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miércoles, 14 de julio de 2010

La forja de un rebelde

Acabo de cumplir -y en verdad que con mucho gusto- un deber que vergonzosamente tenía postergado: leerme La forja de un rebelde, la extraordinaria novela en la que Arturo Barea, al hilo de su autobiografía, nos hace un retrato impagable de lo que fue España entre los primeros años del siglo XX y aquellos momentos intermedios de nuestra Guerra Civil (calculo que hacia 1938) en que episodios como la batalla de Teruel hacían prever ya el signo final de la contienda. Esta colosal trilogía tiene pequeñas pecas, como el resentirse del hecho de haber sido primero escrita en inglés y luego traducida al español o una leve sobrecarga de episodios en el tercer volumen, las cuales en modo alguno restan interés a la obra: La forja de un rebelde es un libro esencial que debe ser leído por sus virtudes literarias y por su riqueza testimonial, tanto en las cosas que nos cuenta como en la viveza con que Barea las pinta. Que yo recuerde, allá por los años ochenta fue publicada y a la vez llevada a la televisión en una versión muy lograda, mientras que en la actualidad viene siendo editada desde el año 2000.
¿Por qué recomiendo tan encarecidamente su lectura? No me voy a andar con rodeos: lo más bonito de este libro es que es pura vida, por la sencilla razón de que el autor se lo sacó del alma. La intensidad con que Barea narra los episodios, el dinamismo de las escenas, la diversidad y autenticidad de los personajes y la circunstancia de cada cual, el colorido que da a ese Lavapiés (que en los primeros capítulos aún llama Avapiés) íntimo, amistoso y miserable, a ese Brunete profundo y atávico calcinado por el sol, a ese Marruecos de muerte y tragedia, soldados piojosos, revueltas cabileñas y militares corruptos, a ese Madrid heroico machacado por las bombas y los "paseos"... confieren a la novela una fuerza y una autenticidad que la hacen extraordinaria. Y para quienes conozcan en la actualidad alguno de esos escenarios y su vida de hoy en día, el compararlos con la imagen que de ellos nos deja Barea aporta no solo una visión histórica, sino un indefinible sentimiento de nostalgia (os juro que no voy a sobrepasar este límite de cursilería).
Bien, a leer La forja de un rebelde se ha dicho, basta ya de retórica. Sí, ya sé que es más bien larguito, pero el verano también lo es, y no todo va a ser playa y verbena, vamos, digo yo. Una cosa más: en los manuales de literatura, este libro ha ocupado siempre un lugar marginal (y a veces, ni eso); esto puede obedecer y obedece de hecho a motivos diversos, pero algo me hace sospechar que uno de ellos es que Barea es un autor incómodo, alguien a quien no le importa hablar tanto de los atroces bombardeos nacionalistas como de los inicuos "paseos" dados por republicanos, o bien dispuesto a criticar ferozmente a los curas y a la iglesia y al mismo tiempo sacar a dos sacerdotes como algunos de los personajes más dignos de su relato. Eso le pone al margen de las ortodoxias y de la corrección política y ya se sabe que los heterodoxos y los incorrectos tienen una pertinaz tendencia a no salir en la foto.

7 comentarios:

  1. Al ser Arturo Barea un escritor exiliado, estuvo fuera de los circuitos mucho tiempo. Luego, al no formar parte de ningún círculo, quedó un poco al margen de las clasificaciones.

    Sin embargo, sí ha obtenido mucho reconocimiento en la crítica de fuera de España. Y aquí se empezó a difundir más su obra gracias a la serie televisiva.

    Pablo, pásame "La forja de un rebelde" si no te importa. Confieso que no la he leído aún.

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  2. OK, Mariano, te lo llevaré. En cuanto a lo del exilio y los círculos, eran cosas con las que ya contaba, pero en esas mismas circunstancias estaban muchísimos otros autores (muchos de los cuales escribieron cosas de envergadura bastante menor que la de "La forja de un rebelde")que sin embargo fueron mejor tratados por la crítica y los señores que hacían manuales. Lo de los círculos ha podido influir en muchos sentidos.

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  3. Yo acabé anoche el último volumen de la trilogía, y me quedé impresionado hasta tal punto que hoy me he puesto a buscar información adicional sobre Barea en la red, y es así como he encontrado este blog.
    He disfrutado mucho de los tres libros, y creo que después de haberlos leído entiendo algo mejor muchas cuestiones sociales de España entre el inicio del siglo XX y el final de la Guerra Civil.
    Creo que los dos primeros volúmenes (La Forja y La Ruta) son los más logrados, sobre todo el primero. Me impresiona saber ahora en qué condiciones tan difíciles fue escrito, en un exilio parisino lleno de penurias y frustraciones mientras la guerra de España daba sus últimos coletazos y se avecinaba inevitablemente la Segunda Guerra Mundial. De ese primer volumen me llena de admiración y ternura la forma en que Arturo Barea habla de su madre, la Señora Leonor, que es el eje fundamental alrededor del cual giran los años de su infancia y juventud, antes de ser destinado al ejército de África.
    Me parece conmovedor el viaje a la infancia que el autor hace en ese libro, de la mano de su esposa Ilsa quien fue tirando del hilo y obligando a Barea a profundizar en sus recuerdos y sensaciones infantiles. En ese sentido creo que toda la trilogía tiene mucho de auto – psicoanálisis: muchos de sus recuerdos no son en absoluto gratos, pero volver a ser consciente de ellos y sacarlos a la luz supone una liberación para el autor, y me parece que esta es una pauta que se sigue en el resto de la obra; explicando episodios de su vida de los que se siente orgulloso y otros de los que se avergüenza. En el tercer volumen hay una referencia explícita a la voluntad de rescatar y admitir el subconsciente para liberarse. Creo que una buena parte de la grandeza de La Forja de Un Rebelde reside en la alternancia del protagonismo del héroe y el anti-héroe.
    La experiencia surrealista de la Guerra del Rif, con todo su dolor y su miseria, la descripción de la corrupción de muchos oficiales, las atrocidades de Annual, la vida y la muerte en aquellos hospitales de pesadilla… Había leído algunas cosas sobre la guerra de Marruecos, pero nunca desde la perspectiva de un soldado –más tarde sargento- que observa todo aquello desde dentro, lleno de humanidad, revulsión y, al final, indiferencia provocada por el espanto y la desilusión constantes. Ahora creo que es imposible entender aquella guerra, el golpe de estado de Primo de Rivera y la caída de la monarquía sin haber leído La Ruta.

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  4. Encuentro el tercer volumen, La Llama, un tanto confuso si lo comparo con los dos primeros, y en ese sentido creo que esta trilogía es desigual en su calidad. Creo recordar que este libro se terminó en 1944, casi seis años después del primero, e ignoro el método que Barea siguió para escribirlo. Los intrincados asuntos sentimentales del autor a lo largo de este tercer relato (que quizá evidencian el componente auto psicoanalítico de la obra) me resultan un poco tediosos, en honor a la verdad, y aunque explican en buena medida sus pensamientos y reacciones durante el asedio de Madrid y el shock nervioso que estuvo a punto de llevarle a la muerte, creo que distraen demasiado al lector de la línea argumental fundamental: la sensación de abandono y alienación de los que se quedaron a resistir en Madrid tras el traslado del Gobierno a Valencia en Noviembre del 36, los horrores del asedio, las intrigas y luchas intestinas entre los distintos grupos (particularmente entre el POUM y el Partido Comunista desde 1938) y la rivalidad entre el Gobierno Civil y la Junta de Defensa de Madrid.
    Me parece recordar que la introducción del primer volumen explica que la obra fue traducida del inglés al español por Ilsa Kulcsar, y si fue así qué duda cabe que esa traducción tiene un valor histórico y emotivo que hay que preservar. Pero es una traducción algo deficiente (especialmente el tercer volumen), a veces literal de giros específicos del inglés, que dificulta a veces la comprensión del texto. Me gustaría encontrar una traducción al español algo más depurada que me permitiese volver a leer el tercer tomo sin sobresaltos lingüísticos.
    No he visto la versión cinematográfica o televisiva de La Forja de Un Rebelde. Los libros me han gustado tanto que ahora me da un poco de aprensión verlos en cine. Creo que esta obra es no sólo un testimonio histórico de gran valor, sino un documento lleno de hermosura, valentía e idealismo.

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  5. Hola, anónimo:
    Coincido prácticamente en todo el análisis que haces de la obra y añado una cosa: el esfuerzo de recuperación de su pasado que hace Barea es tal que parece incluso reflejarse en el lenguaje, pues el de su primer libro se aproxima mucho a la forma impulsiva e irreflexiva de pensar, hablar y actuar de los adolescentes. La versión televisiva de "La forja de un rebelde" fue muy buena y te recomendaría que intentases encontrarla, cosa que tal vez no sea muy difícil, al tratarse de una serie de TVE. En cuanto a la guerra de África, si no lo conoces, tal vez te gustaría mucho "Imán", de Ramón J. Sender, un libro que está escrito en un estilo parecido al de las crónicas periodísticas, muy ágil y muy directo. Para que te hagas una idea de la denuncia que representó este libro, te diré que fue el último de Sender al que se le levantó la censura (una vez muerto Franco, claro). Un saludo.

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  6. Hola Pablo,

    Gracias por el comentario. Me apunto "Imán" con enorme curiosidad, en cuanto pueda conseguirlo.

    Un fuerte abrazo,

    Fernando Arroyo
    (un madrileño perdido en Harare, Zimbabwe)

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  7. Otro para ti, Fernando. ¡Vaya sitios sugestivos te buscas para perderte!

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