Confesaré que no conozco muy a fondo el proyecto que tiene la comunidad autónoma cántabra de modificar el calendario escolar, pero, como lo poco que sé no me gusta, quiero exponer algunas objeciones y dudas que se me ocurren, las cuales se basarán en los rasgos generales que se han dado a conocer y en lo que dice don Ramón Ruiz, el consejero de Educación cántabro, en
una entrevista que le han hecho en "El País". Vayan aquí mis objeciones.
1.- La división en más de tres evaluaciones ya se hizo y hubo que dejarla porque era peor. Allá por los años 80, cuando entré en EGB, aún coleaba en algunos centros el debate sobre si hacer tres evaluaciones o cinco. En general, la segunda opción era la que defendían los más "pedagogistas", con un argumento parecido al que maneja Ramón Ruiz: que los alumnos estarían más evaluados. Justamente ese era el principal problema: que estaban demasiado evaluados, lo que era para ellos un agobio, y también para el profesor. Otro problema que había era que los periodos, al acortarse mucho, a veces no dejaban tiempo para ver lo suficientemente a fondo la materia sobre la que había que evaluar. La gente estaba mayoritariamente a favor del sistema de tres evaluaciones, que se acabó imponiendo, por algo sería. Todo esto lo sé por experiencia, porque he trabajado con tres, cuatro y cinco evaluaciones: todo lo que pase de tres, empeora la evaluación. Testimonialmente, de vez en cuando he visto intentos aislados de "colar" una vuelta a las cuatro o las cinco evaluaciones, abordados siempre, cosa curiosa, por algún orientador muy fundamentalista del evangelio logsiano o por algún director muy interesado en la imagen ante los padres, todo muy en la línea de los famosos expertos, que parecen estar también respaldando con su experiencia y su sapiencia el proyecto cántabro.
2.- No me explico el papel de los sindicatos. Parece claro que este proyecto se ha fraguado entre bambalinas y pactado entre poderes fácticos educativos, en este caso, consejería y sindicatos mayoritarios; a padres y profesores les ha pillado de sorpresa: no me explico cómo las organizaciones sindicales han podido obrar con ese sigilo y a espaldas de sus supuestos representados. Bueno, sí me lo explico, la verdad.
3.- No sé qué se gana cambiando los días de sitio. Puesto que, con gran sensatez, se mantienen los 175 días lectivos, para acoplar los cinco bimestres que van a tener ahora en Cantabria, se ha debido proceder a llevarse fiestas de un sitio para otro; así, explica Ruiz que, para hacer la semana de descanso proyectada para noviembre, se van a tener que juntar en ella días sacados de todos los puentes del año: ¿quiere esto decir que habrá en él una semana en que los niños estén sin "cole" y los padres trabajando y luego puentes en que suceda al contrario? Si es así, no es una gran solución.
4.- No me encajan los periodos. Habla Ruiz de que, en realidad, no va a haber grandes modificaciones, ya que serán cuatro parones acoplados a nuestras fiestas tradicionales (Navidad, carnavales y Semana Santa, más ese apaño de noviembre que se saca de la manga) con bloques de 32 días lectivos: pues lo siento, pero no salen las cuentas. El cálculo puede medio acoplarse en el primer trimestre, pero, entre Navidad y Semana Santa, nunca hay 64 días lectivos y a menudo los que hay son muchos menos, y no tienen por qué estar divididos justo a la mitad por el carnaval; por otra parte, los lapsos posteriores a Semana Santa tendrán siempre bastantes más de 32 días, y ya, si se acaba el curso en julio, el "homogéneo" ¿bimestre? final se puede ir muy bien a los 50 días o más, parte de ellos, bajo nuestro calorazo canicular: además de no cuadrar, es un disparate, pero no se preocupen, ya que el señor Ruiz lo afrontará instalado en su cómodo despacho con aire acondicionado. Y es que hay una cosa elemental: 5x32 son 160, de manera que los cinco bimestres supuestamente homogéneos del señor Ruiz se dejan 15 días lectivos sin cubrir, los cuales, día arriba día abajo, siempre se van a ir al tercer trimestre. Entonces, si la homogeneidad puesta como bandera es inviable, ¿cuál es en realidad el propósito de este cambio? Quizás la respuesta esté en los puntos cinco y seis.
5.- El espinoso asunto de julio y septiembre. Dice el señor Ruiz que quiere adelantar los exámenes de septiembre a julio, demagógica medida que ya se ha tomado en Valencia y que me parece muy poco afortunada, primero, porque son malos esos calores para hacer exámenes, son más apropiados en nuestro país soleado y saleroso para que los chicos se vayan a la playa o a la piscina; segundo, porque el retrasar la convocatoria de septiembre a pasado el verano, como se hace ahora, es mucho mejor, ya que permite al alumno un distanciamiento con la saturación de trabajo que representa el curso. Surge además una de las muchas cosas que el señor Ruiz no aclara: ¿significa esto que los profesores van a trabajar hasta el día... tampoco se aclara de julio pero seguirán empezando el 1 de septiembre? ¿Estará aquí el verdadero objetivo del Nuevo Calendario Cántabro?
6.- ¿Qué pasa con los quince primeros días de julio? Es que este es el punto caliente y no solo no está aclarado, sino que me parece que aquí el señor Ruiz juega arteramente al despiste. Afirma sin ambages que "los alumnos tendrán 15 días menos de vacaciones en verano", pero no dice nada de los profesores. No obstante, los que, aun sin ser "expertos", conocemos algo este oficio, sabemos que los alumnos tienen que estar con profesores, luego... ¿estamos ante una inconfesada operación a la valenciana, es decir, una manipulación de las impopulares vacaciones de los profesores para hacerse los guays aunque con ello no solo no se gane nada, sino que se pierda bastante? ¿Y las familias cántabras que tengan vacaciones del 1 al 15 de julio, periodo muy sensato y tradicional para irse de playa o de montaña? ¿Las va a dejar en casa el señor Ruiz? La periodista le pregunta sobre las vacaciones de verano en dos ocasiones, pero en ambas él responde con sonrojantes evasivas: la falta de claridad en este delicado capítulo creo que señala rotundamente no solo que es el esencial, sino que encierra algún propósito que el señor Ruiz oculta, ¿por qué?
7.- "El horario de los colegios españoles supone una excepción en Europa, no es racional". La frase es del señor Ruiz y supongo que se refiere al calendario. Nuevo arranque demagógico: por el hecho de ser una excepción en Europa, una cosa no es forzosamente irracional. El señor Ruiz afirma que tres meses de vacaciones son una barbaridad, pero es que se da la circunstancia de que nosotros tenemos un clima que es muy distinto al de la Europa de la que habla el señor Ruiz, a ver si va a resultar que el problema es que el famoso sol de España, por el que suspiran tantos europeos, es irracional y va a haber que cambiarlo. No son una barbaridad esos tres meses de vacaciones, esos precisamente, de 15 de junio a 15 de septiembre, en un país con el verano que tenemos nosotros. Estos primeros días de junio, sin ir más lejos, los chicos de mi centro (y me temo que de todos) ya están aplanados por el calor: ¿los va a meter el señor Ruiz en clase un 9 no de junio, sino de julio? Acabaremos haciéndole estatuas. Que recuerde el señor Ruiz su niñez y su juventud: ¿qué habría pensado si un sesudo pedagogo le hubiera birlado las maravillosas vacaciones de verano, las merecidísimas vacaciones de verano, después de haber estado todo un curso aguantándonos a los profesores? Y si algún malpensado cree que estoy defendiendo mis intereses, le diré que tengo 59 años, que mucho van a tener que correr para pillarme con estas ocurrencias, que sí que lo son, diga lo que diga el señor Ruiz.
8.- Este asunto no tiene nada que ver con los deberes. Pero el señor Ruiz sí lo relaciona, arrastrando las cosas por los pelos. Lamentable que alguien que procede de la docencia se apunte también a las condenas superficiales de los deberes. Habla incongruentemente de sobrecarga de trabajo, sobre todo en el final de curso, pero hay una cosa elemental: que, a igual cantidad de días (175), igual sobrecarga, pero es que además, en esa misma respuesta, dice: "Todo el mundo coincide en que tres meses de vacaciones es mucho, en que había que empezar antes y terminar después". Esta frase es crucial por dos cosas:
-Demuestra que el señor Ruiz, o no se aclara o quiere tomarnos el pelo, pues no se puede decir primero que hay que alargar el curso (es lo que se hace si empiezas antes y acabas después) y lamentarse luego hipócritamente de lo sobrecargados de trabajo que están los pobres niños.
-Demuestra una vez más que lo de los (imposibles) periodos homogéneos es una cortina de humo, que la verdadera obsesión de don Ramón Ruiz es recortar las vacaciones, lo cual, además, hace todavía más inviable la teoría de los cinco periodos homogéneos del consejero cántabro, teoría que es un puro engaño.
9.- ¡¡¡Es que es una innovación!!! Y, claro: "Cuando hay innovación, hay resistencias al cambio", sentencia el señor Ruiz. Resuelto, no se hable más: la propuesta cántabra es una innovación, así que por fuerza tiene que ser una beneficiosísima mejora, aunque esté plagada de incongruencias y embustes: ¡se acabó el veraneo de tres meses, eso es una antigualla irracional! A callar todo el mundo: esto es una innovación, y el que la critique es uno de esos fachas retrógrados apuntados permanentemente a rechazarlas.
10.- Los países que mejor van en PISA tienen un sistema como el que pretende imponer Cantabria. Esta bobada se la he oído a otra persona, pero en la televisión: ¡ahora resulta que PISA tiene que ver con las vacaciones, no con lo que se hace durante el curso! Lo que hay que oír. A quien lo dijo, yo le haría esta observación: en España hay desde alumnos de 10 hasta alumnos de 0, y todos tienen las mismas vacaciones: ¿no será este un elemento ajeno por completo a los rendimientos educativos?
Pues esto es lo que hay, amigos: una sarta de engaños a costa de profesores, alumnos y padres con la que alguien pretende vendernos como una mejora lo que no es más que una operación demagógica que perjudicará a la mayoría y beneficiará, supongo, al ego de cuatro iluminados que van de innovadores, cuyos "avances", como suele suceder, caerán sobre espaldas ajenas.