Después de sacarse de la chistera un muchachete japonés más competente que todo un señor licenciado español (ver
aquí y
aquí), los medios de comunicación vuelven a arrearnos hoy con el ariete de las competencias, esta vez, para descubrirnos los problemas que tienen nuestros chicos
para interpretar las facturas, una nadería, si se compara con los que tenemos los adultos para pagarlas. Os relaciono aquí las últimas incompetencias de nuestros
alumnos de quince años que ha descubierto PISA, relativas esta vez al apartado de las finanzas:
-Los alumnos españoles de quince años están deficientemente capacitados para interpretar una nómina.
-Los alumnos españoles de quince años están deficientemente capacitados para que no les metan clavo en una factura.
-Los alumnos españoles de quince años están deficientemente capacitados para comprar tomates.
De todo ello se deduce que:
El nivel de conocimientos financieros de los estudiantes de quince años es en general muy bajo, lo que frena el crecimiento económico, pero, sobre todo, impide a los consumidores tomar las decisiones adecuadas.
Esta parece ser la principal conclusión del estudio, en palabras casi textuales. ¿Os dais cuenta? ¡Los hemos "pillao"! ¿Por qué no prosperaba el mundo? ¿Por qué hay crisis económica? ¿Por la economía sumergida, el fraude fiscal, la corrupción, las subprime, la burbuja inmobiliaria, los abusos de las multinacionales, el injusto reparto de la riqueza, el hambre de millones de personas? ¡Qué va, hombre! Era, una vez más, por culpa de los putos alumnos españoles de quince años, con su intolerable incompetencia financiera. Y por si aún no estáis temblando lo suficiente, escuchad lo que dicen al alimón los señores Ángel Gurría y Francisco González:
Con una mejor educación en este terreno todos los países habrían afrontado mejor la crisis. Los jóvenes de hoy no están suficientemente preparados para desenvolverse adecuadamente en el mundo financiero del siglo XXI y lo que propone la OCDE es que la educación en esta materia forme parte del currículo académico.
Sí, señor, sin complejos: el secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (D. Ángel Gurría) y don Francisco González, presidente del BBVA (uno de los mayores bancos españoles y cofinanciador del estudio), barriendo para casa con toda la desfachatez del mundo, proponiendo, a partir de unas premisas burdamente manipuladas, que la economía y las finanzas metan sus zarpas también en la educación, como las han metido ya en los bolsillos de la gente, en las legislaciones laborales, en los recortes, en los rescates bancarios... ¿Tiene el señor González todas esas preocupaciones didácticas cuando ve que las leyes españolas permiten a la banca excesivas libertades, que la inexistencia de la dación en pago ha beneficiado a la banca a costa de la ruina de miles de españoles, que por ahí andan miles de afectados de las preferentes, que la banca española se permite mil prácticas abusivas, tales como las cláusulas suelo y comisiones sin cuento, que los ejecutivos bancarios han gando ilícitamente dinero (a veces, público) a espuertas, que se han puesto jubilaciones doradas y que cuando los han pillado se les ha indultado...? ¿Habríamos afrontado mejor la crisis sin esas pequeñeces bancarias? Ahora resulta que cuando un banco te imponía una hipoteca abusiva el problema era de educación del infeliz que la aceptaba.
El secuestro de la educación para dejarla en manos de los poderes económicos no es una de esas cosas que salen casualmente, sino que cada vez veo más claro que es un inquietante plan en el que colaboran muchos sectores. Uno de los más activos es el Gobierno clasista del PP y en esta tarea se señala con especial brillo doña Montserrat Gomendio. He aquí su participación en el capítulo que hoy nos ocupa; empieza diciendo:
Después de la crisis económica padecida y de la que empezamos a salir es
importante que los ciudadanos tengan conocimiento sobre cómo funciona
la economía nacional y global para que comprendan las repercusiones que
tiene.
Y luego añade esto otro:
Es la primera vez que los jóvenes tienen que gestionar tarjetas de
crédito, móviles prepago... y por ello es particularmente importante que
adquieran conocimiento y destreza en este ámbito.
Ahí la tenemos, en plena forma. Huelga aclarar un sobreentendido: estamos saliendo de la crisis económica gracias a las benéficas políticas del PP, ¿acabaremos tragándonos esta pildorita? Muestra por otra parte su habitual desprecio a la ciudadanía cuando parece presuponer que no sabemos cómo funcionan la economía nacional y global, pero me temo que lo sabemos muy bien, ¿o se imagina que no leemos los periódicos y no tenemos las espaldas apaleadas? Sabemos lo que son las cifras millonarias de parados, sabemos lo que es el fraude fiscal, sabemos lo que son los tratos privilegiados a las grandes fortunas y a las multinacionales, sabemos lo que son las especulaciones bursátiles, sabemos lo que son los paraísos fiscales, sabemos lo que es la reforma laboral, sabemos lo que son los rescates hechos a costa de la ciudadanía, sabemos lo que es el despilfarro de políticos megalómanos, sabemos lo que es la corrupción, sabemos lo que son los recortes, sabemos lo que es la ley del suelo, sabemos lo que es la ley de costas, sabemos lo que es el pelotazo urbanístico, sabemos lo que son los sueldazos de alcaldillos, sabemos lo que son las legiones de asesores... Sabemos todo eso, señora Gomendio, es un alarde de cinismo tomarlo como pretexto para implantar sus disparatadas ideas en educación, de las que hablaré más adelante.
Siento que el artículo se esté extendiendo tanto, pero era preciso fijar estas premisas para exponer ahora mis inquietudes. Desde que el PSOE se sacó de la manga la LODE y la LOGSE, la educación ha sido un juguete sometido a la explotación de políticos y empresarios ambiciosos, pedagogos iluminados y ventajistas (ya fueran burócratas o gandules) de diverso pelaje, los cuales han perseverado en cargarse la calidad de nuestro sistema a base de desterrar el esfuerzo y la exigencia. Toda esta santa compaña ha cultivado con esmero flores como las destrezas, las competencias y demás engaños, porque eran un instrumento muy útil para sus políticas de vaciado de contenidos de los programas. Ya no hay que pedirle a un niño que haga una raíz cuadrada o sepa quién era Felipe II, sino que se debe evaluar
si es capaz de... la memez que se le haya ocurrido poner al "experto" de turno en los papeles oficiales. Ahora llegan el PP, los tecnócratas financieros y la OCDE y dan una vuelta de tuerca a todo esto, porque, según ellos, para lo que ha de servir la enseñanza es para que un niño sepa colocar a los invitados en torno a una mesa, ir a comprar tomates, estar despierto cuando le den la factura de Mango o "gestionar tarjetas de crédito, móviles prepago...", de acuerdo con la impagable aportación de la señora Gomendio, que no ha tenido ni la prudencia de pararse a pensar un poco antes de hablar: para la secretaria de Estado de educación, el asunto de que los chicos de quince años se manejen con esos instrumentos de gasto tan volátiles no suscita las reflexiones educativas que debiera (¿cuántos padres están preocupados por el uso que sus hijos hacen de los móviles y por lo que gastan? ¿Es razonable que chicos insolventes económicamente dispongan de tarjetas y móviles sin límite? Cosas así.), sino que simplemente las da por hechos consumados y lo que le interesa es que los estudiantes adquieran "conocimiento y destreza en el ámbito". ¿Conocimiento y destreza de qué? ¿De cómo gastar más? ¿De cómo obtener más puntos para que la compañía X los tenga amarrados con la promesa de un móvil más
fashion en el que luego se gastarán facturas de muchos euros que tendrán que afrontar sus padres? ¿Estas son las inquietudes y los horizontes "educativos" de Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación de nuestro Gobierno? No puede caber mayor irresponsabilidad y mayor ignorancia acerca del área que gestiona; la única esperanza que me alegra, ya lo he dicho más veces, es que ya le queda poco tiempo de destrucción en el mundo de la enseñanza.
Con sus últimas acciones, la OCDE me merece cada vez menos credibilidad; quizás nos lo deberíamos haber planteado antes: ¿qué hace un organismo económico pontificando sobre educación? Todo test está condicionado por quien lo hace y los objetivos que persigue: ¿son asépticos los test de la OCDE, especialmente, estos de competencias
prácticas y financieras? A mí me parece que no lo son; me parece que están destinados a orientar a la opinión pública hacia un concepto educativo preconcebido e interesado. ¿No es sospechoso que esa prueba la financie el BBVA? ¿No es sospechoso
el desembarco del Santander en el mundo educativo? Estos señores siguen ahí: ¿qué pinta tanta banca en la educación? ¿No es sospechoso que se fomente a "expertos" en educación como Sebastián Barajas (ver
aquí y
aquí), que sostiene que los niños van a la escuela para aprender a fundar empresas? Todos estos que cito son ardientes defensores de las competencias y esas zarandajas que comparten con la pedagogía progresista (?) del PSOE y demás, casi diría que se las arrebataron, pero son mucho más peligrosos. Los chicos de la LOGSE arremetieron contra la cultura porque les estorbaba por razones prácticas: el estudio esforzado y con contenidos era contrario a su estúpida utopía del aprender sin esfuerzo, del 100% de aprobados que ellos entendían como éxito escolar, mientras que los chicos de la banca puede parecer que lo que quieren es hacer de la escuela su negocio, pero, con sus actuales consideraciones acerca de las competencias y de la necesidad de que se conviertan en el norte educativo, mucho me temo que persiguen un objetivo mucho más ambicioso y alarmante: subvertir la enseñanza, cambiar "competencias" por conocimiento, meter cosas de esas prácticas y que se pueden comprobar en un test de PISA como la compra de tomates o la interpretación de facturas y darles una patada en el trasero a Arquímedes y a Cervantes, quizás, me temo, para conseguir ciudadanos más competentes (en apariencia) pero menos inteligentes.
Lo que se persigue es un empobrecimiento de la escuela. ¿Debe esta dedicarse a enseñar cómo comprar tomates o cómo interpretar recibos? De ningún modo; estos conocimientos prácticos son en realidad cosa bien sencilla, que cualquiera puede aprender y llevar a cabo con bien poco tiempo y esfuerzo en cuanto lo necesite. No solo enseña la escuela, enseñan también la familia y la actividad cotidiana, y si nuestros chicos no están muy duchos en estas cosas, ocúpese quien debe de aleccionarles en ellas, porque sí que es cierto que están muy acomodados, que no saben hacer esas cosas porque ya las hacen otros por ellos. Pero dejarlas en manos de la escuela en perjuicio de los programas tradicionales de real conocimiento sería una aberración, no nos la traguemos: la escuela debe enriquecer humanamente, suministrar a las personas conocimientos y habilidades de amplio rango que, en su mayoría, no se le van a suministrar en ningún otro sitio. La escuela enriquece a la persona; a comprar tomates o a meter la tarjeta por la ranurita del cajero del BBVA o del Santander pueden aprender los chicos por sí solitos o con la ayuda de sus papás o de un empleado de la sucursal, y en cuestión de minutos; en contacto con Garcilaso, Mozart, Darwin o las leyes que rigen el movimiento, solo les van a poner en la escuela una serie de señores que entienden de eso y que cada vez andan más menospreciados: los profesores. ¿Nos tragamos el cuento este de las competencias que nos están vendiendo la OCDE y la señora Gomendio? ¿Qué elegimos, cultura y conocimiento o competencias, enseñanza de aspiraciones elevadas o romo adiestramiento en cuatro cositas de andar por casa, enriquecer humanamente o empobrecer? Cuidado con lo que elegimos, que nos jugamos más de lo que parece.