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domingo, 19 de abril de 2020

Educación y coronavirus: siete breves conclusiones

    Nadie puede discutir que la situación que atravesamos es muy difícil y que, por tanto, ni para todos los problemas que afrontemos habrá soluciones óptimas ni debemos extrañarnos de que se cometan muchos errores, así que es prudente ser generosos y comprensivos con ellos, aunque solo sea porque todos los hemos cometido. No obstante, esto no representa que renunciemos al deber de criticar lo que está mal, ni, lamentablemente, va a impedir que algunas de las valoraciones que voy a formular a continuación sean un poco duras, pues se volcarán sobre inexplicables reiteraciones en el error o sobre conductas que, además de ser muy reprobables, no tienen en la actual crisis sanitaria ningún apoyo que las justifique. 
    1.- Isabel Celaa no está a la altura del cargo que ocupa.- La verdad es que esto se sabía ya de antes (Celaa1, Celaa2, Celaa3, Celaa4), pero lo ha confirmado ella irremisiblemente cuando, después de apostar de forma sibilina por el aprobado general, finalmente lo ha hecho efectivo con un acuerdo presentado a las autonomías que lo impone sin nombrarlo y con el que la ministra, contraviniendo leyes de rango superior, hace papel mojado de su deber de fijar los límites para la repetición de curso y los criterios de concesión de títulos. Después de casi treinta años de desastre logsiano, no es buena para ministra una persona que se ha limitado a ejercer como neutra transmisora de sus peores males.
    2.- El aprobado general era evitable y siempre será nefasto.- El aprobado general que de facto se podrá efectuar con el plan de la señora Celaa podría evitarse, y así lo harán algunas comunidades, a las que aplaudo. Ya he dicho en otra parte por qué considero muy desaconsejable ese camelo con el que algunos engatusan a los alumnos y les perjudican fingiendo favorecerles.
    3.- Se ha usado la enseñanza como campo de batalla política.- Empezando, cómo no, por el Gobierno regional catalán, que se ha precipitado a pregonar que su intención era dar el aprobado general ya de antes: vamos, que la patente era suya. No obstante, la muestra más inicua ha sido un editorial de "El País" del pasado día 18, que acusaba de sucio partidismo a las comunidades que no aceptaban el penoso pacto de Celaa, siguiendo el inquisitorial guion que han adoptado los medios afines al Gobierno: estigmatizar con la marca de traidores a quienes no acaten sin rechistar hasta la menor de sus consignas o decisiones.
    4.- El pedagogismo ha demostrado su vileza y la inconsistencia de sus "soluciones".- En estos días hemos presenciado cómo una avalancha de innovadores irrumpían en los medios para promocionar sus recetitas como el remedio infalible para la delicada situación actual: aparte de la insistencia en el ya mencionado aprobado general, los hemos visto aconsejar la suspensión de la selectividad o intentar colar la normalización del trabajo escolar en julio. Todo ello se revela a simple vista como una colección de disparates, pero que los "expertos" hayan aprovechado una dramática emergencia para promocionar sus productos de mercadillo intelectual los deja en muy mal lugar.
    5.- Los alumnos "socialmente desfavorecidos" han sido miserablemente manipulados.- Dentro de este capítulo de las argucias de los innovadores, ha quedado patente una de las más aborrecibles: la instrumentalización que hacen de los económicamente más débiles para sostener sus propuestas, es decir, su particular interés. Llevamos décadas contemplando la vileza de que, para sustentar el empobrecimiento educativo del sistema logsiano, se apelase al argumento de la segregación: desde los mandarines hasta los monaguillos de esta calamidad se han hinchado a predicar que un sistema exigente sería segregacionista y discriminatorio con los más pobres, mentira en la que se han apoyado con contumacia para defender el aprobado regalado y que ahora les ha servido para el aprobado general. Nunca les han importado lo más mínimo esas personas, se han limitado a tomarlas, en un alarde de hipocresía, como rehenes de sus montajes.
    6.- Han quedado en evidencia las debilidades de las nuevas tecnologías.- Ha resultado particularmente divertido el ver como los innovadores, tradicionalmente defensores a capa y espada de las nuevas tecnologías (para algunos, una clase de internet supera a una presencial), han usado como pretexto precisamente a los alumnos que no podían acceder a ellas para abogar por el aprobado general, tomando una vez más como rehén a un colectivo minoritario y desfavorecido, sin pararse a pensar que para estos alumnos se podían encontrar otras soluciones. Pero lo que importa para este apartado es esto: por lo dicho y por otros importantes motivos, ha quedado probado (para los que lo dudasen) que las nuevas tecnologías no son capaces de responder por sí solas a todo lo que la educación demanda y constituyen tan solo un instrumento para la educación, de colosales prestaciones, nadie lo discute, pero un instrumento, un medio, no la panacea ni menos aún el objetivo en sí de la enseñanza, como literalmente sostienen algunos de los pedagogistas más destacados. 
    7.- Ha quedado demostrado que la enseñanza presencial es, muy por encima de las demás, la mejor opción.- Después de muchos años oyendo monumentales estupideces que menospreciaban a la enseñanza en el aula, a la relación directa entre el alumno y el profesor, pronunciadas por verdaderos catetos tecnocráticos y endiosados y aplaudidas por unos medios de comunicación demasiado inclinados a la frivolidad sensacionalista, se me ha puesto mil veces la sonrisa sarcástica cuando he visto como algunos de estos medios eran los primeros en hacer lo que he mencionado arriba: usar como pretexto las deficiencias de esas nuevas tecnologías. Yo -y no por haberme ganado la vida como profesor- he tenido siempre la convicción de que la mejor enseñanza (la verdadera, lo demás son sucedáneos) es la directa entre las personas del alumno y el profesor, sin mediaciones, y no voy a perder el tiempo en argumentarlo, porque las cosas que se caen por su propio peso se demuestran solas. Ahora bien, si, después de lo que llevamos visto en unas cuantas semanas de suspensión de las clases, todavía hay alguien que no lo reconoce, habrá que aplicarle una vieja máxima del magisterio: enseñar al que no entiende es difícil; enseñar al que no quiere es imposible. 

10 comentarios:

  1. No desesperes, Pablo. Mira la parte buena: han resuelto de un plumazo el problema del fracaso escolar.
    Piensa también en otros genios que nos gobiernan (por ejemplo la ministra de trabajo) y dormirás tranquilo, a pierna suelta.

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    1. Lo del sueño tranquilo nos lo han garantizado, Pepe, sin duda. En cuanto al fracaso escolar, pues también tienes toda la razón, mira esto:
      https://www.elmundotoday.com/2020/04/sergio-ramos-se-saca-al-fin-la-eso-gracias-al-aprobado-general/

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  2. Coincido plenamente con tus observaciones. La menestra no pasa ni con aprobado general. La promoción automática ha sido siempre el programa máximo del pedagogismo, que no pierde la ocasión para dar un zarpazo, el uso de la enseñanza como trinchera política me parece lamentable y, finalmente, como dice Ricardo, los alumnos "más desfavorecidos" han sido las víctimas de la demagogia del pedagogismo y del búnker logsiano. Y por supuesto que la enseñanza presencial es mejor. Pero ahí yo haría un matiz. Sin haber sido nunca un entusiasta de las llamadas "nuevas tecnologías" y manifestándome escéptico respecto de estas como panacea, tal y como lo han planteado algunos innovadores, muchos programas de Internet son útiles para seguir aprendiendo. Con muchas condiciones y con muchas restricciones. Sería para hablarlo más despacio.

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    1. Si es que yo valoro enormemente las nuevas tecnologías, por ser la extraordinaria herramienta que son. Ofrecen ventajas en todos los escalones de la labor educativa: los programas, los cursos a distancia, los tutoriales, las fuentes informativas, la canalización de la información administrativa o los procesadores de textos, power points y demás. En esta crisis, sin embargo, se ha producido una paradoja: han demostrado su gran utilidad, pues han permitido mantener vivo el curso, aunque haya sido al ralentí, pero al mismo tiempo, han dejado patentes sus limitaciones: no pueden llegar a todo el mundo y serían incapaces de suplir la enseñanza presencial: han bastado unas semanas para que quedase claro y meridiano que eso que tanto critican algunos de tener a treinta alumnos en un aula es mejor de lo que ellos quieren hacer ver y que las cosas que consigue no se pueden hacer por vía telemática. Esto es lo que enfatizo yo en mi artículo, sin pasar por alto que las nuevas tecnologías tienen grandes utilidades, y lo hago un poco para callar la boca a esos (que sabes que los hay) que se pasan la vida echando m _ _ _ _ _ sobre el aula (y de paso, sobre el profesor) y glorificando la pantalla. Yo contra las nuevas tecnologías no tengo nada.

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    2. De acuerdo. Como sustituto del profesor no funcionan. Y además hay cursos en los que son inviables. Y la idea de sustituir al profesor por la máquina está en la mala fe de los pedagogos. Sin un profesor un curso a distancia o asistido por ordenador es sencillamente imposible.

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    3. Esa es la cuestión. La enseñanza sistematizada requiere inexcusablemente profesor, alumnos y espacio compartido, llámese aula, laboratorio, gimnasio, museo mirando cuadros o monte buscando insectos. Y con contacto directo y flujo inmediato del conocimiento, la duda, la explicación, la respuesta, el examen... Yo he oído decir a gente como Fernández Enguita, María Acaso y alguno más que esto está fracasado y que estamos en la era de las nuevas tecnologías. Para los iluminados, los ignorantes, los idiotas, los ingenuos, los despistados o los vividores que se creen esa estupidez, esta crisis ha venido a demostrar que eso es falso, aun siendo, paradójicamente, un momento en el que las nuevas tecnologías han dado una muestra de su gran utilidad.

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  3. Como si la función y el interés de esta señora, y de la política que la sustenta, votantes y ejecutores, fuera la instrucción de la población! Su cometido es otro y puede decirse que han logrado plenamente sus objetivos en este asunto

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    1. Indiscutible. Este comentario tuyo me hace reflexionar sobre una cosa: de las personas que han ocupado su cargo del 78 para acá, Celaa es probablemente la que menos reparos ha tenido en mostrar a las claras eso que dices, no recuerdo que jamás se haya tomado la molestia de siquiera intentar aparentar que se interesaba por el conocimiento.

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    2. Antes de Celáa esa función del desprecio al conocimiento y ninguneo del profesorado se la dejaban a los secretarios de Estado y los directores generales. No olvidemos la doctrina pedagógica del padre Marchesi y su apología del pedagogismo analfabetizante. Ahora ha dado un paso más en la "sobreexposición" que tiene todo el gobierno y que extiende a altos cargos.

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    3. Es que Sánchez gobierna en el vacío, así que la duda es si Celaa tiene una propuesta vacía por sí misma, por coherencia con su jefe o por las dos cosas.

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