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miércoles, 2 de noviembre de 2016

La cobra de Bisbal y algunos asuntillos menores

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La cobra de Bisbal haciéndole los coros a su jefe
   Por pura casualidad, el reencuentro de los triunfitos que Televisión Española nos endilgó el pasado lunes me pilló cenando con unos amigos y familiares, y todos los presentes coincidimos en dos cosas: primera: que aquello era una birria; segunda: que tal calificativo se amplificaba si se tenía en cuenta además la inmisericorde machaconería con que se había anunciado el evento. Al día siguiente, gran parte de los medios de comunicación coincidían con nosotros, pero lo estropearon sacándose de la manga otro suplicio inane con el que marearnos: la cobra de Bisbal. Que nadie espere que explique en qué consiste esto, porque, además de que me niego, voy a dar un dato: la imagen de ahí arriba la he sacado de Google - imágenes: he escrito la palabra "cobra", he pulsado BUSCAR y... adivinad quiénes salían en seis de las ocho primeras imágenes. No tenemos arreglo.
    Parece ser que, dos días antes de que tengamos por fin el Gobierno que se ha demorado casi un año, aquí lo que importa son cosas como la cobra de Bisbal, los disparates de Rufián (a cuyo demencial discurso alguien le ha puesto un cuatro en gramática) o el simpático intercambio de tuits entre parlamentarios de esa izquierda que me temo que no va a tardar en saborear los amargores de la automarginación a la que se ha arrojado ella solita.
    Con mi enfermiza obsesión por lo educativo, yo le concedería más importancia, por ejemplo, a lo que dice Alberto Royo en ABC:
                        Solo el esfuerzo en el aula puede compensar la desigualdad social.
     O a lo que señala Xavier Massó en sus dos últimos e interesantísimos artículos sobre ese pacto educativo (¿qué nueva catástrofe nos estarán preparando mientras nos hallamos hipnotizados por los ofidios?) que se nos viene encima, de uno de los cuales entresaco esta cita:
        Pero no asistiremos, mucho me temo, a ningún debate sobre la mercantilización de la enseñanza, o sobre el engaño de la escuela inclusiva, o sobre la cultura del esfuerzo, o sobre los charlatanes educativos...  Esto, todo esto, ya está tácitamente consensuado y, perdón por la expresión, "maricón el último".
    Perdonado, Xavier, y me temo yo también que, en efecto, no asistiremos a ningún debate sobre esas cosas, faltaría más, teniendo como ya tenemos la cobra de Bisbal para entretenernos. Otro debate al que no asistiremos, quizás por aquello que mencionas tú de la mercantilización, es el del papel real de las nuevas tecnologías en la educación, sobre el que pone el dedo en la llaga Manfred Spitzer, otro señor al que quizás deberíamos prestar alguna atención, quien dice:
                               Móviles y ordenadores en las aulas dificultan el aprendizaje.
   Son cosas serias, sí, pero, no seamos cenizos: ¿a quién le va a interesar lo que decís tú, Alberto o el señor Spitzer en un país que ya tiene la cobra o se halla empeñado en una cruzada que cuatro irresponsables han levantado para acabar de una vez con los deberes? Y ya sabes el respaldo que les están dando los medios comunicativos más poderosos: hoy mismo, en el telediario de TVE 1, ha vuelto a salir pontificando el señor ese de la CEAPA, que sin duda es quien más sabe del tema. La noticia la han cerrado con una frase que, sesgadamente, ponía el abandono escolar en relación directa con la cantidad de deberes, una manipulación sonrojante.
    La cobra de Bisbal, las insensateces de Rufián, los tuits envenenados y la cruzada contra los deberes: ¿no nos estaremos pareciendo cada vez más a la España de Goya? O a lo mejor es que nunca habíamos dejado de parecernos: seré yo el que, como siempre, se equivoca.
         

11 comentarios:

  1. Pero entonces, ¿hubo cobra o no hubo cobra?

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    1. ¡Ya empezamos con las coñas! Al parecer, dadas las temperaturas, lo que hubo fue una extensión de la típica serpiente de verano hasta los confines de octubre.

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  2. Hola, amigos.
    ¿Cobra el abuelo la pensión? Todavía sí, pero ya veremos. Ese es el "cobra" que nos debería interesar.

    Otra cosilla, amigo Pablo. No sé si serán unos pocos los que se nieguen a los deberes. Hasta donde yo sé, son muchos los padres que están hasta la coronilla de ellos. ¿Por qué? Unas mil veces lo he dicho: porque los deberes, salvo excepciones, los hacen los padres.

    Abrazos.
    Antonio Gallego.

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    1. ¡Cuántas veces, al hilo de esta "revolución" de los deberes, me he acordado de esas cosas que tú dices, Antonio! Entre la barra libre del no solo opinar sino incluso querer mangonear en la escuela sin saber ni ser quién y la tiranía de la opinión publicada (en internet y medios de comunicación que manipulan a su conveniencia), se han sacado de la manga esta pseudodemanda social. El convertir la escuela en campo de batalla de intereses políticos hará (ya lo está haciendo) mucho daño a la sociedad española. No hay derecho a esto que se le está haciendo a la escuela: se está haciendo recaer sobre ella frustración de cuatro histéricos manipuladores incapaces de gestionar su vida familiar. Menos mal que pasará lo de siempre: que los profesores pasaremos de estas gilipolleces y seguiremos gestionando nuestra parcela, deberes incluidos. Hoy hablaba con un muy querido amigo nuestro que me recordaba que, allá por los años 80, Maravall regnante, ya hubo con los deberes un episodio parecido a este. Un abrazo.

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    2. Y mientras discutimos sobre los deberes, dejamos de hablar de lo importante. Qué astutos...

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  3. Ciertamente. Que la enseñanza haya caído al pelotón de los fondos de los que sacar cortinas de humo no es alentador. Ahora bien, eso no significa que deje de ser importantísima, como demuestra el hecho de que todos quieran controlarla como instrumento político, de ahí que sean muy lúcidas las reflexiones de Xavier en sus artículos: con el fin de que esté a gusto de todos, el pacto va a significar que la van a joder más aún. Un ejemplo: esto de los deberes (el celo que están poniendo en los medios oficiales para impulsarlo) apesta concesión a Ciudadanos, que son los genios que han apadrinado la idea en el ámbito político. Me inquieta el futuro de la enseñanza y me escandaliza que parezca que eso que dices tú de la compensación de las desigualdades solo lo veamos los profesores tradicionales, magistrales, memorísticos, "fachas" y bla, bla, bla.

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    1. Sin duda hay que seguir denunciándolo, al menos mientras haya fuerzas. Un abrazo.

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  4. Yo también tuve el dudoso privilegio de asistir a la emisión de la noticia que relacionaba los deberes con el fracaso escolar. Si no recuerdo mal, se dijo que España era el cuarto país en deberes (no sé si de la UE, la OCDE o de qué), y el primero en fracaso y abandono escolar. Una coincidencia sincrónica del estilo que cada vez que respiras nacen tres chinos. Pero lo citaron tan capciosamente que, sin duda para la mayoría de la audiencia, se tomó como una inferencia lógica con mayúscula. Y así nos va, con la cobra y con OT. Esto no tiene remedio, pero como bien dice Alberto, hay que seguir denunciándolo. Nosotros tampoco nos cansaremos. Un saludo.

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  5. Esa perversa inferencia se repitió en radio y televisión. Ni la televisión franquista habría sido tan burda. Otrosí digo: al menos aquí en la taifa madrileña (me permito tomar prestada esta metáfora de la terminología de mi amiga Hesperetusa), solo ha habido un sindicato que se ha pronunciado claramente en contra de este montaje: ANPE. No esperéis que los sedicentes sindicatos "de clase" y cualesquiera otros del buen rollito digan una sola palabra, porque estos planteamientos coinciden por completo con su catecismo. Con los sindicatos estás pasando ya como con la Iglesia: hay una grey de personas sanas que hacen y piensan lo sensato y luego levita una cúpula tirando a podrida que se mueve por intereses espurios y a menudo difícilmente sostenibles. Un abrazo, Xavier.

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