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sábado, 2 de junio de 2018

Un palurdo sin modales

   La escena es ya superconocida, así que no espero que nadie se lleve una sorpresa viendo estas imágenes de la despedida que le endosó Juan Carlos Monedro a Soraya Sáenz de Santamaría, ese desafortunado "Me alegro de que os vayáis" lanzado delante de todas las cámaras:

    Se comenta solo. En la vida en general hay que saber ganar y no sé el grado de confianza que existirá entre ambos personajes, pero no son las palabras adecuadas para dirigirlas a alguien que acaba de sufrir un grave revés, y menos, con esa "amistosa" imposición de manos. Hay un viejo dicho que sentencia: "Afligir al afligido es de corazón podrido". Y ya, si se hace con una sonrisa de oreja a oreja... Merecen comentario también las palabras de Sáenz de Santamaría: "A mí no me alegra que lleguéis". Señora Santamaría: se supone que quien ha llegado es el PSOE. Claro que, después de ver a los diputados de Podemos gritando: "¡Sí se puede!" al acabar la votación de la moción de censura, su ¿lapsus? se comprende perfectamente.
 
P.S.: hoy, 2 de junio, acabo de ver que Juan Carlos Monedero se ha disculpado públicamente con Soraya Sáenz de Santamaría. Queda claro a mi juicio, pues, que, al estar metido en la escena, no era consciente del desagradable o como mínimo ambiguo efecto visual que producía. Parece claro también que no tuvo intención de ofender.

2 comentarios:

  1. No sé, Pablo, me parece excesiva la crítica generalizada a un gesto que me parece nimio. Al menos tú has puesto el video completo y no el corte sesgado del último plano, que les ha servido a tantos para acusarlo de prepotente y machista para arriba. Y, aunque no debería hacer falta señalarlo, ya te digo que no es precisamente Monedero un tipo que me caiga especialmente bien.

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  2. Pepe, la inmediata petición de disculpas de Monedero (que reseño como es de rigor) revela dos cosas: que la escena era reprobable y que él no se daba cuenta de que lo era. Ha estado rápido en la rectificación, lo cual es digno de elogio. Si ayer esto era una tormenta en un vaso de agua (tienes razón en lo del gesto nimio), hoy ya no es ni eso. Un saludo.

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