de las administraciones sean locales, regionales o nacionales. La contraposición Autonomía contra Estado no tiene sentido, los nacionalistas lo usan claro para negar España, la idea de nación española etc. pero el problema es que se pega al resto. Llegando a tonterías como la que recordaba el otro día Fernando Vallespín en El País “llueve sobre todo el estado” y uno se imagina la lluvia sobre concejalías, consejerías, ministerios y los distintos cuerpos funcionariales, u otra que leía hace un tiempo en un diario digital que hablaba de un sindicato “estatal” de manteros, que yo pensé anda hay un cuerpo de funcionarios manteros y que estudiarán en sus oposiciones. En fin el lenguaje y la precisión en su uso, también forma parte de esta batalla, los nacionalistas lo saben bien y hacen uso de ello, se trata de crear la narrativa política que se dice ahora. Sólo es una manía mía pero creo que tiene su interés la utilización a veces falsa otras simplemente torcida o errónea del lenguaje.
      Un saludo, Francisco.

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    3. No es una manía tuya, Francisco, sino que es un muy razonable mantenerse en guardia ante las trampas lingüísticas del nacionalismo, porque el lenguaje marca los límites del discurso político y condiciona la realidad de la que hablamos, de modo que, si aceptamos el del nacionalismo, caeremos en el error de movernos en un mundo tal y como ellos lo pintan, es decir, con opresión, Cataluña frente a España, agravios, etc. Un ejemplo clarísimo fue el uso de la palabra "conflicto" por parte del nacionalismo vasco, que era su manera de presentar a dos bandos enfrentados por unas diferencias en un mismo plano cuando lo que había en realidad era un país democrático torturado por una banda terrorista a la que daban aliento los que recogían las nueces. Creo, no obstante, que en el contexto de este artículo no me quedaba más remedio que usar el término "Estado español" (con el que tengo mucho cuidado, pues estoy de acuerdo contigo en su frecuente uso tramposo y en que las Autonomías también son Estado, o, mejor dicho, parte de él), primero, porque se sitúa en un contexto internacional junto a términos como los distintos estados (el francés, el alemán, el inglés...), con lo que deberíamos entenderlo como sinónimo del Estado de la nación, el que nos envuelve a todos, que es el destinatario de la calumnia: lo que esta quiere decir es que el sistema político español (identificado aquí con las palabras "Estado español") es violento y antidemocrático. Otras posibilidades hubieran sido el Gobierno, España, el Estado central, el Estado de la nación..., que no acababa de verlas claras. Unas líneas más arriba, al hablar de Artur Mas, uso en plan irónico la expresión, como reflejo de lo que ellos ven: Estado español = odioso y antidemocrático sistema político de la nación española. La verdad es que, con gente tan pérfida, tenemos que estar permanentemente atentos ante posibles trampas, mentiras y manipulaciones. Un saludo y perdona el rollo.
      P. D.: a propósito de las burradas de algunos periodistas, te juro que, después del discurso del rey, un tertuliano de La Sexta mencionó a Puigdemont y dijo algo así como "dos jefes de Estado frente a frente". Los medios de comunicación, coincido contigo, han sembrado mucha confusión, aunque creo que en este caso no fue inocente.

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