A finales del pasado mes de julio, destapó "El Mundo" la falsificación -supuesta, ni que decir tiene- del título de diplomado sobre el que José María Ángel Batalla, destacado miembro del PSOE valenciano, ha fundamentado una carrera administrativa, profesional y política de alrededor de cuarenta años. Falsificar títulos es un delito bastante grave, pues es habilitar para el desempeño de ciertos oficios o funciones a quienes en realidad no están capacitados para ello, pero, si lo perpetra alguien como el señor Ángel Batalla, que ha ejercido muy altos cargos públicos y en su momento fue presentado por su partido como el referente ético con la talla suficiente para ocupar el cargo de comisionado especial para la reconstrucción por los daños ocasionados por la dana de 2024 (con una remuneración de más de 120.000 euros al año), se convierte en un escándalo de grandes dimensiones. Por suerte para él, gracias a la cascada de abusos, corrupción e incumplimientos de la ley que Pedro Sánchez ha vertido y vierte sobre España, lo suyo ha quedado como un granito más en una tormenta de arena.
Pocos días después, la Diputación de Valencia abrió un expediente contra la esposa de Batalla, Carmen Ninet, quien hasta ese momento había estado ejerciendo como subdirectora del Museo Valenciano de Ilustración y Modernidad, un cargo para el que es preciso un título de licenciado o equivalente, requisito que la señora Ninet no cumple. Superado el plazo que la Diputación le concedió para demostrar que sí lo cumplía, a la vista de su oneroso silencio, ha sido destituida. A lo largo de los nueve años que ha estado ocupando indebidamente ese cargo, según calculan algunos, ha ganado 720.000 euros, una cantidad que es muy probable que sea mayor, pues en la actualidad ganaba 104.634. Habida cuenta de que es posible que no tenga ni el Bachillerato, se ha embolsado irregularmente un dineral que, en el sector público, sería inalcanzable para alguien con sus méritos.
Los chanchullos de esta ejemplar pareja están ahora en fase de investigación, con el fin de determinar cómo se les penaliza. ¿Cómo se les penaliza he dicho? ¡Qué ingenuidad! Será mejor que quienes vivimos en esa ficción de que quien la hace la paga no nos hagamos ilusiones, porque acerca del señor Batalla, aunque es verdad que ya ha tenido que renunciar al nada despreciable chollo de comisionado y tal, lo que más se oye es que, en el caso de que se demostrase que ha cometido falsedad en documento, no le pasaría nada, porque el delito habría prescrito. En cuanto a la señora Ninet, lo suyo es todavía más kafkiano, porque con lo que se especula es con que la van a recolocar en algún puestecillo que salga por ahí, el cual tendría que ser, dadas sus no-titulaciones, de la escala funcionarial más baja, la E, pero resulta que, como ha estado nueve años ejerciendo (😂😂😂) uno de la más alta, la A-1, ya podría haber consolidado el derecho a percibir ciertos complementos propios de esta ¡y no se le podrían arrebatar!
Las preguntas que todos nos hacemos son estas: si, dadas sus titulaciones falsas o inexistentes, jamás deberían haber ocupado los puestos que usurparon, ¿no sería lo lógico que no pudiesen disfrutar de derechos a los que en realidad no tenían derecho? ¿No deberían directamente ser penalizados? ¿No deberían reintegrar el dinero público que se embolsaron sin que les correspondiera? ¿No deberíamos replantearnos eso de las prescripciones? Bien, en todo caso, el asunto está en fase de estudio, así que toca esperar para ver cómo se resuelve al final.
Aparte de lo dicho hasta ahora, esta la incógnita de la ascensión: ¿cómo les fue posible a estas personas trepar tan alto con esas carencias? ¿A quién le coló el señor Batalla ese título tan burdamente falsificado (burdo 1, burdo 2) para pasar de una categoría que no lo precisaba a otra que sí? ¿Hubo negligencia, incompetencia o complicidad? Habrá que ver. Lo de la señora Ninet tiene otros matices. Entró como laboral, o sea, que no es funcionaria de carrera, y una vez "dentro de la casa" tendría la trayectoria que tuviera, hasta que la colocaron en un sitio para el que no estaba acreditada y todo se vino abajo. Me parece inexplicable que llegara a esa subdirección sin el concurso de otras personas que la encaminaran y la nombraran, así que me temo que en esta película aún faltan personajes, ¿se acabará hablando de prevaricación? Sea lo que sea, todo huele que apesta. Por lo que he leído por ahí, la familia de Carmen Ninet ha estado siempre vinculada al PSOE, algunos hablan incluso de dinastía. Entre sus mayores, están los fundadores del PSOE valenciano y ahora están todos colocaditos y volcaditos en la política, ¡qué casualidad! Y qué casualidad igualmente que ella y su marido (familia también, nótese) hayan coincidido en tener la dicha, cada uno a su manera (tramposa en ambos casos), de ascender en la Administración hasta buenos puestos que les estaban vedados por su carencia de títulos. ¿Estaremos ante un caso de caciquismo político en la Comunidad Valenciana? ¿Será ese caciquismo tan poderoso que tendrá la facultad de colocar en buenos puestos públicos a los hijos de "buenas familias" socialistas por enchufe o por fraude, despreciando los méritos y los requisitos legales? Habrá que verlo. Y otra cosa: ¿será solo en la Comunidad Valenciana?
Si este asunto se reduce al matrimonio Batalla - Ninet sería un caso deplorable, pero, si es un síntoma de algo más extendido, podría estar avisándonos de la corrosión de la Administración española. Si hemos llegado a esa catástrofe, esta historieta debería preocuparnos mucho más de lo que parece hacerlo.
Una muestra del descontrol de las instituciones públicas.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Yo jamás me hubiera esperado que aquí pudieran suceder cosas así, de modo que me parece muy poco tranquilizadora.
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