Este artículo se publicó en Mi blog difunto el 16 de julio de 2009
Cualquiera que me conozca a fondo sabe muy bien que no soy más miedoso porque no entreno, y aun así, me encantan las pelis de terror, ya veis, cosas de la vida. El cine de terror tiene sus paradojas, como todos los cines de género: está muy ligado a la serie B y sin embargo ha producido alguna que otra obra maestra; puede darte en auténticas birrias de películas una o dos escenitas que salven el resto a base de lo que se espera de una peli de terror: que te haga pasar miedo o te dé unos sustos de muerte; es irracional por definición y, sin embargo, gusta a personas que son modelo de racionalidad... Por lo demás, es un filón inagotable, no solo en la gran pantalla, sino en la televisión: ahí tenemos aquellas películas de la productora Hammer, con sus Dráculas y demás horrores y sus efectos especiales que hoy nos hacen partirnos de risa; ahí están los desparrames de John Carpenter o de Darío Argento; más allá tenemos las Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador, que nos hicieron palmar de un infarto allá por los años sesenta... A propósito de este último, recuerdo que él mismo solía hacer unas presentaciones de sus episodios que eran un alarde de humor negro. Y es que, curiosamente, el buen cine de terror ha ido a menudo unido al humor.
Como estamos de vacaciones y el que más el que menos vais a acabar en algún pueblo con cine de verano, de entre las muchas películas de terror que he visto, os he entresacado las diez mejores (no ha sido fácil), para que no dejéis de pasar a verlas si las ponen en vuestro lugar de veraneo. Ahí van:
La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968). De esta como de algunas otras que os pongo, ha habido secuelas y versiones, pero me referiré siempre a la versión que cito, que en general, será la original y la mejor. ¿Os gusta el estofado de carne? ¿Y qué diríais si fueseis vosotros el contenido de la olla? Como ya sabréis, por ahí van los tiros en esta joya en blanco y negro, que es cortita (unos 80 ó 90 minutos), la angustia en estado puro tampoco conviene prolongarla. Extraordinario final.
Drácula (Francis Ford Coppola, 1992). Ha habido infinidad de Dráculas y vampiros en el cine, desde el Nosferatu de Murnau en 1922, pasando por Bela Lugosi, Christopher Lee (sin duda, el mejor intérprete) o el Nosferatu de Herzog de 1979, como el de su paisano Murnau, un verdadero poema visual, pero, para mi gusto, la mejor adaptación de la novela de Stoker, la de más rica escenificación, la que mejor capta el fondo a la vez horrendo y trágico del personaje, es sin duda ésta de Coppola. Un verdadero espectáculo.
La vuelta de tuerca. Empezaré por decir que este título se corresponde en realidad con el de la magistral novela de fantasmas de Henry James en que se basan las mil películas que sobre ella se han hecho. La mejor sin apenas discusión es una en blanco y negro que dirigió Jack Clayton en 1961, con una espléndida Deborah Kerr como protagonista, esa valiente y bondadosa institutriz zarandeada por el tétrico juego en que se ve metida. En inglés se tituló The innocents, y en español, Suspense, vaya usted a saber por qué.
Poltergeist (Tobe Hooper, 1982). Si no estuviera la anterior, sería sin duda la mejor película de fantasmas de la historia del cine. Escalofriante, espeluznantes sucesos en una casa como la tuya y la mía, con una preciosa niñita diciendo inocente y cantarina: "Están aquííí" y poniéndonos a todos los pelos de punta. Sabéis que Spielberg tuvo mucho que ver en el guión y tal vez en la dirección de alguna escena y sabréis, cómo no, lo de la maldición de esta película, la serie de hechos luctuosos que la rodean.
Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981). Paradójicamente, la mejor película que ha dado un monstruo tan acreditado como el hombre lobo es esta, que es más bien una parodia, en dura competencia con Aullidos (1981) y En compañía de lobos (1984), aunque esta en realidad es más bien una formidable ensoñación erótica. La que ahora nos ocupa a mí me encanta por su mezcla con el componente humorístico, que es genial, sin que esto signifique que el aspecto del terror esté mal. Amor, humor, horror y estupenda banda sonora.
REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 23 - XI - 07). Genial; ya nadie puede decir que los españoles no somos capaces de hacer buen cine de terror. Y muy recientita, ya veis, aún andará por alguna cartelera, así que, si queréis veros metidos en el mismo centro del horror, id a verla, y no digo más. P.S.: Ya esta por ahí la parte dos. No la he visto (aún) pero quienes sí lo han hecho me dicen que es bastante buena.
Noche de miedo (Tom Holland, 1985). Aunque también tiene sus sustitos, su mayor mérito es ser una buena y divertidísima parodia del cine de vampiros, que da para mucho. Aprovecho aquí para mencionar otra joya del tema: Kung fu y los siete vampiros de oro (1974), como su propio nombre indica, una inenarrable papilla de cine de terror y de artes marciales producida por la Hammer, pero que ya hubieran querido firmar Groucho Marx o Woody Allen.
Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979). Y es que Scott a veces hace películas buenas. En Alien se explota a las mil maravillas el recurso del horror que te acecha en la oscuridad o a la vuelta de la esquina, para saltar sobre ti cuando menos te lo esperas. Y por si faltaban criaturas sobrecogedoras en la opresiva nave Nostromo, por allí andaba también la teniente Ripley.
El exorcista (William Friedkin, 1973). Repita conmigo: "¿Has visto lo que ha hecho la cerda de tu hija?" No, así no, tiene usted que poner voz rasgada, de diablo malísimo. Entrar en la habitación de esa niña era entrar en el mismísimo infierno, también para el espectador, ese es uno de los grandes méritos de la película, sin perder de vista la perversa capacidad de manipulación en todos los sentidos que demuestra el maligno en esta historia de posesión. Un clásico que se basa en una novela de William Peter Blatty, quien, a su vez, se basó en un caso real, un exorcismo que una comunidad de franciscanos estadounidenses intentó con un adolescente que hacía cosas muy raras.
La profecía (Richard Donner, 1976). Una escalofriante película de muy sobria realización y nada menos que con Gregory Peck como protagonista. Por aquí también anda metido el diablo, y hace unas cosas que dejan chiquito al de El exorcista. Cuidado con la versión de hace unos pocos años, porque es bastante inferior.
Al final de la escalera (Peter Medak, 1979). También esta podría competir por la medalla de oro de las películas de fantasmas. Una historia tenebrosa que poco a poco va descubriendo el protagonista (encarnado por un sensacional George C. Scott) y un par de buenos sustos la acreditan como un clásico del cine de terror, aunque quizás no muy conocido.
House (una casa alucinante). Dirigida por Steve Miner en 1986, esta película garantiza escalofríos y carcajadas a partes iguales. La verdad es que el guión es casi un tebeo, recuerda las historietas de la revista Creepy (que aquí se llamó Vampus) que leíamos allá por nuestra adolescencia, pero es muy entretenida. Otro aliciente: el protagonista es William Katt, el que hacía de superman desastroso en El gran héroe americano.
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980). Es curioso lo de esta película: en su época fue muy discutida: ya fuera por la realización de Kubrick, la historia de Stephen King o la interpretación de Jack Nicholson... Y sin embargo, cada uno de ellos es genial en lo suyo. Para mi gusto, la película es un tanto irregular, pero sea por lo que sea, como historia de terror funciona a las mil maravillas, sobre todo, cada vez que el protagonista o su hijo se quedan solos por alguno de los escenarios del hotel ese de mil demonios (nunca mejor dicho) en el que están medio encerrados. Quiero destacar algo que no sé si se habrá señalado mucho: la fabulosa interpretación de Shelley Duval. Por último, algo de lo que me enteré hace poco: el chiflado de Kubrick le hizo repetir cien veces una toma al niño de la peli. Para matar al señor director con el hacha de papaíto Jack.
El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999). A pesar de los bodrios perpetrados posteriormente por su director, esta película es muy recomendable. Me gusta bastante la interpretación que hace Bruce Willis. Y no digo más, porque, si hay una película que puedes cargarte si te vas de la lengua, es esta.
Abierto hasta el amanecer (Robert Rodríguez, 1999). Si usted quiere ver un desparrame vampírico, aquí está su película. Y si no ha tenido suficiente, entonces, váyase al videoclub y pida Vampiros (1999), de John Carpenter, y luego compare. En la de Rodríguez destaca sobre todas una escena en la que aparece Selma Hayek marcándose un bailecito con una pitón albina como bufanda: esa sí que está de miedo.
El baile de los vampiros (Roman Polanski, 1967). Clásico del cine de vampiros realizado en clave de parodia. ¿Que por qué es un clásico? Pues quizás, sobre todo, por la escena que le da título. Sabemos que Polanski hizo otra gran película de terror, La semilla del diablo (1968), una inquietante historia con intervención diabólica y repulsiva corte de fieles satanistas. Muy recomendable. La trágica historia posterior de Polanski, con el brutal asesinato de su esposa a manos del clan Manson, alimentó toda clase de leyendas.
La cosa (John Carpenter, 1982). Terminamos con otra del bueno de Carpenter. Esta historia está situada en una estación científica en la Antártida, la cual recibe la cordial visita de uno de esos entes extraterrestres que amenizan algunas cintas de terror. Es bastante eficaz, pero con un par de escenas un poco fuertes, lo advierto. Muy bien Kurt Russell, le van este tipo de historias.
En fin, hoy se me ha vuelto a ir la mano; espero al menos que, con alguna de estas diez películas, acabéis pasando una tarde de agradables escalofríos y gritos de espanto. ¿Qué? ¿Que no son diez? ¡Ah!, pues es verdad, me habré equivocado al contar, cada día me patinan más las neuronas.
Addenda de 2010: Añadiré a esta lista The ring (Gore Verbinski, 2002) que en español se tituló La señal, y que es una desasosegante historia de fantasma mediático con una magistral dosificación de los terroríficos acontecimientos. Los aficionados al género os preguntaréis cómo se me pudo pasar esta excelente película, así que os voy a decir por qué fue: vi antes en vídeo el original japonés en que se basa, Ringu (Hideo Nakata, 1998), que quizás sea una buena película, pero no podría decirlo, porque los primeros minutos son tan aburridos que la dejé al poco rato de empezar, y eso me quitó las ganas de ver la secuela. Que The ring se ha convertido en una película mítica lo prueba el hecho del montón de entradas que ha generado en YouTube. De entre estas, echad un vistazo a la titulada El tronco de Edgar y a sus diversas versiones, ¡la imaginación y la guasa que le echan algunos!
Pues ya que te gusta el género de terro, aquí va una lista con otras 10 películas relevantes (por orden cronológico):
ResponderEliminarLa parada de los monstruos (Tod Browning, 1932)
El hombre invisible (James Whale, 1933)
La novia de Frankenstein (James Whale, 1935),
La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944) –Española
La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956)
Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)
Los Pájaros (Alfred Hitchcock, 1963)
La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968)
Stalker (Andrei Tarkovsky, 1979)
Al final de la escalera (Peter Medak, 1980)
¡Para morirse de miedo!
Todas estupendas, Pepe, y algunas, joyas medio desconocidas, como esa torre de los chepas, pero yo no diría que son todas exactamente de terror. Ejemplos: Los pájaros, Psicosis, La torre de lso siete jorobados...
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