Según publican varios medios, una empresa de Las Vegas llamada Sands pretende levantar en nuestro país una réplica a pequeña escala de aquella entrañable ciudad estadounidense. La oferta se concreta en un complejo de megahoteles de 20.000 plazas, casinos y centros comerciales y el caramelito se endulza con la promesa de que llevará anexa la creación de 180.000 puestos de trabajo. La empresa, eso sí, precisa una amplia extensión de terreno para edificar este paraíso en la Tierra y este fue precisamente el escollo que frustró su intento de establecerse en Asia (por si alguien no tenía claro aún dónde está el futuro), pues los países a los que se dirigieron, al parecer, tienen normas muy estrictas acerca de la cesión de suelo, así que, buscando gobiernos más laxos en esta materia, los señores de Sand, los muy pillines, acabaron viniendo a España, ¿por qué será? Sheldon Adelson, representante de Sands, no tiene pelos en la lengua y dice que el gobierno español debería darle garantías en la celeridad para concederle los terrenos. ¡Vamos, rapidito!, que el dinero no puede estar parado por un quítame allá ese impacto medioambiental, ni bobadas románticas por el estilo. Por lo pronto, el gobierno autonómico de Madrid (uno de los posibles destinos) ya está valorando dos o tres ubicaciones idóneas para el complejo: ¿será una de ellas junto al proyectado campo de golf de Valdeloshielos, al que, al parecer, le van a poner ardillitas y murciélagos para que quede más ecológico? Sin duda, Sands y el señor Adelson saben muy bien con quién se juegan los cuartos, como no podía ser menos en gente que viene de Las Vegas.
En un momento en que tenemos 4'6 millones de parados quizás no parezca muy popular arremeter contra este negocio que promete 180.000 puestos de trabajo, pero, sintiéndolo mucho, creo que presenta serios incvonvenientes. El primero de todos sería la falta de solidez y credibilidad de nuestros políticos. Después de haber estado no sé cuánto tiempo rasgándose las vestiduras y prometiendo que iban a buscar un modelo económico más sólido que la simple suma de construcción más turismo, cuyos excesos nos han traído donde nos han traído, ahora, a la primera de cambio, no le hacen ningún asco a una oferta que lo único que presenta es eso: construcción y ocio a lo bestia: ni escarmentamos ni parecemos tener planes mejores. En segundo lugar, soy muy escéptico con respecto a esos deslumbrantes 180.000 puestos de trabajo, porque, miren ustedes, no es la primera vez que aquí a España viene una superempresa de fuera prometiendo el oro y el moro y luego... Sin salir del sector del ocio, ahí está la Warner. ¿Van a ser realmente 180.000 puestos de trabajo? ¿Durante cuánto tiempo y con qué proyección? ¿Cuántos de ellos van a ser pan para hoy y hambre para mañana? En tercer lugar, ¿no está la oferta española en este sector un tanto saturada? ¿No es además un sector en crisis? ¿Será beneficioso a medio o largo plazo meter un monstruo así a hacer la competencia en Madrid o donde sea?
EL ÁREA METROPOLITANA DE MADRID
Sé que todos los argumentos anteriores pueden recibir serias objeciones, pero hay un cuarto que considero el más importante y difícilmente rebatible: el del impacto medioambiental, al menos, para Madrid, que, en este capítulo, está para pocas bromas. Madrid es una comunidad de 8.028 km2 y con un área metropolitana que ocupa en su centro una extensión de 1.739’44 km2 (casi el 25% del total, miren el mapa y juzguen la impresión que produce), aunque otros cálculos la amplían hasta los 1.935'97 -26 más que la provincia de Guipúzcoa en su totalidad- o hasta unos exagerados 4.609. Cualquiera que viva en la comunidad sabe el exceso de urbanización que ya presenta y el peligro que acecha incluso a zonas protegidas o cercanas a ellas, dada la voracidad de nuestros constructores y de los banqueros y políticos que se forran con ellos. Es además una comunidad castigada por la sobrecarga de vías de comunicación de todo tipo; una comunidad de tráfico saturado; una comunidad de aire viciado; una comunidad donde todos estos factores ya afectan seriamente a la calidad de vida: ¿de verdad es el sitio adecuado para esa mini-Las Vegas solo porque a Sands le parezca que es ahí donde va a sacar más beneficios? Supongo que no debo de ser el único que piense que no, aunque me temo que eso no sirva de mucho, porque, si el gobierno de la comunidad dice que ya "lo está estudiando"... ¿Tendremos finalmente el privilegio de que nos traigan la réplica de Las Vegas que sueña Sands? No lo sé: hagan sus apuestas.
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